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~Bianca~

Veo como mi padre le apunta en la frente al maldito que me tuvo estos días cautiva. Siento miedo, pues están ambos apuntándose, pero a la vez siento que el maleante no hará nada porque ante un movimiento mi padre le disparará. ¿Lo creo capaz de hacerlo? Otras veces hubiese dicho que no sería capaz de matar ni a una mosca, porque él es médico y se encarga de salvar vidas y no de quitarlas. Pero ahora, viéndolo furioso con la vena del cuello a punto de explotar, siento que ante cualquier estu.pidez que haga el tipo le volará los sesos sin remordimiento.
Diego apunta también en la cabeza del, vamos a llamarle borracho gordo, y se acercan.

—¡No tengo las llaves! — Grita con pánico el gordo, con las manos en alto y la pistola sobre su nuca. Me habían colocado minutos antes esposas en las manos.

—¡La llave! — Grita mi padre. —No te muevas — le advierte antes de tantearlo y buscar las llaves. Cuando las halla se las tira a Diego y él se las da al gordo. El tipejo tarda mucho en quitármelas porque del pánico le tiemblan hasta las manos. Cuando quedo libre mi padre me mira... y fue un error. Ahora todo se dio vuelta, el tipo aprovechó que mi padre desvió la mirada para ahora ser él quien le apuntaba en la cabeza. —¡Corre! — Gritó. Ese grito me hizo caer en cuenta y mis pies comenzaron a funcionar. Miré hacia atrás y Diego luchaba con el borracho que ya no estaba tan borracho. La situación se había dado vuelta en cuestión de segundos.
Mientras corría sentí que disparaban, y mi corazón se paralizó. Frené en seco y miré mi pierna. Me falló y caí al piso.

—¡Bianca! — Sentí que mi padre gritaba y a Diego seguido de él. Me tomé la pierna herida y miré hacia ellos. Diego me miró con furia y le disparó el tipo que estaba de espaldas... al policía. Lo hirió en la espalda y éste por fin soltó a mi padre.
Veo a mi papá correr hacia mí y caer delante de mí ante un segundo disparo. Un frío recorrió mi cuerpo y me recosté en el piso. Mi pierna quemaba y salía sangre a borbotones. Vi a mi padre gemir y tomarse el vientre... y segundos después de ver tanta sangre mi cabeza dio vueltas y lo último que escuché fueron las sirenas de la policía y el grito de mi padre llamándome.

No recuerdo más.


~Anahí~

A veces me pregunto cuándo se acabará tanta desgracia. Cuando mi móvil sonó y los policías me advirtieron de lo que había sucedido me sentí desfallecer. Agradecí que Maite estuviera conmigo, y así ella pudo continuar hablando con el oficial que estuvo en casa en cuestión de una hora.
Me advirtió que habían capturado a los secuestradores, pero que había dos heridos en el rescate. Cuando me nombraron a Bianca y a Alfonso, nuevamente sentí que me moría. Agradecí una vez más que Maite estuviera para sostenerme, porque iba a desmayarme. Desgracia tras desgracia. Eso pasaba.
Me enojó que Alfonso hiciera todo sin consultarme. Ok, había ido para salvar a nuestra hija, pero había llevado a Kayra y la había puesto en peligro.

Cuando llegué al hospital, lo primero que hice fue ir hacia Kayra que esperaba en la sala de esperas junto a ¡¿Diego, el ex de Bianca?!

—¡¿Qué haces tú aquí?! — Me acerqué a él furiosa pero Kayra se interpuso.

—No cometas una tontería mamá, Diego nos ha ayudado — La miro, asustada, con los ojos llorosos y la abrazo.

—¡Caray nena! — La abrazo con mas fuerzas —¡¿Cómo fuero a ponerse así en peligro maldita sea?! — Me quejé. No podía soportar la idea de perder a una de mis hijas.

—Teníamos que hacerlo. ¿Sabes algo de Bianca y de papá? — Me pregunta. Me separo de ella y niego.

—Iré a preguntar — Dejo a Maite, que estaba detrás de mí, con Kayra y antes de irme me disculpo con Diego.

Relato: Una y Otra Vez | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora