XXIII

446 29 26
                                    

POV. BRUNO BERGERON.

— Ojala la vida nos cruce en un futuro. Donde estemos más decididos, más maduros y ahí habrá tal vez un nosotros.

♥ ♥ ♥ ♥

[...]

— Lo prometes.

— Lo prometo Pol — respondí sonriendo.

—Bruno... ¿Qué hubiera pasado si hubiera muerto?

—¿Cómo?

—Siento que no hubiera pasado nada... me hubieran velado, luego enterrado y con el tiempo me hubieran olvidado.

—Pol...

—Se que no debo decir esas cosas, pero...

—¿Siente que a nadie le importas?

—La mayoría de las veces sí.

—Pol...

[...]

Pol, denuncio a Axel.

Me hubiera alegrado si es que Pol, no me hubiera dejado pensando en sus palabras "Nada... me hubieran velado, luego enterrado y con el tiempo me hubieran olvidado"

Como es posible que piense que todos lo íbamos a olvidar, su padre, Gloria, Oscar, Okasana, Tania, Marc, incluso yo, jamás íbamos a poder olvidarlo, tal vez con el tiempo hubiera dolido menos su partida, pero de solo pensar que Pol pudo haber muerto me causa un gran dolor.

Desde que entro la policía a la habitación de hospital, no dejaban de ver a Pol. Por un momento pensé que se iba a echar para atrás con la denuncia, pero no fue así.

Los policías tuvieron la decencia de explicarle a Pol, en que consistía una denuncia. El denunciar implica, en la gran mayoría de los casos, una detención por las fuerzas de seguridad, pasar una noche en el calabozo, y comparecer ante un juez el día siguiente. Comentaron que para muchos hombres lo consideran una humillación y aumenta su agresividad mientras están detenidos.

—Pediremos su historial medico, para dar seguimiento a la denuncia. Debería descansar y recuperarse — hablo un oficial, y con eso salio de la habitación.

—¿Estás bien? — pregunte acercándome de nuevo a Pol.

—Sí.

—Ven aquí, anda — hable sentándome en la cama de Pol, él con esfuerzo logro sentarse y lo jale a mis brazos.

—¿Y esté abrazo?

—Aún no has aprendido a mentir Rubio.

Pol solo asintió aun en mis brazos. No hubo necesidad de decir nada más, y tampoco hizo falta separarse.

[...]

Después de una larga despedida y de un necio Pol, que no quería que me fuera, me encontraba por fin en mi hogar. Al llegar a mi habitación logre ver a Raffaello sentado en la cama leyendo un libro que le perteneció a mi padre.

—¿Qué haces aquí?

—He venido a verte, ya que no contestas mis llamadas — respondió Raffaello dejando el libro a un lado.

—Ah sí, lo siento, estuve ocupado — respondí quitándome mi tenis. Me subí a mi cama quedado boca abajo. Sentí las manos de Raffaello decender por mi cuello, hasta mi espalda baja en donde las volvía a subir. —¿Qué haces?

—Te acaricio.

—No soy un gato.

—Nunca dije que fueras uno.

Siempre a sido él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora