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~Anahí~

Luego de colgar la llamada y asegurarme que Bianca ha llegado a su casa, Alfonso me permite ingresar a la sala donde se encuentra Kayra. Está despierta, y me sorprende. Su vista está fija al frente, donde solo hay una pared blanca. Está limpia, sin embargo los moretones siguen allí tanto como los cortes. Tiene vías en sus brazos, dado a la deshidratación y desnutrición que presenta. Siento ganas de llorar cuando la veo así, y lo hago en silencio. Trato de recomponerme, no quiero que mi hija me vea así.

—Ey princesa — Susurro sentándome en la camilla, tomando su mano. La veo frágil y muy delgada, sus manos están marcadas y moradas. —Kay, mírame — Busco su mirada pero no lo hace.

—Está en shock aún Any — Habla Alfonso con un tono neutro.

—¿Se le pasará? — Pregunto con dolor.

—Esperemos que sí. Necesitará psicólogos y mucha contención. Además no hay que forzarla — Explica acariciándome el hombro.

—¿Habla?

—No hace nada — Advierte. No quito la mirada de encima de Kayra, y hasta podría asegurar que pestañea por obligación.

Me quedo largos minutos con ella, le hablo, le cuento de las cosas que han sucedido, le hablo de su hermano por llegar. Trato de contarle las mejores cosas, y no lo que sufrimos su padre y yo. Pero ella no hace ni siquiera un gesto, parece estar muerta en vida y eso me destruye.

~Poncho~

A regañadientes logro que Any se vaya del hospital, y me aseguro que Maite la acompañe hasta que yo regrese a casa. Me dijo que pasaría a hablar con Bianca y que luego iría a descansar, pero me es difícil creerle, se que en unas horas volverá a estar aquí.
Logro poner una enfermera que vigile a Kayra cada segundo y vuelvo a hacer mi trabajo. Es difícil separarme luego de creer por tres meses que estaba muerta, pero es mi deber continuar con mi turno.
Media hora después recibo la llamada de Any, me dice que fue a ver Bianca pero que la niña estaba en la casa de una amiga según su tía. Volverá a intentarlo más tarde y yo la acompañaré.
La enfermera me advierte que Kayra no quiere abrir la boca para comer, así que decido ir y hacer algo para que coma.

—Muñeca — Susurro sentándome muy cerca de ella. No me mira, y es algo que me desconcierta porque cuando llegó al hospital me miró, lloró, habló y gritó. Ahora no hace nada. Su mirada está fija en aquella pared, pero sé que su mente está en otro lado. —Tienes que probar bocado — Hablo con suavidad —Esto que tienes aquí ayuda — Señalo el suero colocado en su brazo —Pero tienes que comer para recuperar fuerzas — Tomo su mano inerte y la acaricio. —Estoy feliz por tenerte de vuelta ¿sabes? Y mi felicidad completa sería si te recuperas — Ladea la cabeza y me mira, sus ojos no expresan nada, pero me mira. —¿Tienes miedo princesa? — Siento ganas de llorar al verla así. Su mano sujeta la mía con debilidad y empieza a sollozar. —Tranquila, yo estoy contigo. Nada te pasará mi vida, te protejo — Se sienta en la cama con brutalidad y me abraza tan fuerte como puede. Atrapo su cuerpo y lloro con ella. —No temas, princesa, estoy contigo — Se aferra más a mi cuerpo sin dejar de llorar —No tardaré en hacerte justicia, hija. Prometo que quien te hizo esto las pagará, pero necesito que hables — Añado. La consuelo en mis brazos por unos largos minutos hasta que deja de llorar. La miro a los ojos y seco sus lágrimas con mis dedos. —¿Qué sientes Kayra? Necesito saberlo — Intento que hable pero no lo hace, baja la mirada y se queda así, sentada, con su mano aferrada a la mía, sin decir nada. Así que dejo de insistir. —Esta comida no es agradable ¿verdad? — Sonrío de lado y ella niega. —¿Quieres otra cosa? Con tal de que comas te traigo una nube de azúcar — Ella sonríe con tristeza y menea la cabeza. —¿Podrías probar un bocado por mí? — Pido suplicante. Mira la bandeja a un lado pero no niega ni asiente. —¿Quieres agua? — Asiente levemente, así que tomo el vaso de agua y un sorbete. —A ver mi chiquita — Le hablo como si fuera mi pequeña niñita y abre la boca aceptando lo que le doy. —¿Pruebas algo? — Me refiero a la comida, acercando una cucharada de sopa a su boca, pero ella corre la cara y mira hacia la ventana. —¿Quieres ir a casa? — Me mira rápidamente y asiente. La observo unos segundos y sus ojos suplicantes me recuerdan a los de Anahí; tan iguales. —Si no comes no podrás salir de aquí, así que tienes que comer — Mira la cuchara que mantengo elevada y luego me mira a mí, entonces asiento y sonrío satisfecho. —¿Tendré que darte como cuando eras una bebé? — Como respuesta abre la boca y prueba su primer bocado. —¿Rico? — Niega y traga. —¿Te gustaría que esté tu mamá aquí? — Asiente y acepta otra cucharada. —¿Quieres que la llame? — Vuelve a asentir y abre la boca como para decir algo, pero se arrepiente y juega con la sábana. —Sé que quieres hablar Kayra. ¿Qué es lo que te impide hacerlo? — Intento hacerla a hablar pero es en vano, se recuesta y abraza la almohada haciéndose un ovillo. Sus ojos se clavan en los míos y la entiendo. —Bien, llamaré a tu madre.

Relato: Una y Otra Vez | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora