Capítulo 13

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Pasaron los meses y Tess y Aemond seguían con sus citas en la pequeña isla. Hablaban de sus familias, hablaban de lo que habían hecho durante todos los días que no habían estado juntos, practicaban con la espada, volaban con sus dragones y se amaban. Se amaban más de lo que jamás hubiesen pensado dos críos que habían hecho la promesa de casarse sin saber realmente lo que ello conllevaba.
Aemond era muy paciente, aunque estaba ansioso por poseerla por completo era un caballero y jamás haría algo que ella no quisiese y no es que ella no lo ansiase tambien, ella le deseaba tanto como el a ella, pero Aemond juro no propasarse hasta que fuesen marido y mujer.
- Te deseo más de lo que te puedes imaginar. Mi cordura es mínima contigo Tess, pero no voy a ir más allá.
Ansiosa y sumamente caliente Tess miro al hombre que estaba junto a ella igual de ansioso, igual de caliente, pero con mucho más autocontrol que ella. Sabía que la deseaba, Dios si lo sabia, no hacía falta más que mirar su entrepierna y verías como su enorme miembro se marcaba y apretaba en sus pantalones. Eso tenía que doler.
- Dime porque no me tomas aquí y ahora, Aemond. Me deseas igula que yo a ti. Te deseo con toda mi alma. Quiero que me hagas tuya de una maldita vez.
Sonriendo la tomo en sus brazos y la besó. Introdujo la lengua y la besó despacio, sin prisa, saboreandola. Al separarse Tess suspiro derrotada.
- El día que te haga mia no será en el suelo. Sera en una inmensa cama con sábanas de satén, una hogera iluminará y calentará la habitación. Beberemos el vino más exquisito de todos y comeremos tranquilamente sobre una alfombra de piel junto a la chimenea. Y cuando estemos saciados, pero no llenos, te cargare en mis brazos, te tumbarse sobre la cama y lentamente iré quitando tu ropa y según vaya desapareciendo cada centimetro de tela iré besando y calentandote hasta que no quede más que tu piel a la vista iluminada por el fuego de la habitacion. Y después, cuando me haya deleitado de besar y ver tu maravilloso cuerpo me quitaré la ropa y entonces no habrá nada que se interponga entre nuestros cuerpos más que piel contra piel. Y te haré el amor durante toda la noche, de todas las formas que se nos ocurran y no descansaremos hasta que los primeros rayos entren por la ventana y caigamos exaustos. Entonces dormiremos satisfechos por todo el tiempo que hemos tenido que esperar para llegar a ese momento.
Tess miro a Aemond. Estaba colorida y sentía un calor en su estómago y su entrepierna. Avergonzada y excitada.
- Dios Aemond... Cuando...
- Y cuando eso ocurra- la corto el joven acariciando su mejilla y mirandola a los ojos- Será porque te habrás convertido en mi esposa. Serás mía, en cuerpo, corazón y alma. No antes. Respetaré lo único que me queda de decencia hacia ti y no te tocare hasta que estemos casados.
- Sabes que puede que no nos lo permitan.
- Entonces nos casaremos antes de que nadie lo sepa- dijo rápidamente Aemond.
Tess le miró sorprendida. Casarse antes de que nadie se enterase significaba hacerlo en secreto. Podría traer graves consecuencias. Aún así no le importaban mucho las consecuencias siempre y cuando estuviesen juntos.
- Faltan unos pocos meses para mí mayoría de edad- soltó de repente Tess. Aemond sonrió.
- Falta poco para que seas mía entonces.
Tess se mordió los labios y sonrió. Abrazo a Aemond y le besó. Estaba decidido, en cuanto Tess fuese mayor de edad se casarían y nadie se podría oponer a lo que ya estaba hecho. Les gustase o no tendrían que aceptar lo que habían hecho aunque las consecuencias fuesen desastrosas y la ira de sus padres fuese terrible. O tal vez lo aceptasen ¿Quién sabe? Puede que al final todo acabe bien para ellos. Al fin y al cabo solo estaban enamorados, pero el amor era un arma muy poderosa que podía mover hasta montañas. Por amor se hacen grandes locuras.
Y así fue como lo acordaron. Los meses pasaron y pronto Tess cumplió con su mayoría de edad. Y como lo habían hablado tiempo atrás ambos volaron hasta una pequeña aldea donde un antiguo septon de Desembarco vivía allí. Después de hablar con él y pagarle unas monedas de oro acepto casarles al igual que al posadero, su esposa y dos hijas que fueron sus testigos.
Esa misma tarde Tess y Aemond, vestidos con trajes tradicionales, se unieron de la forma más sagrada que había para los Targaryen. Según el rito valyrio. Tess había oído que era rito más sagrado para los Targaryen. Presenció la boda de sus padres y le resultó tan intima y sagrada que decidió que su propia boda se llevaría a cabo de la misma forma. Así no habría poder sobre la tierra que pudiese separarlos. Sangre con sangre. Ambos unidos para siempre.
Y así se convirtieron en marido y mujer.

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