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~Poncho~

Camino por el pasillo del hospital revisando una planilla, la joven ha sufrido una herida profunda de arma blanca y su vida aún corre peligro. Su familia no ha dado señales de vida por lo que tuvimos que darle parte a la policía. En realidad, siempre que hay heridas de arma blanca o heridas de bala tenemos que hacer la denuncia por protocolo. Voy tan concentrado que choco con un cuerpo.

—¡Papá aquí estás! — Alzo mi vista y me encuentro con uno par de ojos azules marino, hermosos, expresivos, penetrantes como los de su madre. Mi hija de quince años me sonríe ampliamente y me abraza.

—Ey princesa — La saludo correspondiéndole el abrazo. Su cuerpo se pega al mío, me abraza como si me fuera a ir. —¿Qué haces aquí muñeca?

—Salí tempranito de la escuela y quise venir a verte — Responde con una dulce voz. Miro a Kayra y veo el retrato de mi mujer en ella. —¿Ya acabas?

—No Kay, tengo mucho trabajo — Me excuso. Vuelvo a mirar la planilla y la escucho bufar.

—Pero... vine porque mamá tampoco está, y no quiero pasar el resto del día sola, en casa — Emite con la voz quebrada. La vuelvo a mirar y hago un movimiento de cabeza.

—Lo siento princesa, tengo vidas que salvar — Le acaricio la mejilla y ella baja la cabeza.

—Bien. Que te vaya bien — Expresa. Acomoda su bolso en su hombro y me mira, esperando algo.

—Perdóname ¿si? Saldremos a cenar esta noche, te lo prometo — Su cara se ilumina y asiente.

—¿Y mamá? — Pregunta.

—Los tres. Lo prometo.

—¿Y no discutirán? — Sigue.

—¿Por qué deberíamos discutir? — Pregunto. Ella hace un gesto de no saber, alzando sus hombros.

—Por lo más mínimo terminan discutiendo. Quiero que, si cenamos esta noche, sea en paz por lo menos unas horas — Pide caminando junto a mí el pasillo del hospital. Asiento prometiéndole que todo saldría bien esa noche.

—Ve tranquila y con cuidado hija. Te tomas un taxi y me avisas cuando llegas a casa — Me abraza, la abrazo y le doy un sonoro beso en su mejilla. —Te amo muñeca.

—Y yo a ti papito — Camina alejándose de mí, caminando sin mirar hacia adelante solo para saludarme con un movimiento de mano. La veo cada vez más lejos y mi sonrisa no desaparece. Kayra es mi única hija y mi gran amor.

—¡Que preciosidad! — Me volteo y veo a Freddy, residente de primer año de medicina.

—¡Ojo con mi niña! — La defiendo. Si, mi hija es guapísima y tuvo a quien salir, a su madre. Con quince años recién cumplidos es una preciosa chica... pero sigue siendo mi niña. Mi bebé.

—Ya Poncho, tu niña está en edad de tener novio — Dice pasándome unas planillas. Las acepto y las miro, luego vuelvo a su cara.

—Puede ser que esté en edad, pero tú no tienes chance Federico — Respondo serio. Él ríe y yo lo miro como si quisiera matarlo. —Ya Poncho — Alza sus manos en señal de rendición y sigue sonriendo. —Pero tu hija está de infarto.

—Mas respeto que estoy presente, Sánchez.

—Perdón, Herrera — Se aleja y sonrío. Freddy es un buen residente, uno de los mejores, pero por más que nos llevemos bien mi hija es sagrada. Puede bromear, pero estoy casi seguro que para él es intocable.

~Anahí~

Me retuerzo sobre el escritorio de mi oficina mientras Tony me penetra con brutalidad. Su cuerpo choca contra el mío, sus caderas se mueven a una velocidad insuperable y lo siento cada vez más adentro. Llevamos nuestras ropas puestas, pero así y todo puedo sentir el calor de su piel. Me arqueo cuando estoy a punto de llegar a la cima y siento sus dedos clavarse en mi carne con fiereza.

Relato: Una y Otra Vez | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora