El sonido de las teclas de mi portátil se convierte en una especie de sinfonía monótona mientras repaso una y otra vez las notas sobre el caso. Mis dedos vuelan sobre el teclado, pero mi mente está atrapada en un laberinto de emociones confusas que se entrelazan como nudos imposibles de deshacer.
Mis pensamientos siguen regresando a Mario, como si su presencia gravitacional tirara de cada uno de ellos hacia él. Es la última persona en la Tierra en la que debería estar pensando, especialmente considerando la complejidad de la situación. Mario, el hermano del principal sospechoso, es un territorio prohibido, un espacio que debería estar marcado con advertencias de peligro.
Recuerdo el beso con Marco, un gesto nacido del anhelo y la convicción interior de que él no era el asesino. No era solo mi instinto periodístico, sino algo más profundo que me llevó a cruzar esa línea.
¿Pero qué pasa con Mario? Él, con su mirada penetrante que parece leer más allá de mis palabras, más allá de mis propias defensas. Es serio, misterioso, con un atractivo magnético que parece desafiar la lógica misma de mi mente racional. Cada vez que coincidimos, es como si el universo se ralentizara solo para dejarnos a él y a mí en una especie de burbuja aparte.
Los flashbacks llegan como ráfagas: su mirada intensa, la manera en que sus palabras resuenan en mi mente mucho después de que se vaya, pequeños gestos que revelan más de lo que sus palabras admitirían. Pero siempre son solo destellos, momentos fugaces que intento enterrar bajo montañas de evidencia y trabajo.
Sin embargo, esos destellos persisten, desafiando mi intento de ignorarlos. ¿Cómo puedo confiar en alguien cuyo hermano está en el centro de un caso tan oscuro? ¿Cómo sé que no ha sido él? ¿Cómo puedo dejar que algo más que sospechas se arraigue en mi corazón?
Finalmente, desisto de seguir intentando trabajar para mantener mi mente ocupada. Es evidente que no está funcionando.
Decido levantarme y prepararme una taza de café, tratando de determinar si debo ir a casa de los Renaldi bajo algún pretexto para buscar el informe de la psicóloga.
Mientras saboreo mi café de pie, apoyada en la encimera, mi mirada se queda fija en la pantalla del portátil, donde una noticia sobre una gala benéfica de hace unos años muestra una fotografía de Mario vistiendo un traje junto al alcalde del pueblo. En ese momento, me pregunto si lo que realmente deseo es el informe o simplemente verlo a él.
Suspiro mientras dejo la taza en la encimera; debo deshacerme de cualquier tipo de sentimiento que creo tener hacia los hermanos Renaldi. Ninguno de ellos es beneficioso para mí ni para mi investigación.
A Marco lo estoy engañando, no sabe que soy periodista y que me he acercado a él solamente por un reportaje.
En cuanto a Mario, no puedo estar segura de que no sea el responsable del crimen.
A pesar de las numerosas pruebas que exculpan a Marco, debo proceder con extrema cautela. No me perdonaría jamás entablar cualquier tipo de relación con un asesino en serie.
Es crucial cuidarme hasta que se resuelva el juicio, debo estar alerta hasta que encuentren al verdadero asesino, en el caso de que no sea ninguno de los Renaldi.
Mario me ha advertido repetidamente sobre posibles amenazas hacia mí, pero nunca he tomado sus palabras en serio, aunque sé que debería hacerlo. Siempre he pensado que ellos dos eran quienes representaban un peligro para mí.
Sin embargo, Gabriel y Jessica me han demostrado lo contrario. Uno conspira en mi contra, y la otra me atacó. Sin duda aquí hay más de un sospechoso, y no todos se apellidan Renaldi.
Decido cuál será mi próximo paso. Es crucial obtener ese informe a toda costa y luego enfocarme en Gabriel, para finalmente dirigir mi atención a Alexander y Jessica Hidalgo.

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Inocente
Mystery / ThrillerNina, una periodista intrépida, se adentra en el misterioso caso de Marco Renaldi, el principal sospechoso en el asesinato de Samantha Hidalgo. Lo que descubre la hará dudar de todo lo que creía saber. En su búsqueda de la verdad, Nina se ve atrapad...