Capítulo 24

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Habían sacado a toda la gente de la sala, solo quedaban la familia más cercana y algunos soldados que custodiaban y protegían a su rey
- Madre... Tu sabes que siempre he amado a Aemond.
Rhaenyra miraba a su hija con compasión. Ella misma había pasado por algo parecido cuando ella y Daemon se amaban, pero no podían estar juntos ¿Le tenía que ocurrir lo mismo a su hija? ¿Se estaba repitiendo la historia?
- Todo esto es culpa tuya - Alicent señaló a Rhaenyra, tenía la mirada descolocada- ¡Tu has permitido esto!
- Yo no he hecho nada. Ellos se aman ¿Que mal hay en ello?
Rhaenyra se dijo que intentaría apoyar a su hija, aunque tenía que admitir que Aemond no era precisamente la persona con la que quería ver a su hija como esposo, pero ella no podía elegir y no quería hacerlo porque sabía cuales serían las consecuencias. Lo sabía muy bien.
- Aemond - una angustiada Alicent corrió hacia su hijo y le agarro de las manos- Esto es un capricho, mi niño, puedes esperar a alguien mejor.
- Alicent- Viserys llamo la atención de su esposa intentando callarla antes de que digese más de lo que debia.
- ¡No! - grito mirando a su esposo- tu hijo se ha casado con su sobrina ¡Con tu nieta, Viserys!
- Lo he oído perfectamente.
- Entonces entenderás que no pueda aceptar esta locura- miro de nuevo a su hijo - Aemond, nunca te he pedido nada, siempre has salido mi hijo más fiel. Esto es un capricho, lo se. Tu no amas a Tess, ella te ha hechizado, te ha seducido igual que...
Alicent callo en el instante que se dio cuenta de lo que estaba a punto de decir.
- Decidlo.
Daemon estaba ansioso, Rhaenyra se lo notaba, pero no sabía si por la lengua venenosa de Alicent o por qué Aemond le hubiese arrebatado a una de sus hijas, tal vez una mezcla de las dos.
Una orgullosa Alicent levantó el rostro, sin arrepentimiento de lo que había dicho o estaba a punto de decir, pero no miro ni por un instante a Daemon o Rhaenyra.
Aemond se apartó de su madre y agarro a Tess acercándola a el. La abrazo por los hombros y miro a su madre fijamente.
- No puedo permitir esta locura. Tal vez deberíamos considerar la propuesta de ser Vaemond...
- ¡Ella es mía!- Alicent dio un salto asustada por el grito y miró sorprendido a su hijo, al igual que todos los presentes. Aemond estaba furioso- ¡Nadie la tocará! Nadie, absolutamente nadie la alejara de mi porque volveré por ella las veces que hagan falta. Ella es el futuro que quiero tener y el que ella me quiere dar. Y si ha de librarse una guerra para que estemos juntos... Que así sea.
La sala quedó en silencio. Daemon miro a su sobrino y lo vio desde otra perspectiva. Amaba realmente a su hija o eso le parecía. Vio como Tess sonreía y el sonrió a su vez. Un hombre que hace sonreír a sus hijas es un buen hombre para ellas, aún así no se lo pondría fácil.
- No puedes hablar en serio, Aemond - lord Otto se acercó un paso, pero Viserys se paró colocando su bastón en su pecho.
- Aemond, soy tu madre. Debes escucharme.
- No hay nada que decir.
- No puedes estar con ella.
- ¿Quién lo dice?
- Yo lo digo.
- No me hagas elegir, madre, porque la elegiré a ella sobre todas las cosas. No hay poder en esta tierra que pueda separarme de la mujer que amo y si por alguna mínima casualidad a ella llega a pasarle algo... Me encargare de arrasar con todo a mi paso y cuando acabe me reuniré con ella porque donde ella esté está mi hogar, siempre ha sido así y siempre lo será.
Viserys se fijó en su hijo y por primera vez lo vio con otros ojos. Se había convertido en un hombre con sus propias decisiones y voz propia. Sabía que no había sido tan cercano a sus otros hijos como con su primogénita, pero seguían siendo sus hijos y los quería al igual que quería a su nieta.
- No hará falta llegar a hasta ese punto, hijo.
Aemond miro sorprendido a su padre. Hijo. Jamás le había llamado asi. Sorprendido vio como Viserys se acercaba y se interponía entre él y su madre.
- Lo hecho hecho está. El Prince Aemond y la princesa Tess están casados y nadie se interpondrá en su matrimonio.
- ¡Pero!- protesto Alicent
- Es mi última palabra- dijo mirando furioso a su esposa.
- Creo que como su padre tengo algo que decir.
Todos miraron a Daemon que había estado en silencio observando todo. Puede que Viserys aceptase que su hijo fuese el esposo de Tess, pero el aún estaba enfadado y no iba a ponerle las cosas fáciles a ese muchacho.

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