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Hace algunas noches, Mina estaba en su sofá con su hija, viendo Frozen por enésima vez desde que compraron el DVD cuando recibió una llamada.

Acarició la cabeza de su pequeña con cariño y se dirigió a la cocina para contestar el teléfono.

"¿Hola?"

"Nada de hola, jovencita, prepárate para ... Espera, espera, espera, ¿suena Frozen de fondo? ¿En serio? ¡Es la quinta vez en esta semana!" Exclamó la mujer al otro lado del teléfono.

Mina puso los ojos en blanco y suspiró, la sonrisa nunca abandonó sus labios.

"No negarás que la parte donde Elsa construye el castillo es la cosa más asombrosa que hayas visto" razonó, haciendo suspirar a su amiga esta vez.

"No intentes apelar a mi lado de arquitecto cuando estoy tratando de apelar a tu lado fiestero".

"¿Qué? No, Sana. No hay forma de que salga contigo esta noche. ¡Me la estoy pasando genial con mi hija!"

"Eso es perfecto, porque no vas a salir conmigo. Estoy en tu puerta, déjame entrar".

"Al igual que Anna y Elsa" se burló, tratando de ahogar su risa.

Casi podía sentir a Sana poniendo los ojos en blanco al otro lado del teléfono.

Era algo típico que solo su mejor amiga Sana haría: irrumpir en tu casa sin previo aviso con un nuevo plan para la noche.

Era algo que no molestaba, en realidad le gustaban los locos planes que se le ocurrían a Sana, pero realmente se la estaba pasando bien con Momo.

Caminó hasta la puerta y la abrió, solo para encontrar a la chica un poco más alta que llevaba esa habitual sonrisa malvada en sus labios.

Mientras observaba cómo colgaba el teléfono y lo colocaba de nuevo en el bolsillo de su sudadera, notó la bolsa que sostenía, una bolsa de una conocida tienda de ropa interior.

"No me gusta esto ..." Murmuró, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

"¿Y si hacemos un muñeco?" Sana cantó, llamando la atención de la pequeña Momo.

"¡Tía Sana!" Chilló antes de saltar del sofá y correr a los brazos de la mujer.

"¡Momoring! ¡Qué niña tan grande eres!" Ella la felicitó, levantándola en sus brazos.

La había visto hace apenas una semana, pero se aseguraba de decirle a la niña cuánto estaba creciendo cada vez que la veía.

"Será mejor que la disfrutemos así pequeña antes de que se vuelva más alta que todos nosotros" señaló Mina con una sonrisa, abriendo la puerta un poco más para que su amiga pudiera entrar al apartamento.

Momo envolvió sus piernas alrededor del cuerpo de Sana como un koala y caminaron hacia la sala de estar.

"Tía Sana, ¿vas a ver Frozen con mamá y conmigo?" Momo le preguntó, usando sus mejores ojos de cachorro.

"Por supuesto, princesa mía, quédate aquí un poco, tengo que hablar con tu madre" respondió mientras le despeinaba el cabello.

La niña obedeció y corrió a sentarse en el sofá.

Mina admiraba lo adorable que era su hija, pero volvió a la realidad cuando su mejor amiga la llevó a la cocina tomándola del brazo.

"No importa lo que tengas en mente, mi respuesta es no". Se aclaró tan pronto como vio a Sana cerrar la puerta detrás de ella.

"No importa qué excusa tonta se te ocurra, ya sabes que te voy a convencer", respondió ella.

"¡Vamos, Mina, es viernes! Tu cuerpo debe estar pidiendo un poco de sanación" .

Aprendiendo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora