Capitulo 65

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Bora seguía aferrada a la alarma con el botón presionado. Ansiosa, nerviosa, asustada, preocupada, mil emociones atravesaban todo su cuerpo sin control. Tragaba saliva con dificultad por el nudo en su garganta, miraba atenta a la multitud por si en algún momento aparecía ese largo cabello azabache entre ellos, esperó y esperó, cada segundo parecía una dolorosa eternidad, conforme estos se iban convirtiendo en minutos su esperanza se apagaba y era reemplazada por una horrible sensación.
                   
- Vamos, por favor... - Ni siquiera antes de su operación había rezado tanto en su interior.
                   
Una cruda realidad la golpeo tras otro par de minutos.
                   
¨Se ha ido.¨
                   
Soltó finalmente el botón abatida. Sus ojos se cristalizaron al asumir la derrota, la había perdido y ella misma era la única culpable. Se maldijo mil veces completamente frustrada, ya no había nada que pudiera hacer, por lo menos no en ese momento. Suspiró profundamente y se dispuso a irse, caminando a paso lento y desganado como si de una marcha fúnebre se tratase.
                   
- ¡¿Sua?! - Se escuchó un grito a su espalda y se giró bruscamente siguiendo la voz - ¡Sua! ¡Espera! - Apareció Siyeon a lejanía abriéndose paso entre la gente.
                   
- ¡Siyeon! - La pelirroja se quedó paralizada de la emoción, sentía que aquello era un sueño.
                   
- ¡Aquí estoy! - Hizo señas mientras avanzaba la doctora.
                   
- ¡Siyeon! - Sus piernas finalmente le respondieron y corrió a su encuentro saltando a sus brazos entre lágrimas - P-pensé que nunca... - Sollozó apretándola con fuerza - Pensé que nunca te volvería a ver.
                   
- Aquí estoy, aquí estoy - La envolvió en sus brazos acariciando su espalda para calmarla - ¿Cuándo te dieron de alta? ¿Qué haces aquí? - Preguntó con voz dulce - No deberías andar corriendo por allí - Le levantó el mentón delicadamente para verla a los ojos.
                   
- Y-yoohyeon me dijo que te ibas - Sorbió su nariz.
                   
- ¡¿Qué Yoohyeon qué?! - Espetó furiosa - Voy a matar a esa perra - Gruñó para sus adentros.
                   
- ¡Mala! ¡¿Cómo te vas si decirme?! - Refunfuñó la pelirroja dándole múltiples golpecitos sin fuerza a su contraria - pensé que me abandonarías... - Susurró triste.
                   
- Hey, no digas esos - Tomó las mejillas de la menor entre sus manos - No me estoy mudando hoy, sólo iba a una entrevista de trabajo... Pensaba mudarme en un par de semana si todo salía bien.
                   
- ¿Eh? - La miró confundida - P-pero... - Bora se moría de pena internamente por haber sacado conclusiones precipitadas - S-siento haber hecho que perdieras tu vuelo - Bajó la mirada avergonzada.
                   
- Tranquila - Rio la doctora - Sólo llamaré y haré que reprogramen mi entrevista, no hay problema... - Sonrió mirándola con ternura - Pero tú, viniste hasta acá a buscarme... ¿Debo suponer que seguiste mi consejo y tuviste una charla con el pequeño Han?
                   
Bora se despegó de Siyeon metiendo la mano en su bolsillo y sacando ambos anillos, a lo que la cirujana respondió con una cálida sonrisa.
                   
- Tú... ¡Estúpida tonta! - Exclamó la menor - ¡¿Cómo se te ocurre esconderlos allí?! ¿Y si nunca los hubiese encontrado? ¿Y si... - La pelinegra tomó ambas manos de la chica haciendo que su voz se apagara.
                   
- Lo habrías hecho... Sé que lo habrías hecho - Sonrió colocando unos de los mechones de la joven tras su oreja - Estaba dispuesta a esperar el tiempo que fuera necesario... Y - Carraspeó - Dejando eso de lado... ¿Tengo ya una respuesta?
                   
- ¿Eh?
                   
Separándose de la pelirroja tomó un de los anillos de la mano de ésta y se inclinó posando una de sus rodillas en el piso.
                   
- Kim Bora... Te amo y quiero pasar el resto de mi vida a tu lado, ¿Te casarías conmigo?
                   
El corazón de Bora latía sin control, como nunca antes en su vida, tanta felicidad era abrumadora para ella, pronto las lagrima volvieron a deslizarse por su cara.
                   
- Si... ¡Si! Quiero casarme contigo - Respondió temblando de la emoción entre aplausos de los espectadores de aquella hermosa escena.
                   
Siyeon deslizó el anillo por el dedo de la joven y se puso de pie para abrazarla, pero en cambio ésta se colgó a su cuello plantándole un tierno beso que la mayor recibió como si fuera su ticket directo al paraíso. Ese contacto tan ansiado por ambas, era tan necesitado, se habían entrañado tanto que en el momento que sus labios se tocaron fue como si se transportaran a otro mundo donde sólo estaban ellas y nada más importaba.
                   
- Ajem... - Carraspeó una voz masculina sacándolas de aquel oasis de fantasía - Vivan las novias - Bromeó San.
                   
Inmediatamente se separaron completamente sonrojadas ante la presencia del castaño.
                   
- Oh, no no, por favor tómense su tiempo - Siguió burlándose el chico provocando que su hermana rodara los ojos y la cirujana riera en voz baja - ¿No crees que los tíos deberían conocer a tu novia antes de que te lleve al altar? - Levantó la ceja - Invítala a cenar o algo.
                   
- Cállate baboso - Bira le sacó la lengua.
                   
Aunque en el fondo San tenía razón, jamás había siquiera mencionado que tenía pareja a sus familiares y ahora de repente estaba comprometida. Sin duda un par de explicaciones si que tendría que dar, era lo mínimo que se merecían sus tutores después de haberla criado y cuidado la mayor parte de su vida. Sentía era tiempo de formalizar las cosas con su familia y cuanto antes lo hiciera mejor.
                   
Casi como si le estuviera leyendo la mente, la doctora tomó su mano y la miró con una sonrisa expectante, como si supiera exactamente qué era lo que la pelirroja quería decir en ese momento.
                   
- Uhm... ¿Q-quieres venir a cenar con nosotros? - Preguntó algo tímida cosa que mató de ternura a Siyeon.
                   
- La verdad es que estoy bastante hambrienta y no tengo nada de comer en casa porque no se supone que estaría aquí - Bromeó antes de dejarle un beso en la mejilla - Me encantaría...

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