012.

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- I have no words to describe the disgust that I now feel remembering those moments -

Sam.


Lo siento mucho, pero "Samantha Saint" no está a su servicio en estos momentos. Por favor, no vuelva nunca si no va a decir algo importante. ¡Gracias!

Eso era lo único que quería decirles a todos esos estúpidos en la preparatoria, sin embargo, no sabía el porqué y ni cómo no se los podía decir.

Esa misma ola de miedo me llenaba, sentía que iba a ser juzgada al menos por decir un "hola, ¿me pasa mi lápiz?".

Y para completar el mejor día de todos, Verónica ni siquiera había venido. Genial, menos apoyo para poder salir del baño.

Me veía cada vez en el espejo, y realmente la cara de estúpida se notaba todos los días. Ellos tenían razón, todos la tuvieron.

¿Por qué viniste hoy? No le hacías falta a nadie”.

“Estos últimos dos días fueron los mejores sin ti, Saint”.

“No entiendo cómo es que Aidan aún te puede hablar, con gran cara de mierda que tienes”.

Eso sí había dolido aunque la reina Isabel me dijera: no le hagas caso querida, eres perfecta tal y como eres. Ese pensamiento de que ellos tenían razón inundaba mil veces mi cabeza.

Pero tenía que ser valiente, no podía quedarme aquí como una estúpida viéndome en el espejo y esas lágrimas ser derramadas por comentarios de otras personas. Había caído, había hecho lo que ellos quisieron con sus comentarios repugnantes y asquerosos, me había dejado pisar por los demás. Pero ya no podía estar así, ya no podía quedarme encerrada en el baño de la preparatoria dejando que los comentarios aún estén rondando por los pasillos.

Me lavé la cara, me quité esas lágrimas, recogí mi mochila y salí de los baños. Me alivié un poco al notar que ningún estudiante estaba por los pasillos, eran las nueve de la mañana, eso significaba que todos estaban en clases.

Al menos ahora tendría menos burlas.

Decidí dirigirme al salón que me tocaba, los pasos fueron decididos pero pesados, como: tengo que llegar, pero a la vez no quiero ir. Por lo tanto, no me preocupé en mi forma de caminar, a la final, nadie me vería.

Al llegar, respiré profundo unas mil veces por segundo antes de entrar. Me obligué a que una ola de valentía me inundara la mente. Veía cada extremo de la puerta, una esquina a la otra, y juraba que estaba apunto de irme de ahí, pero no fue así cuando la puerta ya la habían abierto.

---- Señorita Saint, ¿por qué no entra? ---- tan rápido ví esas canas y poco pelos, esa piel llena de arrugas y unos lentes negros con unos ojos negros detrás de ellos. Al fondo escuchaba pequeñas risas detrás de él esperando mi paso.

No pregunté, no analicé, no me sumergí en mis pensamientos, solo pasé aquella puerta como si fuera otro día más, tratando de ignorar comentarios repugnantes hacia mí y buscando un asiento de por ahí. Esto era lamentablemente, no había ningún asiento de los últimos desocupados, maldije mil veces y a la vez recé mil espíritu Santo para que deje de estar en ridículo y que las risas no sigan escuchando por las grandes paredes.

𝐈𝐍𝐋𝐘. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora