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~Anahí~

Me incorporo sudada y asustada en la cama, mirando hacia todos lados. Está oscuro y no hay ruidos. Llevo mi mano a mi pecho y siento mi corazón latir desenfrenadamente. Me tomo la cabeza con las manos, echo mi pelo hacia atrás y trato de razonar... es entonces que me levanto atropellando todo y corro por la casa. Irremediablemente comienzo a llorar mientras corro por el pasillo hasta dar con la puerta de la habitación de Kayra. ¿Ha sido una pesadilla? Mi corazón dice que no. Mi corazón está vacío y destruido. Entonces caigo en cuenta, mi hija no volverá jamás.
Entro a su habitación y un frío recorre mi cuerpo... no es una pesadilla. Prendo la luz y encuentro todo ordenado a su manera. Una blusa está fuera de lugar en todo el ordenado dormitorio, sobre la cama pulcramente tendida. Me siento en la cama y miro cada rincón de su espacio, aquel lugar que era su mundo. Su mochila, su uniforme, sus carpetas y libros, sus útiles... sus discos, todas las cosas que no volverá a disfrutar. Y ese peluche color celeste regalo de su abuela el día que nació sigue en el medio de la cama. Lo tomo y lo abrazo, conserva su aroma y no puedo evitar desgarrarme en llanto. ¿Cómo es que se puede perder una vida en tan solo unos minutos? ¿Cómo se sobrelleva el dolor que una madre siente cuando la vida le arrebata a su hija? ¿Cómo seguir adelante? ¿Cómo sanar ese dolor desgarrador que se siente en cada parte de nuestra alma?
Abrazada a su peluche escucho como la puerta de la habitación se abre, e interiormente suplico que sea mi hija... pero es Alfonso.

—Aquí estás — Cierra con cuidado la puerta y se acerca. No lo miro a los ojos solo me mantengo abrazada a ese peluche, a ese oso que dormía abrazado a Kayra. —Nada volverá a ser igual — Lo escucho murmurar arrodillado ante mí, acariciando mi rodilla. —Siento... siento que no seré capaz de seguir mi vida sin Kayra — Su voz se quiebra, entonces lo miro. Sus ojos verdes están rojos, hinchados y aguados.

—No hay manera de seguir, Alfonso — Respondo en un susurro. —Nos han arrancado el corazón con las manos... Siento que sobrevivo por inercia. Ya no tengo ganas de vivir, Poncho — Me abrazo a su cuerpo y él me corresponde, me abraza como hacía tiempo no lo hacía... me abraza como solo hoy pudo abrazarme. —Ha muerto mi hija... la razón de mi existir... y ahora tú te vas. Siento... siento que ya no me queda ganas para nada en este mundo.

—No me iré — Responde sobre mi hombro. —No te abandonaré.

—No quiero que te quedes por lástima.

—¡No es lástima Anahí!

—¿Entonces que? Hace unas horas te estabas por ir — Le recuerdo separándome.

—Pero todo ha cambiado. No te dejaré sola, ni yo quiero estar solo superando ese dolor — Explica.

—¡Nunca podremos superarlo Alfonso! Yo... no seré capaz de superar la muerte de mi hija. No. No la olvidaré, nunca jamás en mi vida olvidaré el día que me arrebataron a mi chiquita — Sollozo. Cada minuto que pasa siento que mi corazón, mi alma y mi cuerpo se desintegran cada vez más. —Me mataron en vida — Añado volviendo a abrazarlo.

—Yo te entiendo más que nadie Any, era mi hija también y siento el mismo dolor que tú. Pero... tenemos que estar juntos y sobrellevar de la mejor manera esta pérdida. No te digo que olvides, porque yo tampoco lo haré, pero intentemos mantenernos juntos — Propone.

—No podré Poncho. No podré.

—Intentémoslo. Por favor. ¿Qué hubiese querido Kayra? No nos gustaba vernos mal, ni separados.

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo? — Me enfurezco incorporándome. —¡¡Acaban de matar a nuestra hija!! ¡Me importa una mier.da como estemos!! — ¿Alguna vez podré dejar de llorar? ¿Alguna vez me secaré? Porque mi dolor jamás acabará.

Relato: Una y Otra Vez | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora