Al día siguiente Junkyu esperaba sentado en los escalones de la panadería de su casa. Llevaba una mochila y un sombrero para el sol. Haruto le había dicho el día anterior que tenía una sorpresa para él y que lo esperara a medio día para llevarlo a un lugar.
Sus amigos habían ido a visitarlo por la mañana y le habían ayudado a cambiarse, así que ahora mismo Junkyu tenía una sonrisa de oreja a oreja que nadie le podía quitar. Olvidaba lo feliz que era con sus amigos, sus bromas y sus palabras reconfortantes que siempre tenían para él.
— Ya estoy aquí. — Llamó Haruto mientras se acercaba a él. — ¿Estás listo?
— Es que no sé a dónde vamos. — respondió el otro levantándose de su lugar. — Pero supongo que si.
— Te va a gustar, te lo prometo. Pero antes de que nos vayamos. — Haruto tomó una de sus manos entregándole el nuevo bastón que semanas atrás había comprado para él. — Esto es para ti.
— Un nuevo bastón... — dijo con una sonrisa. Lo extendió y le dio un par de golpecitos. — Es incluso mejor que el que tenía antes. Haruto, no puedo aceptarte esto, son muy caros y siento que este lo fue aún más.
— Lamento decirte que aunque me lo quieras regresar, tendrá que ser para ti. De lo contrario me habrás hecho gastar en vano y no tengo a nadie más a quien dárselo. Así que nada de excusas, es tuyo.
Junkyu sonrió en grande tomando su nuevo bastón para empezar a caminar.
— Es más fácil para mí caminar así.
.
— Antes que nada, quiero decirte que tu familia sabe donde estamos y a qué vinimos. Ellas estuvieron de acuerdo en esto y sólo espero que tú también lo estés. — Haruto finalmente se estacionó y mientras apagaba el motor, siguió hablando. — Yo sólo quiero ayudarte y no hago nada de esto con otra intención, menos por lástima. Lo hago porque somos amigos y me importas.
— Lo sé, Haruto. Sé que tú eres bueno.
Haruto sonrió con la respuesta.
— Baja, entonces. Nos espera un día muy largo.
Junkyu abrió la puerta y Haruto se apresuró a bajar también para ayudarlo, pero finalmente lo dejó hacerlo solo, y después cerró la puerta.
— Creí que necesitabas ayuda todo el tiempo. — cuestionó mientras se acercaba lo suficiente para que Junkyu sintiera su hombro y se guiara con el.
— Sabes que no me refiero a cosas sencillas. — respondió el otro dando golpes sobre el suelo con su bastón para saber por dónde ir.
— Si me lo preguntas a mí, el echo de que te hayas guiado por el tacto para saber en donde pisar y no resbalarte, no lo hace cualquiera. Yo me hubiera caído y estaría en el hospital ahora mismo por una fractura.— agregó el japonés logrando sacarle
— Supongo que si hay algunas cosas que puedo hacer... No muchas... — respondió intentando no hacer notoria aquella sonrisa de orgullo por sí mismo.
Nunca lo había visto de ese lado. A decir verdad, siempre intentó actuar como una persona que podía ver, pero ese no era su caso, él no podía ver y eso no implicaba no poder hacer otras cosas, si no, poder hacerlas, pero de una manera diferente.
— Bien, detente. — habló Haruto deteniendo su paso. — Aquí es.
Junkyu se detuvo y acercó su bastón consigo esperando otra indicación o al menos un ruido.
Empezó a escuchar unos cuantos susurros y cuando estuvo a punto de hablar sintió algo entre sus manos. Algo húmedo que de repente lo lamió también.
— Te presento a tu nuevo perro guía. — dijo Haruto sosteniendo la correa de aquel cachorro que olfatea a a Junkyu haciéndolo retroceder. — Tranquilo, está entrenado, pero te está conociendo.
— Pero yo nunca he tenido un perro guía... ¿Qué se supone que haga? — preguntó Junkyu sintiendo como el cachorro sólo lamía sus manos, y él sólo intentaba alejarlo sin saber qué hacer.
— Por eso te traje aquí. Te presento a mi amigo Asahi. Él te va a ayudar con tu perro guía, además, él es su entrenador y eres su primer dueño.
— Mucho gusto, Junkyu. Haruto me ha hablado mucho de ti. Me presento, soy Asahi y trabajo en una institución para personas con discapacidad. — Asahi tomó su mano y Junkyu lo saludó también. — Me especializo en personas con discapacidades visuales. Voy a ayudarte a manejar a tu perro guía y a tomar de otra manera tu discapacidad.
Junkyu asintió formando una pequeña sonrisa sintiéndose un poco más seguro.
— Primero, necesito que lo conozcas bien. — Asahi tomó la correa y lo acercó a lo acercó a Junkyu lo suficiente como para que pudiera tocarlo. — Haruto, ayudalo.
Haruto hizo que Junkyu se agachara y estando a su lado guió sus manos hasta la cabeza del canino.
— Es muy peludo... — susurró Junkyu soltando una pequeña risa. — ¿Y cómo se llama?
— No tiene nombre. Ponle uno. — respondió Haruto. — ¿Cómo te gustaría que se llamara?
— No lo sé... Nunca he tenido un perrito... Oh, pero tengo un gato, ¿eso no será un problema?
— No te preocupes, este nuevo amigo está bien entrenado. — respondió Asahi.
— ¿Puede llamarse Tobby? Me gusta ese nombre.
— Si a ti te gusta, está bien.
— Se llamará Tobby.
Asahi asintió y trajo la correa especial que llevaría desde este momento para poder guiar a Junkyu.
— ¿Estás listo? — preguntó Haruto ayudándolo a levantarse.
Junkyu asintió con una gran sonrisa en sus labios. Asahi le entregó el otro extremo de la correa y lo ayudó a posicionarse, sentir el movimiento y la posición del canino cuando estuviera por comenzar a caminar y lugar que debía tomar antes de andar.
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«lindo corazón» - [HaruKyu]
FanfictionHaruto una vez encontró a un chico sentado sólo en un aula vacía y jamás supo como dejar de ir en todos sus descansos a verlo. -Capítulos cortos -Historia corta