Blanco

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Dejar la mente en blanco... He recibido ese consejo en incontables ocasiones por parte de mi terapeuta, al inicio en verdad era un caos, ¿cómo parar de pensar? bueno, a mí me llevo un par de meses encontrar la forma adecuada, intente cientos de métodos, cuando lo único que necesitaba era hacer eso que tanto me agrada, confiar en mí, permanecer en un espacio que me permitiera estar en el momento sin un ayer o un posible mañana, convertí una de las habitaciones de mi departamento en algo seguro, lo cómodo y nada extravagante con lo que me había formado, algo que me hacía sentir cerca de aquellos que habían partido, la despedida con ese par dejo más estragos de los que imagine, apenas llevo dos semanas de haber regresado a mi vida en NY, retomar mis responsabilidades nunca ha sido algo que me afecte ni mucho menos, he visitado en un par de ocasiones algunas sucursales de la cafetería junto a Mari, todo marcha bien, y al parecer tenemos nuevos posibles planes a implementar, el movimiento en el resto de mi vida sin lugar esta viento en popa, si bien el trabajo siempre esta, me he logrado organizar para ir cumpliendo con mis compromisos, lo único pendiente por ahora es la primer reunión mensual con las empresas que ingresaron a nuestra proyecto, no mentíamos al decir que seriamos estrictos con cada uno de ellos, lo pactado es simple, respetar así como analizar como han evolucionado en este primer mes, cada reunión continuara así el primer semestre, en base a ello cada empresa se expandirá de forma bimestral para las reuniones, obvió dependiendo de sus resultado en el primer semestre.


—¡Señorita Calle!

—¡Joder Clara! casi me provoca un paro cardíaco, ¿por qué me gritas?

—Lo siento señorita, pero he estado hablándole desde hace un rato y usted no me hacía caso, era eso o una bofetada.

—Me alegra entonces el grito, discúlpame, me perdí pensando en algunos pendientes.

—No hay detalles señorita, únicamente venía para recordarle que debe salir ya para llegar a tiempo a la comida con los inversionistas de Taiwán.

—Lo vuelvo a repetir mujer, no sé qué haría sin ti.

—¿Se había olvidado, cierto?

—Bueno, si lo dices así, suena verídico, pero no, recuerda que tenemos la agenda sincronizada, si no eras tu, la alarma me hubiese alertado.

—Aún así señorita, debe moverse.

—A veces tu parecer más mi jefa —la miraba con una sonrisa en mi rostro—, estar bajo tu cuidado es demasiado Clarita, gracias.

—Me tiene una llamada señorita, estaré comunicándome por si surge alguna emergencia, y aunque sé muy bien que usted no necesita el siguiente recordatorio, hay una pequeña que espera su llamada antes de las 9:00 p.m.

—¿Bárbara se enfadó mucho la última vez?

—No puedo responder eso porque es confidencial, únicamente recuerde por favor que algunas mujeres somos algo explosivas en ocasiones. 

—Ay Dios, tienes razón, tengo alarma para llamar a Mia, y sé que no te dije pero mande un detalle para Bárbara como disculpa por desvelar a su hija.

—Quisiera seguir escuchándola señorita, pero necesita salir ya, si quiere llegar mínimamente puntual.

—¡Te contaré después! ¡Chao!

Ella es mi salvadora, nunca he mentido con eso, momento de dejar mi mente en ese par y concentrarme en concretar mi trato con las personas de Taiwán, si logra cerrar ese trato significa un paso más allá para el crecimiento de Street Companies, ¿hay un límite? El único es el que uno se impone, más allá de eso siempre he buscado el crecimiento del legado de mis padres, me encanta, y sí puedo mejorar, lo hago, todo lo que se implementa en la central de la empresa es aplicado en cada sucursal.

NUDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora