A Mina le había tomado un tiempo vestirse bien para ir a la escuela.
Siempre se había reído de las mujeres que tenían que probarse todos los atuendos de su guardarropa cuando tenían una cita y ahora ella era una de ellas.
Había usado ropa cómoda para su segunda cita porque estaba en su casa, pero ahora, honestamente, quería sorprenderla y se encontró capaz de hacerlo.
Llevaba una camisa blanca con una chaqueta negra con líneas blancas elegantes, finas, casi imperceptibles, la chaqueta le ceñía la cintura y hacía deseables sus curvas, haciendo juego con sus pantalones negros con sus tacones negros. El maquillaje fue simple e hizo que sus labios se destaquen con un lápiz labial rojo oscuro, lo suficientemente discreto como para que la gente no le preste atención.
A la una y media, media hora antes de que comenzara la obra, Mina ya estaba en la puerta de la escuela.
Había pasado tanto tiempo vistiéndose que en su mente el tiempo había pasado aún más lento e incluso pensó que llegaría tarde.
La recibió el conserje, quien quizás la trató demasiado bien y la llevó al auditorio.
Cuando llegó, encontró el escenario listo para la obra y sintió nostalgia por sus días de escuela, recordó todas las obras en las que tenía el papel principal cuando era pequeña.
Ahora su hija era una de las actrices principales y no podía estar más orgullosa.
Llegó a la primera fila de asientos y sonrió cuando vio tres carteles con "reservado" escrito en ellos.
Se imaginó a sí misma con Nayeon a su izquierda y Sana a su derecha y no pudo detener esa sensación con la que poco a poco se estaba familiarizando en su estómago.
Las tres iban a ver a Momo en el escenario y, aunque no quería apresurar las cosas, era como si la estuviera viendo con su pequeña familia.
"Disculpe, esos asientos están reservados".
Nayeon, quien salió del backstage cuando vio una figura parada cerca de los asientos reservados, se congeló en el acto cuando Mina se dió la vuelta para mirarla.
Se veía deslumbrante con ese atuendo, aunque podría ser tan elegante como el que usaría cualquier otra madre para visitar a su hija en la obra de la escuela.
Se quedó en silencio con la boca abierta y Mina se sintió orgullosa de haber obtenido el efecto que quería.
"Lo siento, maestra. No era mi intención molestarla de ninguna manera." Ella levantó la ceja de una manera coqueta cuando dijo eso, lo que hizo que Nayeon finalmente dejara de distraerse y dejara escapar una sonrisa.
"Te ves increíble." Comentó en un tono más bajo, no queriendo ser escuchada probablemente por Hani, quien se burlaría de ella sin parar por eso.
Mina sonrió y se mordió el labio inferior, llevándose una mano al bolsillo trasero de sus pantalones, dándose unos segundos para mirar el atuendo de la profesora.
Era uno de sus atuendos habituales para sus clases: una falda negra lisa, una camisa blanca y una chaqueta de punto que le tejía su madre. Con sus lentes y su manera tímida con la que siempre actuaba cuando estaba cerca, Nayeon era el conejito más lindo del mundo para Mina.
"Gracias." Ella respondió, dando un paso adelante solo para estar un poco más cerca de ella.
Se sintió un poco menos nerviosa cuando descubrió que Nayeon no retrocedía y ella, de hecho, se acercó un poco más a ella.
"Te ves increíble tú misma."
"Oh, vamos, Julieta" Ella se rió entre dientes, acariciando el antebrazo de Mina en lo que parecía ser un golpe juguetón.