Capítulo 12

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Llego la noche y con ella mientras le iba dando los últimos toques a mi vestido otoñal era sencillo, consistía en un vestido largo para nada pomposo de un color azul oscuro y con las mangas largas dando un toque elegante mientras en el medio llevaba un corseé blanco.

Cuando salí de mi habitación, me encontré como de costumbre a Azael esperándome en la puerta de mi habitación

Iba con una camisa a medio desabrochar y una chaqueta azul oscuro desabrochada.

Se veía muy sexy.

-estas preciosa, mi reina. -dijo y juro que me derretía con sus palabras.

-tu-tu tampoco estas mal.

- ¿Qué no estoy nada mal? Pero si esta toda roja mi reina.-dijo y me agarro en brazos para darme vueltas por todo el pasillo.

Reímos.

Nos besamos.

Y corrimos mientras reíamos hacia la entrada donde nos esperaba el carruaje.

-te gane. -me dijo.

-eso no es justo yo llevo tacones.

-pues si te consuela, corres bastante bien con tacones.

-lo sé, mi rey.

De repente su cara cambio por completo y pude ver un brillo en sus ojos.

- ¿soy tu rey? -pregunto con ilusión mal disimulada.

- mmm ¿tal vez? No se creó que olvidé algo que dije ayer.

-que cruel –hizo un puchero y me prometí guardar esa imagen mental en mi cabeza para siempre. -pero ¿sabes? Yo si lo recuerdo...mi reina.

-que no se te suban los aires de grandeza, que aún no nos casamos. -dije mientras me abrían la puerta del carruaje y nos subíamos.

- ¡es cierto! Me pregunto... ¿Cómo debería pedírtelo? -dijo y le di un pequeño golpe en la cien.

-¡auch!.-dijo Azael y le respondí una última vez antes de ponerme a mirar el paisaje lleno de montañas y campos de girasoles algo marchitos por la ya llegada del otoño.

...............

Cuando por fin llegamos, estaba notablemente nerviosa, digamos que la primera y última vez que vine ahí no fue muy agradable.

Pero esto era una fiesta y como reina no podía perderme algo así.

Menos mi ahora prometido.

Salimos del carruaje y mi prometido me sostenía la mano acariciándome con el pulgar para calmar mis nervios.

Sonaba bonito.

Prometido.

Aunque obvio no se lo diría.

Mi sorpresa fue que al llegar pocos se fijaron en nuestra llegada, los puestos de ropa, zapatos, flores, joyas y comida estaban muy concentrados en vender, mientras otros bailaban al son de una bonita y movida canción compuesta por flautas, violines y tambores.

Fue entonces cuando Rápida he intrépida ya sin miedo a nada, fui recorriendo las tiendas llevándome del brazo a mi prometido a todas las tiendas que me llamaban la atención comprando toda clase de cosas que no necesitaba a precios muy elevados ya que así les daba una buena propina a los que eran generosos y merecían mi respeto

Mi tienda favorita fue una de libros y me termine comprando unos cuantos libros de romance.

Y por supuesto cuando acabe de comprar todo lo que quería y vaciar mi cartera y mi apetito con una exquisita tarta de calabaza, llego mi hora favorita, la hora del baile.

Mi infierno contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora