1.11.▪︎

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Durante el vuelo en helicóptero permanecí sentada frente a Bruce, el cuál ya no estaba en la camilla si no sentado. Le tomé de las manos deseando que si realmente existía algún dios ahí fuera, que este nos diese la oportunidad de seguir juntos. Bruce acariciaba mis manos con delicadeza como si temiera que se rompiesen, se paró cuando toco una cicatriz que me hice en una misión cuando el ya se encontraba desaparecido. Este lentamente acerco mis manos a su boca y beso mi cicatriz con ternura, como hace años lo había hecho con las demás que recorrían mi cuerpo.

En ese momento supe que todo el tiempo que invertí buscándolo, el distanciamiento con mi padre, la discusión que tuve con mi hermana cuando no entendía por qué lo buscaba... no habían sido en vano, por que él me seguía amando, no sólo a la chica distraída que era cuando estaba con el sino a aquella que luchaba en el frente para proteger a su país. Y saber aquello me hizo amarlo aún más de lo que lo amaba cuando se fue.

- General debería oír esto -dijo uno de los pilotos mientras le pasaba unos cascos.

Miraba la pantalla, pero tras escuchar lo que le decían se giró a mirarnos para luego decir:

- Eso es imposible, debería contenerse jovencito, tranquilicese. ¿Cuál es su posición?

Escucho lo que decían por el casco para luego ordenarle al piloto de quiera media vuelta.

- Estamos volviendo. ¿Por qué regresamos? -me preguntó Bruce sabiendo que había estado atenta a lo que hacía el general.

- No lo sé, solo le he escuchado decir algo acerca de que era imposible, pero no se a que se refiere.

- Enseñeme lo que hay ahí abajo -le escuche ordenar al general Ross.

Bruce y yo nos miramos sin entender nada e inquietos por no saber lo que ocurría.Buce al mirar la pantalla se levantó de golpe con cara de preocupación. Por lo que le seguí y me sitúe al lado de mi padre. En la pantalla pudimos ver a una criaturas similar a Bruce cuando estaba transformado.

- Es uno de los suyos -afirmó Bruce incrédulo.

- Dios santo -dije sin saber como tomarme este nuevo error del general Ross- ¿Qué has hecho? -le pregunté.

- Salga de ahí soldado -le ordeno el General Ross cuando vimos como ese monstruo se diría hacia él.

La abominación no paro de destrozaron todo hasta que llegó hasta los soldados y le estampó un coche encima dejándonos sin imagen.

-¿Señor? -le inquirio uno de los soldados.

- Que se vayan con todo el equipo a Harlem.

- Tengo que ser yo -soltó de pronto Bruce-. Deben llevarme a allí.

- ¿Pero qué dices? ¿Crees que podrías controlarlo?

- No, controlarlo, no -me respondió Bruce-. Tal vez dirigirlo.

- ¿Y si no lo consigue? -interrumpió el General Ross.

- Creamos esta criatura entre todos, por favor -sabía por qué lo hacía, pero odiaba que le pidiera por favor, y aún más el saber lo que iba hacer, el perder parte de la esperanza de que siguiera a mi lado.

- Aterrize cerca -ordeno el general.

- No, no, siga volando -le corrigió Bruce-. Abra el portón trasero.

- Bruce, espera -le frené-. No sabemos si va ha funcionar. Y si lo haces, eso tal vez revierta todo lo que has logrado. ¿Estás seguro?

- No, por que una parte de mi desearía quedarse aquí contigo y disfrutar que deje atrás esta nueva parte de mi, pero tu me enseñaste que a veces merece la pena el sacrificio. Y aunque odio sacrificar un futuro en el que estaríamos juntos sin complicaciones, esto es lo que debo hacer, si quiero ponerte a salvo de eso. Lo siento -fue lo último que le permití decir antes de besarlo y que el me soltara para dejarse caer al vacío.

² CONTROLANDO LA IRA → Bruce Banner Donde viven las historias. Descúbrelo ahora