Jeon me seguía demasiado cerca mientras caminábamos hacia el interior del edificio. Las personas que trabajaban aquí ya estaban acostumbrados a vernos juntos, pues era obvio que estaríamos en las noticias y en el ojo de todos. Lo que sí que era extraño, era que no teníamos a miembros del crew con cámaras detrás de nosotros. Y la verdad es que lo agradecía.
A veces era demasiado agobiador el hecho de tener a dos personas pegadas a tu culo como lapa, grabando todo lo que estabas haciendo. Al principio me costó un huevo poder actuar con normalidad, pero ya con el tiempo me acostumbré a tener a Hyeri detrás de mí. Supongo que Jungkook se sentía de la misma manera, porque le veía relajado caminar a mi lado.
―¿Has venido en tu coche? ―le pregunté, aún cuando ya sabía la respuesta. Jeon tenía la ventaja de ya no tener que depender de su mánager todo el tiempo para venir. Es más, cuando bajábamos, siempre me encontraba los coches de todos los integrantes. Los envidiaba, un poco, porque la verdad es que no me gustaba el asunto de conducir.
―Claro ―dijo él mientras palmaba el bolcillo de su chaqueta. Los dos ya nos encontrábamos en el ascensor.
―Excelente ―dije sin más.
La verdad es que, si no pensaba mucho en lo que íbamos a hacer, menos ansiosa me sentía. Cuando le solté que quería tener una cita con él, que de cita tiene poco, en realidad lo hice por mero impulso, seguro como lo hice como la primera vez que nos acostamos. En donde tenía tanta mierda en la cabeza, que solo hice algo impulsivo para evitar mis problemas.
Hacía mucho que no hacía eso, regularmente, cuando me pasaba, me obsesionaba con algo. Antes era el trabajo, bailar o componer. Ahora... me daba miedo pensar que se volvería Jeon. Hasta cierto punto creo que descubrí cómo es que dejo de pensar tanto cuando me encuentro a su lado.
Si tuviera un terapeuta, lo hablaría con él, pero como no me puedo dar este lujo...
Ninguno de los dos dijo nada hasta que llegamos al coche. Y creo que noté más la atención de las personas mientras íbamos, por ir en silencio, que si hubiéramos ido charlando. Supongo que tengo que trabajar en ello con él.
―¿De verdad vamos al piso? ―me preguntó, cuando encendió el motor y metía reversa.
―¿No quieres? ―pregunté, ahora insegura.
―¿Para follar? ―asentí, tal vez demasiado más rápido de lo necesario. Apretó los labios un poco, lo entendí que era porque se encontraba saliendo del estacionamiento ―. No mentiré diciendo que no, pero siento que no es lo que tú buscas.
―Es lo que busco ―mentí, mirando hacia el frente.
Él me miró por el rabillo del ojo ―. Ya. Seguro que sí.
―No intentes analizarme. Que ya bastante tengo con que las chicas me miren así ―bufé, un poco borde, tal vez.
―No te miro de nunguna forma. Pero sé que estás mintiendo y solo quiero saber porqué me mientes ―confesó, su mano palpitaba la palanca de cambios con tranquilidad ―. Estamos juntos en esto, después de todo, se supone que tenemos que confiar el uno con el otro, ¿no?
―Pues tanto, tanto eso de confíar...
El hizo una mueca que no supe entender ―. Katana, ¿qué buscas teniendo este tipo de relación conmigo?
Casi me ofendí por sus palabras ―. ¿Cómo que cómo? Pues si ya estamos liados, pues sacarle el mejor provecho, ¿no?
Por la manera en que vi cómo es que su mano derecha abandonaba la palanca de cambios y se dirigía al volante, solo para apretarlo de tal manera en que sus nudillos se volvían blancos... A lo mejor y la había cagado un poco.
―Pues, supongo.
―Pues eso ―dije sin más, dejando de lado la manera en que había cambiado y que se había quedado en silencio.
Algo que no me gustaba del condominio de Jeon, era que teníamos que pasar por una larga vereda hasta llegar hacia donde estaba el ascensor. Sin embargo, la ventaja de este, era que si podía un código especial, podíamos llegar al piso sin detenernos.
Esperé impacientemente que ingresara el código y después que el aparato comenzara a avanzar hasta llegar al piso indicado. Las puertas se abrieron y pronto nos encontrábamos en su espacio. Jeon se quitó los zapatos, dándome a entender que yo podía hacer lo mismo. Para cuando ingresamos, él caminó directo a lo que era la cocina y me dejó en medio de la sala.
―¿Quieres una? ―preguntó mientras apuntaba a una botella de cerveza de color verde. Asentí, así que pronto se acercó a mí con una ―. Lo siento, pero yo me tomo mi tiempo para follar.
Lo dudaba, pero no dije nada, solo asentí y me dejé caer en el sofá. Me sentía incómoda o tal vez nerviosa, no sabía cómo dar el primer paso y cómo terminar con esto de una buena vez. Al parecer, él tenía la paciencia del mundo y siquiera pensaba en ello, puesto que incluso encendió la puta televisión.
―¿No tenías trabajo hoy? ―pronto me hallé preguntando, solo le había dicho que saliéramos, pero nunca le pregunté si estaba ocupado.
Se encogió de hombros ―. Nada que no pueda hacer mañana.
Otra vez, silencio. No había otro ruido que no sea el que sacaba la televisión, hasta que terminé mi cerveza de tres tragos y después le miré.
―Jeon, sino quieres acostarte conmigo, no tienes porqué hacerme el favor ―llamé su atención, lo supe por cómo es que se llevaba la boquilla de la botella hacia sus labios. De la manera más parsimónica que alguna vez he visto en mi vida.
―No es eso.
―¿Entonces?
Se tomó su tiempo para hablar, lo hizo hasta que se terminó hasta la última gota de cerveza que había en su botella. Me puso de los nervios que hiciera eso. Para cuando terminó, se estiró hasta que dejó la botella en la mesa frente a nosotros, pasó su mano sobre su cabello y finalmente suspiró. ¿Yo? Yo casi me lanzó hacia él para cortarle el cogote por gilipollas.
―Me chafa un poco que me veas como un problema.
―¿Un problema? ―repetí.
Él asintió ―. Sé que no te gusta la situación en la que estabamos. A mí tampoco me gustaba al incio, pero, mejor llevarnos bien, ¿no? De lo contrario no llegaremos ni a fin de mes. No con toda la farsa que tenemos que hacer.
―¿No eras tú quien dijo que no le gusta que le digan qué hacer?
Su lengua chasqueó con su paladar, demostrando su molestia ―. Ya, y, ¿qué vamos a hacer contra eso? ¿Negarnos? Es nuestro trabajo. Yo ya lo acepté, tras tú habérmelo dicho, ¿por qué ahora tú eres la reacia al tema?
―Porque antes estaba sola en esto ―dije con rabia, al darme cuenta que el muy imbécil comenzaba a cabrearse.
―Pues no sé cómo mierda le vas a hacer, pero la verdad es que ahora no lo estás. ¿Qué tiene de malo que ahora te apoye? ―parecía que él también estaba perdiendo la paciencia, se acercó más a mí.
―Que me ponía más cuando pasabas de mí.
―Ni que me gustaras ―bramó, aunque lo hizo en un susurro, puesto que ahora teníamos los rostros ligeramente cerca.
―Pues a como eres de iluso, seguro y terminas enamorado de mí.
Sonrió, con malicia, no me di cuenta que nos acercamos hasta que sentí cómo su nariz acariciaba la mía.
―Seguro que... lo haces tú primero.
―No pienso besarte primero ―solté, en un susurro, mi aliento golpenado sus labios.
―Pues ya me las apaño yo ―y sin esperar más, él unió sus labios con los míos con tanta agresividad que me sacó un gruñido. Acción que terminó por gustarle al parecer, porque pronto cogió mi cintura con sus manos y me colocó a horcajadas sobre sí.
En ese momento me di cuenta que lo que en realidad me ponía de Jeon, era el odio que nos teníamos el uno con el otro. Así es como las cosas tenían que ser. Así es como las cosas irían mejor.
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Lonely hearts club | ʲᵘⁿᵍᵏᵒᵒᵏ
Любовные романыEn donde dos idols se enfrentan a la situación más complicada de toda su carrera: enamorarse.