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Anahí~

Poncho sale de darse una ducha, apenas con unos bóxers negros puestos, y no puedo evitar pegar mi mirada en él... más hacia el sur. Sonríe de una manera que me enciende por completo, y me arrodillo en la cama.

—¿Qué? — Pregunta sonriendo.

—¿Qué de qué? — Respondo mirándolo a los ojos con una intensidad nunca antes vista. Mi respiración se acelera y mi corazón bombea con rapidez.

—No me mires así — Susurra. Se pasa las manos por la cara y vuelve a reír. —Any, Any, Any — Tararea.

—Ven — Pido con una voz extremadamente cursi y melosa. Estiro mi mano y él vuelve a sonreír meneando la cabeza. Se acerca, se arrodilla en la cama y me acerco a él. Lo toco con suma delicadeza, delineando cada parte de su torso, de su vientre, luego espalda hasta llegar a su ropa interior.
Sus manos toman mi cintura y se deslizan por mis muslos haciéndome gemir. Tengo la piel, el cuerpo, todo ardiendo. Estoy en llamas y se lo hago saber cuando tomo su boca con desesperación.
Sus manos descienden hacia mi trasero, lo masajea y jadeo entre besos. Sube mi diminuto camisón de seda y me deja solo en bragas. Se separa de mi boca lo suficiente para mirarme a los ojos, y veo deseo en ellos.
Acaricia mi rostro, delinea mis labios con sus dedos y pasa su lengua por ellos. Gimo ante ese contacto que me hace dar una punzada en mi entrepierna. Luego me besa, con deseo, con pasión, con un hambre voraz. Y perdemos el control.
Me recuesta con suavidad sobre la cama y vuelve a besarme, ahora con más suavidad, saboreando mi boca. Baja por el mentón, luego se ocupa de mi cuello, lo muerde, lo succiona, pasa su tibia lengua... y desciende por mis pechos, jugando con ellos. Mi espalda se arquea ofreciéndolos más y cierro mis ojos. Tengo los senos sensibles y su boca tan ávida sobre ellos me vuelve loca.
Abandona mis pechos para besar mi abultado vientre con amor, mi gran vientre que lleva una vida dentro, y que en ese momento se hace notar ante un movimiento. Sonríe y baja aún más. Me quita las bragas y abre mis piernas. Lo único que puedo hacer es cerrar mis ojos y dejarme ser.
Me besa como si estuviera besándome en la boca, lo hace con desespero pero poniendo cuidado... y yo me siento morir. ¿Puede ser que tenga el cuerpo tan sensible? Porque siento que, apenas empieza, ya no puedo más. Tomo las sábanas con las manos, apretándolas con fuerzas, conteniéndome. Me arque cada vez más mientras Poncho sigue devorándome con su espectacular boca. Y cuando siento que no puedo más, se detiene y sube hacia mi boca. Nos besamos mientras él se quita el bóxer y guía su miembro a mi entrada. Largo un gritito al sentirlo. Estoy mega sensible y cualquier roce me hace gemir, cualquier contacto me da una descarga, acelera mi pulso y agita mi respiración. Me embiste con suavidad cuidando mi vientre mientras masajea mis senos. Cuando estoy por gritar me tapa la boca con su mano y no puedo evitar morderla, es entonces cuando sale de mí y se recuesta a mi lado. Entonces entiendo que es más cómodo si me subo yo encima... Y así lo hago, intento cabalgarlo con lentitud a un ritmo compás, pero a medida que mi clítoris roza con su piel me vuelvo más descontrolada y lo hago más rápido. Sus manos aprietan mis caderas con fuerzas, su rostro está rojo y sus ojos cerrados. Ambos gemimos sin control. Y cuando toma mis pechos con sus manos y los aprieta, mi orgasmo es imposible de controlar. Culmino junto a él rompiéndome a pedacitos. Siento una descarga eléctrica en cada parte de mi piel y el corazón a punto de estallar. Entonces me dejo llevar, y lo beso para poder ahogar el grito que sale de mi garganta sin poder ser contenido.

—Te amo — Susurro contra sus labios, sintiendo como mi interior aún palpita alrededor de su miembro.

—Y yo a ti — Responde acariciando mi espalda, ambos recuperando la respiración.


~Bianca~

Me despierto muy temprano, miro hacia la ventana y ya ha amanecido. Tomo mi teléfono y veo que son apenas las seis de la mañana.
Bajo como estoy, con el pijama de Kayra que me dio mi padre, y justamente me encuentro con él en la cocina.

—Buenos días pa — Lo saludo con una sonrisa. Él se voltea y puedo ver lo feliz que está.

—Buenos días hija. ¿Cómo dormiste? — Pregunta besando mi frente.

—Genial — Veo que está sirviendo algo de frutas y jugo, y me ofrece. —Gracias — Acepto lo que me da y lo miro, lleva un pantalón de chándal y una sudadera blanca. Además de zapatillas. —¿Corres? — Pregunto fascinada.

—Casi siempre que puedo sí, hoy entro a las ocho, así que puedo ir a correr una hora — Explica.

—¿Puedo ir contigo? Me encanta correr — Digo con entusiasmo. Él sonríe ampliamente y noto que se sorprende.

—Encantado. Desayuna y luego vístete — Acepta. Entonces desayunamos mientras platicamos, luego busco en el closet de Kayra, sin hacer ruido, ropa de deporte. Ella me dijo que cuando necesitara ropa la tomara tranquilamente, y en este momento la necesito.

—Bian... — Escucho su voz adormilada.

—Shhh duerme. Solo tomaba algo de ropa — Digo. Se sienta en la cama y me mira con los ojos medio cerrados.

—Toma lo que quieras.

—Lo hice. Iré a correr — Le explico. Ella me mira confundida y asiente, totalmente dormida. Entonces río bajito. —¿Tienes unos tenis?

—Claro, fíjate allí ponte los que quieras — Le vuelvo a agradecer y tomo unos tenis deportivos y salgo de allí. Me cambio, me hago una coleta en el pelo y bajo.

—¿Lista? — Pregunta mi padre sin dejar de sonreír. Claro que estoy lista, será mi primer entrenamiento con mi él, nuestra primera mañana juntos, solos, como padre e hija.

Casi una hora después nos sentamos en un banco que hay en uno de las pequeños parques en su prestigioso barrio privado, yo con la respiración más que agitada. Tomo agua y él hace lo mismo.

—Amo correr, necesitaba descargar — Digo entre respiros.

—Podemos hacerlo cuando quieras, puedes venir conmigo cada vez que lo hago. Antes Any me acompañaba, pero ahora por obvias razones no puede.

—Me encantaría pa — Digo. Él pasa su brazo por mis hombros y me da un abrazo.

—Pasaremos tiempo juntos — Dice dándome un  beso en la sien. Mira el reloj y creo, estamos a tiempo.

—Ya que estamos aquí, podemos hablar — Sugiero.

—Claro princesa. ¿De qué quieres hablar?

—No sé, de ustedes, de la familia... ¿Tengo abuelos? ¿Primos? ¿Tíos?

—Claro, y ellos ya saben de ti, solo que viven fuera de la ciudad — Explica. —Hablamos a diario por teléfono y les contamos como van las cosas, ya saben de Kayra... y aún no pudieron venir, están desesperados, pero vendrán pronto y los conocerás — Comenta.

—¿Son muchos? — Quiero saber, pues nunca tuve una familia grande, solo éramos mis "padres" y mi tía, nadie más.

—Muchos. Los conocerás pronto — Sonríe.

—Estoy ansiosa — Confieso jugando con la botella de agua. —Papá...

—Dime.

—¿Cómo es que dieron por muerta a Kayra? ¿Qué ocurrió? — Pregunto con los ojos achinados, confundida.

—Verás Bianca — Mira su reloj. Veo que se queda un momento callado, mirando la botella en su mano, luego el piso y luego suspira. Lo noto angustiado al tener que recordar, lo que supuestamente fue, la muerte de su hija. —Ese día Kayra y yo habíamos ido a almorzar... luego de almorzar pasamos a buscar a Dulce y a Maite para volver a casa. Cuando llegamos, Kayra se bajó primera del auto y entró a casa. Me llamó la atención ver a un tipo, desgraciadamente conocido, correr por el jardín... fue entonces que me di cuenta que algo no iba bien porque llevaba un arma en sus manos. Inmediatamente corrí hacia él y le pegué lo más fuerte que pude, sin pensar en nada... porque si estaba ahí era por algo — Explica. Yo lo escucho atenta tratando de comprender.

—¿Era un ladrón?

—No. Era un conocido que tenía algo pendiente con Anahí... Él la amenazó durante el tiempo que ni Kayra ni yo estuvimos en la casa... fue lo que Any me contó. Entonces, luego de cansarme de pegarle corrí hacia adentro. Apenas ingresé un frío recorrió mi cuerpo, y vi en el piso sangre... mucha sangre — Relata. Puedo sentir el frío recorrer mi cuerpo, quizás tal como él lo sintió aquél día. Me abrazo a mi misma dándome calor y lo miro, atenta. Siento una angustia inexplicable, unas ganas inmensas de llorar mientras escucho. —Luego vi a Maite y a Any arrodilladas en el piso, con Kayra muriéndose... Me sentí morir, sentí que mi vida se iba con ella — Añade con un nudo en la garganta. Lo puedo notar. —Intenté quitarle la bala pero ella no se dejó porque le dolería, le dolería mucho más que lo que le dolía la bala atravesada en su abdomen. Y entonces me dijo que no lo hiciera, que cuidara a su madre y que nunca la dejara. De un cierto modo, sabía lo que podía pasar y se estaba despidiendo.


—¿Cómo es posible?

—La tuve muerta en mis brazos, así que mientras Kayra no hable no podremos saber cómo es que la revivieron, o como es que yo la vi muerta. No tenía pulso, estaba fría... estaba muerta — Explica. —No pude haberme equivocado. Kayra estaba muerta.

—Es todo muy... raro — Digo en voz baja. Kayra tiene que hablar, sus padres... mejor dicho, nuestros padres, no pueden seguir viviendo con esta angustia de no saber que ha sucedido. Tiene que hablar, lo tiene que hacer para terminar con esto de una buena vez.





Cuando llegamos a la casa, mi madre y mi hermana están desayunando. Any habla sola, pues Kayra no le da mucha importancia. Veo que solo revuelve el café con su cuchara, con la mirada fija en él y puedo imaginar que debe estar pensando.
Mi padre se va a duchar para luego ir a trabajar, y yo decido saludarlas antes de ir a darme un baño.

—Hola — Dejo un sonoro beso en la mejilla de mi madre y otro en la de Kayra. Ésta, al verme, sonríe ampliamente.

—Hola hija ¿Han ido a correr? — Pregunta Any.

—Si, y lo haré cada vez que pueda — Miro el reloj. —Tengo que bañarme e ir a la escuela — Digo.

—¿Desayunaste?

—Si mamá — Digo. Y veo como a Any se le llenan los ojos de lágrimas. Se levanta y me abraza, y le correspondo el abrazo con la misma intensidad.

—Suena tan hermoso — Susurra en mi oído. Sonrío y no dejo de abrazarla, pero miro a Kayra que mira con seriedad la escena.

—Eres mi madre ¿no? Tengo que acostumbrarme — Alego soltándola. —Iré a darme un baño.

—Bien, puedo llevarte a la escuela si quieres.

—Mmm papá lo hará, le queda de paso. Además tengo que ir por mis cosas a mi casa — Me disculpo.

—Oh, bien — Acepta.


~Kayra~

Cuando mi hermana sale de darse su baño, totalmente lista para irse a la escuela, me encuentra sobre su cama sentada.

—¿Cómo estas Kay? — Pregunta amarrando su cabello húmedo. Solo la miro con seriedad y ella se da cuenta. Se sienta a mi lado y mantengo mis ojos en los suyos. —No me mires así wey ¡me das miedo! — Bromea. Entonces sonrío de lado. —¿Qué sucede? Ya sé, ¿te ha molestado que haya salido con tu papá?

—Lo extraño — Confieso.

—¿Cómo que lo extrañas? — Me pregunta algo confundida.

—Sí, el hombre que era él antes, la persona que era conmigo. Ya nada es lo mismo — Explico.

—¿Por qué dices eso? Tu papá te ama, igual o más que antes. No digas eso — Me acaricia el brazo y me sonríe como si fuera ella mi hermana mayor. —¡Eres su princesa!

—Ahora tiene dos — Farfullo.

—Y tendrá un príncipe. Tendremos. Hay mucho amor, Kay... no debes sentir que las cosas cambiaran o han cambiado, porque no es así. Pasa que todo es muy reciente, las cosas están frescas aún y, entiende, son muchos problemas juntos — Me explica. —Y el mayor problema tú sabes cuál es.

—Lo sé — Digo bajando la vista.

—Papá me contó hoy como sucedió todo, y lo vi muy angustiado. Desea saber quien te hizo eso, desea justicia... y no me parece que tengan que estar siempre con la incertidumbre de lo que te pasó. Tienen que saber, debes contarles. Ellos te protegerán, yo lo haré también. Estaré contigo, soy tu alma gemela, somos una y jamás te dejaré. Te lo prometo — Me dice con toda la sinceridad y el amor que puede poseer. La abrazo y sollozo. —¿Por qué no confías en ellos? — Cuestiona.

—No es que no confíe, es miedo Bianca. ¿Y si les pasa algo? Me muero si les hacen algo... te juro que muero — Lloro.

—No pasará nada, estoy segura que tendremos protección... pero mientras no hables ese tipo estará suelto y ahí si podrá hacer más daño — Explica.

—Hablaré con papá — Decido.

—¿Solo con papá? — Pregunta. Y yo asiento.

—¿Y Any?

—Ella, en parte, tiene culpa de lo que me pasó — Confieso. Mi hermana me mira incrédula, alza sus cejas y sé que no entiende.

—¿Por qué dices eso? — Me quedo en silencio y ella sigue. —Papá me contó que ese hombre que te disparó tenía algo pendiente con Any ¿Qué fue? — Quiere saber. Entonces recuerdos se me vienen a la mente, estoy segura que mi mirada se oscurece y se torna fría, porque lo noto en la cara de Bianca.

—Se te hace tarde para ir a la escuela — Digo parándome y secándome las lágrimas.

—Me dejas con la intriga — Se queja. —En cuanto regrese hablamos ¿va? — Asiento y le dedico media sonrisa para que se vaya tranquila a la escuela. Yo, por lo tanto, mientras no hable ni me recupere no podré volver a la mía.

Relato: Una y Otra Vez | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora