Ep. 3

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Cuando al fin llegamos al hotel.

Cuando iba a pagar, me dice: _ Una gran disculpa por lo sucedido, es que aquí es imposible no ver una calle libre sin que un retén esté chingando.

_ No sé preocupe, pero, ¿Cuánto es?

_ No es nada, el viaje correrá por mi cuenta.

_ Mm, no...dígame cuanto es, es que no me gusta deberle a alguien. Así que por favor.

_ Le repito no fue nada, solo tómelo como un aventón.

_ Mm, gracias.

Después de bajar mi maleta del taxi, entré al hotel.

Para mi suerte, tenían habitaciones disponibles.

Entré a mi respectiva habitación, donde seguidamente me acosté en la cama. Sin darme cuenta, me había quedado dormid.

(...)

Cuando pasaron una hora creo, mi estómago empezó a gruñir.
Volteé hacia la ventana, para darme cuenta que ya había oscurecido, solo alumbraban las luces de las calles.
No había comido nada en todo el día, aunque, tengo miedo a salir a la calle.

Creo que no tengo opción y además el hotel no cuenta con menú propio.

(...)

Antes de salir del hotel, le pregunté al guardia que estaba allí si había un restaurante cerca, dijo que había uno, pero a tres cuadras, en el malecón.

Al intentar cruzar la segunda calle, de repente se cruzó una camioneta. Está tenía los vidrios abajo y no traía patente. En la camioneta iban cuatro hombres, dos delante y dos atrás. Aunque se notaban que estaban ebrios.

El que estaba de piloto, pregunta: _ Morra, ¿por qué no te unes a nosotros?

Le contesté lo más serena que pude: _ No, gracias.

Ellos me miraron como, diciendo, "¿Qué dijiste?"

Solo seguí mi camino al restaurante, dejándoles confundidos. Cuando por fin llegué, vi que era un puesto de comidas, pensé que era un restaurante, pero igual no importaba.
El señor que estaba allí, me pregunta: _ Oye niña, disculpa, ¿sabes quiénes eran esos hombres?

Yo, respondí negando.

Esté me miro asombrado, luego contestó: _ Ellos pertenecen a un grupo delictivo de aquí...

No entendía de que hablaba. Aunque solo le pedí comida para llevar, se me estaba haciendo tarde.

Volteé a mirar para ver si se habían ido, pero seguían allí.
Empecé a preocuparme, mil cosas venían a mi mente. ¿Saldría de esto?

Uno de ellos se posó al frente de su camioneta. Quedó observándome.
De pronto el señor apareció de nuevo, diciéndome:
_ Sabes esos hombres no se van a ir hasta que vayas con ellos, es mejor que no te vayas hasta que se larguen de aquí. Porque si pasas ahora por allí, no volverás.

El que había salido de la camioneta, se acercó, diciendo:
_ Hombre, dame de lo siempre.

Amor De Infancia |El Nini|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora