Capítulo Final

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La Luz del Juicio que atravesará el destino

The_Eight_Magicians.


    En un lugar alejado, a miles de kilómetros de Ciudad Academia, un grupo de personas rodeaban una mesa bastante grande, sentados en elegantes sillas de madera, cada una recubierta con cuero teñido de un color diferente.

    Eran un total de diez sillas, dos de las cuales se hallaban vacías en aquel momento, las coberturas de colores rojo y azul profundo respectivamente.

    En la silla más grande de todas, casi emulando un trono, forrada de cuero blanco, con el símbolo de Plutón tallado en el espaldar, se hallaba sentado un hombre bastante alto, de quizás 1.96 metros. Su cabello rubio plateado, atado en una cola de caballo, y sus ojos fríos como el hielo, observando a sus compañeros desde unas gafas de montura cuadrada. Sus prendas, completamente negras, semejaban una túnica de sacerdote. Una cruz plateada brillaba en su pecho, brillando pese a la oscuridad casi total de la estancia en la que se hallaban.

    - Entonces... ¿las perdimos? -preguntó el hombre, con tono calmado. Tenía los codos apoyados sobre la mesa, juntando ambas manos y entrelazando sus dedos elegantemente, deslizando su mirada de sus compañeros a las sillas vacías.

    - Eso parece, señor Petrov. Después de dictar la condena de las señoritas Morris, la mayor de las hermanas nos atacó por sorpresa, huyendo quién sabe a dónde.

    Isaac Petrov apartó la mirada de las sillas vacías, dirigiéndola hacia su segundo al mando.

    Quien había hablado era un hombre de cabello blanco, que caía por su espalda como una cascada iluminada. Su silla, de un extraño cuero tornasol, tenía tallado el símbolo de Urano en el espaldar. Apenas abrió sus ojos, revelando una heterocromía de rojo y azul. Su rostro carecía de características determinantes para saber su sexo. De no ser por su voz, perfectamente habría podido hacerse pasar por una chica.

    - ¿Y cómo? Sólo salí unos días a Brighton. Expresamente te dejé a cargo de Deus Custodes, y del destino de las traidoras. ¿Cómo es que escaparon?

    - Sospecho que... alguien dentro de la organización les retiró el Sello.

    - Oh... ¿Así que podríamos tener otro traidor? -exclamó Isaac, con una voz tan calmada que daba algo de miedo.

    - En mi opinión, el cómo huyeron es irrelevante en este momento -interrumpió una chica. No parecía tener más de doce años, pero su rostro mostraba una severidad habitualmente exclusiva de algunos adultos. A su lado flotaba un objeto extraño. Tenía una forma esférica, hecho de un material que parecía cobre. Una escotilla pequeña, circular, se abría y cerraba, dando paso a una lente redondeada, similar a un ojo. A su vez, la esfera estaba rodeada por cuatro ruedas que giraban ininterrumpidamente, recubiertas de pequeños ojos y espinas por toda su superficie. Ni siquiera los otros siete presentes sabían cómo flotaba la pequeña máquina, pero tampoco lo cuestionarían. Al fin y al cabo, su joven fabricante era una de las magas más confiables de todo Deus Custodes.

    >> Lo que debería importarnos ahora es quién--o quiénes--las ayudaron a escapar -finalizó, observando a su pequeña máquina, la cual no paraba de producir el tic-tac de un reloj.

    - ¿Bromean? ¡Lo que importa ahora es atraparlas! Saben demasiado. ¿Acaso no sabes en dónde podrían estar?

    - Afortunadamente para ustedes -continuó la niña de la máquina-, Khamesh-'esrey parece haber recopilado cierta actividad mágica en dos lugares distintos.

    Dando un golpecito a la máquina, ésta de inmediato transmutó su figura. Extendiendo y reestructurando sus ruedas, formó la figura de un mapa, con dos puntos luminosos en...

    - Así que Roma y... ¿Ciudad Academia...? ¿Desde hace cuánto tienes esta información, Michelle? -inquirió el hombre de las gafas, esta vez dedicándole una amenazadora mirada a la niña.

    - Recibí las lecturas de magia desde hace al menos una semana, pero hasta no poder confirmar las ubicaciones no tenía sentido decir nada. Fue difícil, ya que las lecturas en Japón fueron inmensas el día 18 de julio, pero súbitamente se desplomaron.

    Isaac se quedó en silencio unos segundos, que los demás sintieron como si fueran eternos.

    - Debo ir a Rumanía en unos días. Italia queda de paso, así que yo me encargaré de investigar las lecturas del área. Michelle, ya que eres la única que puede utilizar esa... cosa, necesito que vayas a Ciudad Academia. Tráeme la cabeza de la traidora.

    - Sí, señor. Así será.

    - Ah, y de paso... dale mis saludos a Aleister.

Toaru Kagaku no Magician; Volumen 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora