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~Anahí~

Abro mis ojos y lo primero que veo es la luz entrando del gran ventanal. Me quedo largos minutos sin moverme, boca abajo y con la cabeza ladeada hacia la ventana. Siento que algo me hace cosquillas en mi espalda descubierta, pero no hago nada. Sé que es Alfonso, se que su mano me está acariciando suavemente como si fuera una pluma.

—Mi amor — Susurra acercándose a mi rostro, besa mi mejilla y me da un mordisquito en el cuello. —Preparé el desayuno en el parque.

—No tengo hambre — Susurro sin despegar los ojos de la ventana.

—Pero tienes que comer. Es sábado, podemos desayunar y salir un rato ¿te parece? — Propone. Me volteo y lo miro a los ojos, le dedico una muy pequeña sonrisa y él sonríe.

—Extrañaba tu sonrisa — Revela mirándome fijamente. —Aunque sea pequeña, me gusta verte sonreír — Añade acariciándome la mejilla. —Anda, ven a desayunar — Insiste. Entonces suspiro, quito las sábanas y me incorporo, sentándome en la cama. Lo miro como una adolescente enamorada y me acerco a su boca.

—Gracias — Susurro contra sus labios. Él me sienta sobre sus piernas y choca su frente con la mía. —Gracias por darme otra oportunidad cuando no la merezco — Añado jugando con el cabello corto de su nuca. Sus manos acarician mis muslos.

—Te amo ¿recuerdas? Quiero que empecemos de nuevo olvidando infidelidades, quiero que hagamos de cuenta que nunca tuviste un amante y que yo me enteré ¿Es posible? — Pregunta.

—Si — Respondo con la voz baja.

—¿Otra vez?

—¿Qué? — Pregunto confundida.

—Prometimos intentar seguir adelante lo mejor posible y no ponerse triste — Expresa acariciándome el rostro.

—Sabes que no es fácil — Respondo.

—Lo sé — Me toma de las mejillas y besa mi frente.

—Será nuestro primer desayuno sin ella — Mi voz se quiebra, pero suspiro para no llorar. Inevitablemente mis ojos se empañan. —Ya — Seco mis lágrimas bruscamente y me quito de encima de él. —¿Qué has hecho? — Pregunto tratando de sonreír. Él sonríe conmigo y me mira con admiración, reconozco su mirada.

—Así está mejor. Hice comida nutritiva, como a ti te gusta. Nada de grasas, ni harinas, ni cafeína — Me acerco y le doy un sonoro beso en los labios.

—Me pongo la bata, lavo mis dientes y bajo — Asiente y se levanta para salir de la habitación.

Me quedo sola y entro al baño, miro mi rostro en el espejo y no me reconozco. Estoy en verdad demacrada, tengo ojeras como si no hubiera dormido en días aunque los sedantes me hayan ayudado. Mojo mi rostro y me sostengo firmemente del lavamanos.

—Mamá... — Escucho una sublime voz en el baño y miro hacia todos lados. No hay nada. Siento la voz de Kayra haciendo eco por todos lados.

—Kayra — Gimo y sollozo. La busco pero nada, en el baño estoy solo y yo y mi reflejo.

—Mamá... tengo miedo — Miro hacia todos lados ¡pero caray que no hay nada!

—Me estoy volviendo loca — Lloro. Mojo mi rostro y me miro nuevamente al espejo. Me seco con una toalla y agudizo mi oído, no se oye nada. Busco en el botiquín detrás del espejo unas pastillas y hay decenas de frascos. Tomo el frasco de rivotril y saco dos pastillas... las miro pero recuerdo que Alfonso quiere que hoy salgamos, así que niego y las devuelvo al frasco. Cierro la puerta del botiquín y veo por el espejo a Alfonso parado detrás de mí. Mi corazón se para. —¡Caray Alfonso me asustaste!

Relato: Una y Otra Vez | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora