Capítulo 4

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Estaba en el patio con una espada de madera esperando a ser Harwin. Habían quedado temprano, antes de que los príncipes entrenasen, así que le había tocado madrugar.Aun no había terminado de salir el sol, otro castigo de su madre. Sabía que le encantaba dormir, pero le habia dejado en claro que sus otras clases seguían programadas a las mismas horas y que no debia entorpecer los demás entrenamientos, así que la única opción que le había dado si quería entrenar era madrugar.
Se había puesto unos pantalones marrones y una camisa blanca. Su pelo rubio platino estaba atado con una simple tira de cuero ya que ni las doncellas se habían levantado para peinarla con sus correspondientes trenzas.
Comenzó a girar la espada en su mano e hizo varios movimientos que había visto a ser Colín mandarles hacer a los chicos en sus entrenamientos.
- El brazo en alto, princesa.
Tess se giró rápidamente y vio a ser Harwin con su propia espada de madera.
- En un combate no os darán tregua, pequeña princesa. Sois pequeña, ágil y escurridiza...- dijo esto ultimo entre risas. Tess sonrio- así que tenéis una ventaja. En guardia.
Antes de que tuviese tiempo a reaccionar ser Harwin se abalanzó sobre ella y la hizo caer .
- Más rápido.
Se puso en pie rápidamente de un salto y se puso en guardia.
- Atacó.
Sin acabar de decir la palabras ya le tenía encima de nuevo con su espada. Paro el primer toque, pero el segundo le dio en el muslo.
- No tenéis tiempo de pensar, princesa, vuestro oponente dará estocada tras estocada sin daros cuartel. Debéis de leer sus intenciones, donde pretende atacar y en qué momento.
Cada palabra que decía su profesor se le quedaba grabada a fuego. Para cuando terminaron el resto de los soldados estaban listos para comenzar con su entrenamiento y sus hermanos y tíos bajaban las escaleras.
Estaba cansada, sucia y dolorida, pero feliz y satisfecha. Ser Harwin la miro con orgullo y una sonrisa.
- Mañana a la misma hora. Y preparaos... Porque no me veréis llegar.
Con una reverencia se marchó. Sus hermanos se acercaron.
- Dios, Tess, apestas- comenzó Jace.
- Pues así es como hueles tu durante el día, todos los días.
- ¿Que tal ha ido?
Tess se giró con una sonrisa. Aemond apareció por detrás. El si se preocupaba con ella.
- Sobrina, das pena. Será mejor que lo dejes ahora que estás a tiempo- como siempre Aegon con sus malas formas.
- Eres el menos indicado para hablar, tio. Pena da verte a ti borracho y detrás de las doncellas.
- Enana contestona- se acercó a ella, pero Aemond y sus herma os se interpusieron en su camino- Un día de estos te daré tu merecido, mocosa.
- Idiota- murmuró.
- Será mejor que vaya a darte un baño y sigas con tus clases. Nos vemos más tarde.
Se despidió Aemond dándome un suave tirón a un pecho suelto de su coleta.
Con una sonrisa santisfecha se dirigió a sus aposentos dando saltitos. Mañana sería un nuevo día.

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