Capítulo 10

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Durante el primer año que tardaron en volverse a ver Aemond y Tess siguieron ocurriendo tragedias. De la noche a la mañana ser Qarl Correy, íntimo amigo de Leanor y algo más según las malas lengua, mato a este en una lucha en la gran sala de Marcaderiva, de donde aún no se habían ido, y Leanor acabo siendo lanzado a la inmensa hogera que calentaba el hogar. Nunca atraparon a ser Qarl Correy. Rhaenys estaba destrozada. En cuestión de unos pocos meses había perdido a sus dos únicos hijos. Todos lloraron la perdida de su padre. Otra adios más.
Unos meses después su madre y Daemon contrajeron matrimonio al estilo de la antigua Valyria, la unión más sagrada que existía. Sangre con sangre se unían para siempre.
Baela se quedó al cuidado de Rhaenys, quién le fue de gran compañía cuando lord Corlys zarpó en sus barcos en los que tardaría años en volver.
Tess y toda su familia regresaron a Rocadragon donde comenzaron sus nuevas vidas. Durante los años siguientes Daemon demostró un profundo cariño por Tess que llamo la atención de la joven. Rhaenira no decía nada cuando Tess se le comentaba, solo sonreía y apretaba su mano. Quería a Daemon ¿Cómo no hacerlo? Amaba a su madre, ayudaba y enseñaba a sus hermanos, veía el amor que sentía por Rhaena y por ella misma. No tardaron mucho en tener a los mellizos: Aegon y Viserys. Dos pequeños peliblancos cómo ella. Y ahí fue donde dudo, donde comenzó a hacerse preguntas.
No tardo mucho en enterarse de la verdad. Una verdad que no la sorprendió, pero que dolió.
- Madre.
- Querida, que ocurre.
- Madre...- Tess miraba nerviosa a su madre- Quiero la verdad.
- ¿De que verdad hablas?
- ¿Daemon es mi padre?- soltó sin mas. Su madre se quedó en silencio mirandola- es cierto...
- Tess...
- ¿Cómo me has podido engañar?- preguntó dolida.
- Como...
- ¿Cómo lo he sabido?- río Tess con dolor- No hay que ser ciego, madre.
Esas palabras hirieron a Rhaenira que toda su vida ha luchado por la legitimidad de sus hijos y ahora su propia hija dudaba de ella.
- Escuchame, Tess. Jamás he querido mentirte. Tu padre, Daemon y yo siempre hemos querido lo mejor para ti. No quisimos hacerte daño.
- Pues duele. Siempre crei que Leanor era mi padre y resulta que no es nada.
- El te quiso como a su verdadera hija.
- Si, igual que a Jace, Luc y Joffry...- la bofetada llego de repente dejando a ambas sorprendidas.
- Tess... Yo... Lo siento...
- Yo también lo siento...
Salió de la habitación llorando y dolida. Daemon apareció por en la terraza. Había estado allí todo el tiempo y había escuchado todo.
- Deberíamos habérselo dicho antes- dijo el.
- Tal vez...
- Iré a hablar con ella.
Daemon salió fuera a buscar a Tess, pero para cuando llegó la joven alzaba el vuelo sobre Dragar.
- Mierda- Daemon la vio a alejarse hasta que la perdió de vista. Sabía que necesitaba tiempo. Cuando volviese hablarían y le diría que durante toda su vida la había querido, que estaba orgulloso de ser su padre y que ojalá llegase el día en que pudiese perdonarles por no haberle dicho la verdad antes.
Tess voló y sin ningún destino fijo y lloro porque se había portado mal con su madre. Ella siempre había dado lo mejor por sus hijos y ella le echo en cara algo por lo que había sufrido siempre: la legitimidad de sus hijos.
Suspiro y miro a su alrededor. Había dejado a Draghar volar a su antojo y no sabía dónde estaban. Miro hacia el sol que calentarme su rostro, el aire que mecia su melena. Respiro Ondo.
Draghar lanzó un suave gruñido y giro hacia a la izquierda. Tess se agarró a punto de caerse.
- Dragar ¿A donde vamos?
Según iban bajando las nubes empezaron a despejarse y apareció una isla donde vio que había un inmenso dragon con escamas color bronce y verdosas tumbado sobre la hierba. Vio como levantaba la vista hacia ellos y se ponía en pie respondiendo a los gruñidos de Dragar. Tess contuvo la respiración. Sólo había un dragón tan grande en el mundo.
- Aemond...- susurro.
Tess bajo de un salto de su dragón y busco nerviosa a su alrededor.
- Vhagar ¿Donde esta Aemond?- le preguntar a la dragona mientras acariciaba su costado.
La dragona suspiro y miro hacia la derecha. Y ahí estaba el. Mucho mas alto, con su pelo más largo y con un parche que cubría el ojo que había perdido.
Recordó aquel día. No habían podido hablar y no terminaron bien, pero jamás había dejado de pensar en Aemond y en su promesa. Estaba mucho más alto y mucho más fuerte. Estaba más guapo que nunca.
Ambos se miraron. Aemond estaba en shock, no se esperaba que nadie apareciese en esa isla a la que llevaba años yendo. Después del accidente con su ojo voló con Vhagar y quiso ir a Rocadragon para ver a Tess, decirla que confiaba en ella y que no se olvidaba de su promesa, pero siempre reculaba y termino encontrando esa isla, entre Desembarco del rey y Rocadragon. Llevaba años yendo allí y después de tanto tiempo, por la gracia de los dioses, la niña que acosaba sus sueños aparecía ante el.
Niña no. Mujer.
Tess había crecido y se había convertido en la mujer más hermosa que jamás hubiese visto. Llevaba el pelo suelto hasta la cintura y atado en trenzas por arriba, sus ojos rasgados le miraban fijamente, su nariz respingona y sus labios carnosos entreabiertos. Miro su cuerpo y contuvo el aliento. No solos era hermosa, su cuerpo era pura tentación.
Después de seis años volvían a verse y se prometió y que no la dejaría ir nunca más.

Corazón De DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora