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10 de Enero de 1996
Callejón Diagon, 9:56 a.m




La sonrisa sangrienta infringía gran temor en lo presentes; reduciéndolos a un estado casi catatónico, Lord Voldemort disfrutaba del balido de las ovejas, pero sin duda, verlos estáticos del terror le producía un inmenso placer.



-Harry Potter, los abandonó- su sonrisa se amplió aún más  -Su salvador, los dejó- pudieron escucharse algunos sollozos en la parte de atrás.


















Había comenzado como una conferencia de prensa relativamente normal, el Ministerio había solicitado la presencia de varios reporteros así como una gran cantidad de público civil para dar los informes sobre la nueva administración, y de hecho, había sido así, hasta que una gran nube oscura pareció cubrir todo el cielo sobre el callejón diagón.

Aproximadamente doscientos mortífagos aparecieron justo detrás del Ministro de Magia y justo frente a él, la alta y pálida figura esquelética de Voldemort también, aquellos que aún recordaba su rostro de la primera guerra intentaron aparecerse lejos del callejón solo para que unas salas anti-aparición los detuviera. Estaban atrapados, los hombres abrazaban a sus esposas sollozantes, las madres a los niños pequeños, la sensación de pavor aumentó cuando todos los mortífagos, incluyendo el propio Ministro se arrodillaban a los pies del Señor Oscuro, quien sonrió casi benevolente a sus secuaces antes de que, con un gesto los hiciera levantar e invocar un pequeño pergamino a sus manos.


-Aquí en mis manos tengo la carta que Harry Potter me envió una noche antes de morir- ni siquiera tuvo que recurrir a un hechizo sonorus, el silencio de muerte que se alzaba a su alrededor lo complacía infinitamente, los pequeños insectos conocían su lugar -Fue bastante colorido en cuanto a sus insultos a ésta comunidad y en parte, diré que estoy de acuerdo- nadie se atrevió a decir absolutamente nada, y una parte de Voldemort se sintió decepcionada, seguramente si Potter aún estuviera vivo se levantaría temerariamente solo para insultarlo.


El mago común apenas y tenía mente propia, y no lo malinterpreten, era conveniente, pero también muy aburrido, por ello era tan divertido torturar al mocoso, y ahora se sentía vacío, como si una parte de él también hubiera muerto.

-No dudaron en culparlo de sus propias deficiencias, de acusarlo sin ningun tipo de prueba y después,ustedes fueron los más indignados cuando él no siguió el camino que todos decidieron por él y se molestaron- el Señor Oscuro inclinó la cabeza curioso -No son más que hipócritas, demasiado acostumbrados a sentarse y dejar que otros solucionen sus problemas, que otros les dicten qué hacer... pero no se preocupen- la sonrisa aterradora volvió -Durante el último trimestre parecieron felices de seguir mis órdenes, así que continuaremos tal y como lo hemos hecho hasta ahora, solo que, ahora me reconocerán como su señor-




El terror parecía extenderse como una especie de enfermedad infecciosa, los reporteros, aún temerosos escribían pacientemente cada palabra que salía de su boca, cada desgarradora declaración de su fallecido salvador, quien no dudó en morir por sus propias manos, y dejarle al Señor Oscuro todas las herramientas, tanto en metálico, como políticas para gobernar sobre ellos. A ése nivel había llegado el odio del chico, y los insultos susurrados por lo bajo hacia la memoria del chico no se hicieron esperar. 



Durante los siguientes meses el resentimiento y los sentimientos de traición dieron paso a un odio voluble que ni siquiera terminó de gestarse antes de que el primer libro de Rit
ta Skeeter lograra explotar la pequeña burbuja del mago común. 



El odio de Harry sí estaba justificado, tenían suerte de que no se convirtiera en un Señor Oscuro por derecho propio, el desprecio que antes sentían por el jovencísimo Harry Potter ahora era dirigido hacia los muggles.






Voldemort se habría reído, la ceguera y la falta de sentido común de los magos era hilarante, pasando de odiar a amar a Harry tan rápidamente como cuando él estaba vivo, pero los dejó ser, su desprecio a los muggles iba con su agenda, estaba bien con eso mientras no desafiaran su reinado, el vacío incómodo en su pecho no significaba nada, el aburrimiento constante de cumplir su máxima meta no significa nada.




La ausencia de Harry no significaba nada.

Esperanza PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora