Los mercados mágicos en Estados Unidos eran muy diferentes a lo que había esperado, sobre todo teniendo en cuenta que tenía como referencia el callejón diagon y el pequeño pueblito de Hogsmeade que eran considerablemente más atrasados que las demás zonas comerciales en otros países que no habían quedado estancados en el siglo XVIII.
Se había adaptado bien a la vida en el nuevo mundo, Lord Prince era un joven señor, cervecero por vocación, de aspecto melancólico y oscuro debido a su estado de enviudez. Se había hecho toda una historia de vida; él provenía de Australia (explicaba parte de su acento), donde se había casado hace muy poco y su joven esposo murió de manera muy repentina y prematura, el dolor de apenas haber disfrutado de su matrimonio lo orilló a vender todas sus posesiones y mudarse a un nuevo lugar donde no viera a su esposo en los recuerdos dejados atrás, era una historia trágica que explicaba su luto, su estado solitario y su incapacidad para socializar..
Apenas era visto en los mercados de Salem 3 veces al mes, generalmente solo se surtía de ingredientes y dejaba sus pociones en las boticas que rápidamente se dieron cuenta de la alta calidad de sus brebajes, logrando así un ingreso seguro de galeones; que, a pesar de estar acomodado con la herencia que Harry le dejó, se aburría, por lo que comenzó un pequeño negocio de pociones y también a experimentar, tanto con pociones como a crear hechizos nuevos, la mayoría de ellos eran para curación, los brebajes eran variaciones de los venenos de Giulia escritos en su diario.
Era por éso mismo que ahora se encontraba recorriendo los laberínticos callejones del mercado mágico más cercano a su residencia en Baltimore, su figura se alzaba como una presencia inquietante, silenciosa y oscura mientras recogía diversos ingredientes, algunas veces incluso ingresaba a la pequeña tienda de plantas mágicas, sin embargo hoy... se había detenido en una de las librerías.
La más nueva edición de la biografía de Harry Potter había salido, después de casi cuatro años de su muerte, las primeras ediciones se habían vendido como pan caliente en toda Europa y parte de Australia, el resto del mundo no estaba tan interesado en un suicida de catorce años, pero aún así parte de los libros habían llegado al otro lado del charco. Ésta edición era un poco más impactante ya que contenía fotografías del mismo Harry, el primer libro tenía el de un pequeño Harry; demacrado y con ojeras profundas tras ésos horribles anteojos remendados con cinta adhesiva, estaba en un uniforme demasiado grande para su pequeño cuerpo de aproximadamente siete años, se veía como probablemente desearon que se viera, maltratado y abusado, no tenía idea de cómo Skeeter había logrado hacerse con una foto así, pero suponía que su investigación también llegó hasta el mundo muggle ya que la fotografía no se movía, el segundo libro tenía una foto de Harry en Hogwarts, una de las tantas tardes que iba hacia la cabaña de Hagrid, probablemente fue tomada en su segundo año, aún se veía pequeño en su uniforme de Gryffindor, sus ojos miraban a un punto lejano y su expresión se veía completamente cerrada a cualquier emoción, pero sus brazos rodeaban sus rodillas en un intento de encontrar consuelo en sí mismo, parecía casi seguro que la fotografía había sido tomada poco después de que se revelara que era un hablante parsel, sin embargo, fue el último libro el que había llamado su atención.
Fue tomado a su regreso de la última tarea del torneo de los tres magos, el cadáver de Cedric Diggory estaba a sus pies mientras miraba con ojos enloquecidos a alguien detrás de la cámara, probablemente Dumbledore, en aquél entonces el niño aún confiaba en él... Severus también.
Tomó el ejemplar con manos temblorosas, solo ahora reconociendo los temblores de la maldición cruciatus en las manos de Harry, sus ojos inyectados en sangre, y su mirada lejana, pudo ver la realización del trauma de haber perdido a un compañero de escuela y estar presente en el momento exacto en que la maldición asesina impactó con el joven Hufflepuff. El hombre de negro soltó un tembloroso suspiro cuando, cayó en cuenta que menos de dos semanas después lo estaban chantajeando para casarse con un hombre que odiaba, en un contrato de esclavitud del que no saldría ganando, solo era para mantenerlo controlado bajo la apariencia de protección, pero su vínculo había sido deformado por Dumbledore, como casi toda la vida de Harry, como su propia vida.
-No te recomiendo ése libro- una voz suave le habló, una figura baja cubierta de una gruesa capa negra de invierno se paró al lado suyo, sus pálidas manos tomando el libro entre sus manos -Tiene un final muy triste- susurró el extraño, una extraño con una voz demasiado conocida.
Severus cerró con fuerza los ojos, incapaz tomar fuerzas para atreverse a mirar, por que aquello no podía ser posible, él estuvo ahí, él lo vio dar su último suspiro, él lo enterró con sus padres, su varita y capa en el ataúd...
-Ha pasado un tiempo, Severus- la mano extraña había tomado las suyas y era tan cálida, tan cálida que no pudo reprimir el sollozo que salió de sus labios... cuatro años de haber vivido en soledad, sin ninguna máscara que ocultara sus sentimientos deshicieron casi veinte años de oclumancia forzada.
-Potter- susurró, con los ojos aguados y un nudo en la garganta, la sonrisa que recibió del no tan extraño de ojos verdes fue triste pero aún había esperanza brillando allí.
-Snape-Potter, esposo mío- dijo con una sonrisa un poco más pícara, y antes de que ninguno se diera cuenta, se estaban fundiendo en un abrazo, quién lo empezó no importaba, el punto era la calidez del consuelo de unos brazos conocidos.
Lo demás no importaba, al menos no ahora.
¿El fin?
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Esperanza Perdida
FanficAtención: mire las etiquetas, sino, ahí les va igual: Dumbledore Manipulador, Traición, Harry es una pequeña mierda, y está tan cansado de todo, Severus igual pero lo disimula, la vida es una mierda, Sirius también, muerte de un personaje... En real...