CAPÍTULO 15

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Violet estaba jugando con su tía Sophia en la sala de estar, cuando escuchó el aterrizaje del helicóptero en el que llegaban su madre y su hermana, por lo que corrió al tercer piso de la mansión, al área de la piscina, donde estaba su padre conversando con su abuelo.

—Papi, papi, ya llegó mami —avisó con la voz agitada por el esfuerzo realizado.

—Está bien, vamos a recibirla. —Samuel se puso de pie y le palmeó un hombro a su tío, pidiéndole permiso para retirarse—. Regreso en un rato.

—Ve tranquilo.

Violet le agarró la mano a su padre, prácticamente llevándolo arrastras.

—¿Crees que mami se dará cuenta de que me he puesto linda para ella? —preguntó, emocionada.

—Estoy seguro de que notará tu belleza —afirmó Samuel, consciente de que Rachell se daría cuenta de que Violet había usado sus maquillajes. Él no pudo decirle que no imitara a su madre, como tanto le gustaba hacer.

—Papi, me vería mejor con los zapatos altos.

—Ya te dije que puedes lastimarte los pies con esos zapatos.

—Sé caminar con ellos —dijo con supremacía, mientras bajaban las escaleras.

En ese momento las puertas del ascensor se abrieron y salieron Elizabeth y Rachell.

—Buenas tardes —saludaron al unísono.

—Casi buenas noches —dijo Samuel—. No pensé que tardarían tanto.

—Ya sabes cómo es. —Le recordó Elizabeth acercándose a él, dándole un beso y un abrazo—. Deberías acostumbrarte.

—¡Pero qué hermosa está mi pequeña! —Se emocionó Rachell, acuclillándose para recibir a Violet, quien corría hacia ella. Con gran esfuerzo la cargó—. ¿Te maquilló tu papi? —preguntó, echándole un vistazo a Samuel, quien le regaló un guiño.

—No mami, esta vez lo hice yo solita.

—Con razón te ha quedado más lindo, ¡mira esas pestañas! —Se percató de que había usado rímel—. ¿Y dónde está Oscar? —preguntó, bajando a Violet, porque realmente estaba pesada.

Elizabeth soltó a su padre para ir en busca de Sophia, quien estaba en la terraza, permitiéndole un poco de privacidad a la familia.

Samuel se acercó hasta Rachell y le dio un beso en los labios.

—Está con sus videojuegos —contestó mirándola a los ojos, esos hermosos ojos que lo habían cautivado hacía casi treinta años—. Supongo que estás algo cansada.

—Muy cansada, necesito de un baño y de alguien que esté dispuesto a quitarme un poco de tensión.

—Yo lo estoy, pero ¿qué hacemos con...? —Miró a Violet, quien como era costumbre, revisaba la cartera de su madre, para ver si le había traído alguna golosina.

—Sophie. —Rachell caminó hasta donde estaba la pelirroja conversando con su hija mayor—. ¿Te puedo pedir un favor?

—Sabes que no tienes que preguntarlo.

—¿Podrías cuidar de las niñas mientras me doy un baño?

—¡Claro! A ver, niñas... Sus padres necesitan estar un rato a solas. —Sonrió con picardía.

—Tía, te alivianaré un poco la carga, porque me voy a mi habitación, necesito ducharme. —Se adelantó Elizabeth.

—Violet, vamos con tu abuelo, que tiene unos brigadeiros riquísimos. —Le agarró la mano a la niña, consciente de que Violet sentía debilidad por los dulces de chocolate.

MARIPOSA CAPOEIRISTA (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora