La puerta de su dormitorio se abrió. No había podido salir de su habitacion en todo el día ya que su madre la había castigado sin salir, ni si quiera la había permitido ir a cenar al comedor como todas las noches, pero no le importaba porque por fin iba a aprender a manejar la espada. Estaba tan nerviosa y feliz que no tenía apetito. Desde hacía tiempo veía luchar a sus tíos y hermanos y más ganas tenía de poder coger una espada. Quería aprender a defenderse. Quería aprender a luchar como todos ellos. Miro a la persona que camina hacia ella y sonrió. Su cabello rubio se movía con sus movimientos, adoraba su pelo tan parecido al de ella.
Aemond se acercó a la cama donde estaba y se tumbó a su lado. Ambos boca arriba mirando el dosel de la cama, ella con una boba sonrisa en su cara y Aemond pensativo y en silencio.
- Supongo que estarás contenta.
- Sabes que quiero aprender a luchar.
- Tess, las damas no suelen aprender a manejar la espada.
- Quiero aprender a defenderme.
- Yo te puedo defender.
Tess miro a Aemond y este la miro a ella. La mirada del joven era muy intensa y expresaba lo que quería decir.
- Ojalá siempre estés ahí para defenderme, pero quiero aprender a protegerme y poder proteger a los mios.
- ¿Porque no estaría para protegerte? Soy bueno con la espada.
- Lo se, pero he oído a madre hablar con padre...
- ¿Sobre que?
Aemond se puso alerta. Se sentó en la cama, atento a la respuesta que sabía no quería escuchar por qué el también había oído algo.
- Sobre Roca Dragón.
- Puedes quedarte aquí. Seguro que a mi hermana no le importa.
Tess negó con la cabeza.
- Debo estar con mis padres y mis hermanos.
- Hermanastros- susurro Aemond enfadado.
- ¡Aemond!
- Lo son, Tess y lo sabes. No hay que estar ciego. Siento que te duela, pero es la verdad.
- Se que estás enfadado y por eso dices esas cosas, pero no es algo seguro que nos marchemos.
- Si te marchas no nos veremos- Aemond miraba a hacia cualquier lugar menos a ella.
- Nos seguiremos viendo.
- Sabes que no- por fin la miro. Tenía los ojos llorosos. La joven se acercó por la espalda y le abrazo.
- Prométeme una cosa, Aemond- susurro en su oido- Prometeme que cuando seamos mayores, aunque estemos años sin vernos, en un futuro nos casaremos, así nadie nos podrá separarnos.
Aemond se puso rígido. Giro la cabeza y miro a la niña de siete años que le abrazaba y sonreía. Casarse ¿Tenía siete años y pensaba en casarse? ¿Con el? Tenía que reconocer que no le disgustaba la idea. Tenía once años y ella siete, puede que dentro de diez años ambos pudiesen casarse y no volver a separarse nunca más. Si ella se iba la echaría de menos. Era la única en la que confiaba, con la que sentía a gusto y podía expresarse abiertamente. Los demás no le trataban bien, le hacían sentirse como un bicho raro. No tenía un dragón como sus sobrinos y sus hermanos. Incluso Tess tenía un dragón, el cual era impresionante. Dragar. Una belleza de escamas blancas y ojos azules.
Tanto Aegon como Jacerys y Lucerys se metían y reían de el por no poseer un dragón, incluso le gastaron una estúpida broma diciendo que le habían conseguido un dragón cuando aprecio un enorme cerdo con unas alas falsas echas por ellos. se estuvieron riendo de el durante semanas. Solo su hermana, que vivía en su mundo y Tess que siempre le defendía y apoyaba, no les importaba. La joven siempre le decía que estaba segura de que encontraria a su dragon, aunque él no estaba muy seguro, ella siempre le animaba y conseguía olvidarse por un momento de todo.
- Te prometo que pase el tiempo que pase volveremos a vernos y nos casaremos con o sin permiso. Nadie podrá separarnos.
La sonrisa de Tess se hizo más grande y empujó a Aemond a la cama para volver a tumbarse. Ambos cerreron los ojos y sumidos en sus pensamientos poco a poco se fueron quedando dormidos juntos, como querían estar siempre.
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Corazón De Dragon
FanfictionUn joven marcado por una infancia oscura y una joven que ilumina su vida. Dos familia enfrentadas y un amor tan fuerte que será capaz de romper las barreras que les impiden estar juntos.