Capítulo 1

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- Os presento a la princesa Tess Targaryen. La primera de su nombre y heredera de los siete reinos.
La gente estaba reunida en la sala del trono de hierro dando la bienvenida al pequeño bebé que la princesa Rhaenira tenía en sus brazos, fruto de su matrimonio con Leanor Velaryon.
Todos felicitaron a la pareja. La princesa había nacido dos meses antes ,aunque había que reconocer que tenía el tamaño de un bebé de nueve meses. La pareja daba las gracias a los buenos deseos de todo el mundo. Viserys se encontraba feliz junto a su hija y su yerno, admirando a su primera nieta. Su mujer, la reina Alicent, se encontraba junto a el mirando a la pequeña. Era una bebé preciosa, había que reconocerlo. Tenía la piel rosada, se veía una suave pelusilla rubia bajo el gorro que llevaba puesto y los ojos eran los de los Targaryen. Aún así Alicent dudaba.
Antaño ella y Rhaenyra habían compartido todo. Habían sido mejores amigas, como hermanas y de la noche a la mañana todo había cambiado. Cuando Viserys anuncio que se casaría con ella y no Laena Velaryon como se había hablado, la furia de Rhaenira se disparó. Dejo de lado sus paseos, sus confesiones, cualquier cosa que hiciesen antaño Rhaenyra la corto de raíz. Y cuando parecía que podían volver a ser lo que fueron antes llegaron las mentiras y los secretos. Alicent quedó tan herida por qué su amiga la hubiese mentido y para colmo, haberla defendido tan ciegamente, que si, que decidió darle a Rhaenyra lo que quería. El fin de su amistad. Así que no era de extrañar después de tantos años y tantos secretos y mentiras, que ese bebé tan precioso y tan perfecto fuese un bebé sietemesino.
Una agotada Rhaenira decidio que era momento de retirarse y dejar a los invitados celebrando el nacimiento de su hija.
- Llevaré a la princesa a su cuna.
- Te acompaño, esposa.
Rhaenyra se acercó a su padre, sentada en El trono de hierro ya hacia quince años y se inclinó para besarle e inclino a su pequeña hija para recibir la bendición por su parte.
- Que descanses, pequeña.
Con una reverencia Leanor y Rhaenyra se retiraron.
Subieron a los aposentos donde estaba la nodriza con sus pequeños hermanos, hijos de Viserys y Alicent: Aegon, Healena y Aemond. Al entrar allí estaban los tres, cada uno en una parte de la habitación y la nana sentada tejiendo. Dejarían a su cuidado a la pequeña princesa hasta que se terminase la celebración.
Todos se pusieron de pie en el momento que entraron e hicieron sus reverencias. Rhaenyra y Leanor sonrieron.
- Os dejo a mi hija, Merith. Cuidadla.
- ¿Podemos cuidarla nosotros también?
La pequeña Helaen ase acercó a la cuna donde dejaron a Tess. Era una niña un poco peculiar ya que le gustaban demasiado los insectos, exactamente tenía devoción por las arañas.
Rhaenyra no tenía una gran relación con sus hermanos.  Se llevaban bastantes años de diferencia y hasta ahora, que tenía a su hija, no pasaba por la habitación de los niños. Penso que lo mejor para su hija, que se criaria con sus hermanos, sería tener una relación más cordial con ellos. Con una sonrisa acaricio el rostro de Healena. Era una niña muy bonita.
- Claro que sí.
- Yo no quiero. Los bebés son aburridos.
Aegon siempre había sido más rebelde y no era de extrañar su comportamiento. Estaba en una esquina jugando a las guerras con muñecos de madera, los golpeaba y los lanzaba al fuero. Mejor mantenerlo alejado de su hija. Se giró y busco con la mirada al pequeño de los tres hermanos. Aemond estaba a un lado de la cuna mirando al bebé sin decir nada y sin ninguna expresión. Así como Aegon era un niño inquieto y rebelde su hermano pequeño era más solitario y tranquilo, demasiado tranquilo para un niño.
Rhaenyra se fijó en el cambio de expresión cuando el bebé despertó y fijo sus ojos, tan azules como el mar angosto, en el. Dos ojos prácticamente del mismo color fijos el uno en el otro como si estuviesen manteniendo una conversación y se estuviesen entendiendo. El rostro serio del joven Aemond comenzó a suavizarse y vio como este introducía la mano en la cuna y acariciaba el rostro de la pequeña que sonrió.
Y allí, a punto de entrar en la habitacion se encontraba otro Targaryen que fue a despedirse de Rhaenyra y su hija, pero que al ver aquella imagen de matrimonio feliz decidio no molestar y marchar en silencio.
Algún día volver y reclamaría lo que era suyo.

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