𝐴𝑑𝑑𝑖𝑐𝑡𝑖𝑜𝑛 (+18)

𝐹𝑟𝑢𝑠𝑡𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛

Cherry

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Había pasado exactamente un mes desde que habíamos salido de Ohio luego de sacar a mi esposa del hospital y las cosas no habían ido tan bien como hubiéramos esperado.

Logré conseguir un pequeño departamento donde apenas y cabíamos nosotros dos a las afueras de Colorado y los únicos que sabían de nuestro paradero eran James y su primo con los que a veces iba a hacer ciertos trabajos que nos generaban una buena cantidad de dinero aunque exactamente no eran cosas de las que nos sentíamos orgullosos.

Las cosas en mi relación con Palmer no habían mejorado en lo absoluto. Constantemente me evitaba incluso estando en la misma casa y no me dejaba entrar a la habitación así que yo dormía en la jodida sala, eso aunado a la abstinencia de drogas que tenía era aún más sofocante.

Esa mañana de nuevo estaba encerrada en el baño y sólo podía escucharla vomitar y soltar gritos llenos de desesperación, y no era para menos, llevaba semanas sin consumir siquiera una jodida gota de alcohol.

—Palmer, necesitas salir en algún momento —mencioné golpeando suavemente la puerta—. ¿Quieres abrirme?

— ¡No, no quiero. Vete a la mierda! —Me gritó.

—Debes salir del jodido baño en algún maldito momento, mujer.

— ¡Pues no planeo hacerlo, carajo!

Era peor que estar con una de esas chicas a las cuales de vez en cuando teníamos encerradas en el departamento de James para pedir rescate. Me pasé una mano por la cara y nuevamente estuve a nada de perder la paciencia.

—Cariño, no me hagas abrir la jodida puerta. Sal de ahí ahora mismo.

— ¡Cállate ya, puta madre! —Me gritó pero al menos abrió la puerta para pegarme con ambos puños en el pecho.

Esta vez la agarré con fuerza de sus antebrazos e intercambiamos miradas por un momento entre forcejeos que eran bastante violentos.

— ¡Cálmate, pareces una maldita loca!

— ¡Vete al carajo, quiero una maldita línea de coca al menos!

—Ya basta, Palmer, ¿quieres calmarte?

— ¡No he salido en un mes de este maldito cuarto, no me exijas que me calme porque estoy a nada de volverme loca y volarme los sesos en donde encuentre la maldita pistola! —Su tono de voz sonaba completamente colapsado y poco le importaba el hecho que nuestros vecinos pudieran escuchar esa conversación.

— ¡Mírate, estás mal!

— ¡¿Y a mí qué carajo me importa que esté o no mal?!

— ¿Sabes una cosa? Estoy a nada de amordazarte y atarte los pies y manos para que no te muevas y te prometo que si sigues comportándote como una desquiciada eso es exactamente lo que haré por ti, mi amor.

—Antes que puedas hacerlo te voy a clavar un maldito cuchillo en la garganta —me amenazó antes de volver a forcejear para que la soltara—. Hazte a un maldito lado que no voy a ser muy amable.

En ese momento sonó mi celular, la solté y fui a responder cuando noté que se trataba de James.

— ¿Ahora qué?

—Igual me alegra hablar contigo —me contestó mi amigo—. Hace días no hablamos pero gracias por preguntar cómo me encuentro, es amable de parte de mi mejor amigo preguntarme.