La Dra.Lee Siyeon es una renombrada cardióloga, aunque es joven se a ganado la reputación de ser una de las mejores en su campo,sin embargo esa no es la única reputación que la precede,tiene la fama de ser fría y no atarse a ninguna relación seria.K...
Joy beso a Siyeon con necesidad tomando su cuello para que no escapara. Quiso sentarse a horcajadas sobre sus piernas pero un objeto en el bolsillo de la bata de la doctora le incomodaba. Tanteó con su manos para ubicarlo y sacarlo del camino.
- ¿Qué es esto? - La enfermera se separó del beso al ver el extraño artilugio.
- Dámelo - Lo arrebató de sus manos.
- Está bien no tienes que alterarte... - Susurró intentando volver a besarla.
- Joy ahora no - La cirujana la detuvo y la apartó con delicadeza - Lo siento, realmente no estoy de humor hoy.
Levantándose de la silla terminó de alejar a la auxiliar de su cuerpo. A lo que la chica puso una cara de indignación.
- No lo tomes personal, es genial y todo eso... - La pelinegra tomó las radiografías de su escritorio y se dirigió a la puerta - Pero creo que mejor lo dejamos para otro momento.
- E-eres horrible, ¿Lo sabías? - Gruñó la joven a su espalda.
Esto hizo que Siyeon se detuviera en el umbral de la puerta rodando los ojos sin voltear a mirarla.
- Sabes cuanto me has gustado todo este tiempo y aun así te acuestas con todas - Su voz se hacía cada vez más fuerte - ¿Y ahora también me rechazas?
Se acercó a la cirujana y tomó su mano para hacerla girarse.
- De verdad me gustas, ya no quiero ser solo un juguete con el que matas el tiempo - Intentó mirarla a los ojos pero la doctora tenia la vista clavada en el piso - ¿Es tan difícil darme una oportunidad de ser algo más para ti?
- Pensé que teníamos un acuerdo antes de empezar con esto - Suspiró la pelinegra mirando por fin a su acompañante - No puedo darte el amor que no tengo, y tu no puedes exigírmelo.
La frustración era más y más evidente en la cara de la enfermera con cada palabra que pronunciaba la cirujana.
- Aparte del sexo no puede esperar nada más de nosotras - Sentenció con seriedad la cardióloga - Si estás bien con ello, disfrútalo, y si no... Vete.
Tensando la mandíbula y apretando los puños la auxiliar no pudo decir nada para rebatir ese argumento.
- Confío en que entiendes mi posición - Finalizó la galeno saliendo de su oficina cerrando la puerta detrás de si.
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- Huhg...
Una repentina presión en el pecho se apoderó de Bora haciéndola respirar con dificultad mientras caminaba por la calle.
- Agh - Se quejó apretando su camisa - Maldición... Está pasando de nuevo.
Apoyó el cuerpo de un muro tratando de estabilizar su respiración. Buscó con la mirada un lugar para sentarse y recomponerse, por suerte divisó un banco no muy lejos y como pudo llegó a el.
