CAPÍTULO 57

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Cuando Samuel llegó a casa, no era un secreto para nadie que Priscila Mendes había sido la nueva víctima del supuesto asesino serial, todos los medios de comunicación se encargaron de bombardear con la noticia por todas partes.

Era imposible que pasara desapercibido el asesinato de una de las hijas del dueño de la principal aerolínea comercial brasileña, lo que ponía en el ojo de un huracán mediático a todo el equipo de la Policía Científica, que era presionado por la fiscalía y el Ministro de Justicia.

Rachell escuchó la llegada del auto de Samuel y se levantó del sofá que estaba en el salón adyacente al estacionamiento, donde recién se había reunido con Reinhard y Sophia, quienes también estaban totalmente consternados, y como padres de dos mujeres, sumamente preocupados.

Reinhard apenas se enteró de la noticia, puso a disposición de sus hijas tres guardaespaldas para cada una, exigiéndoles a los hombres que no las dejaran a solas en ningún momento.

Si por él fuera, las tendría en casa, pero ese par de rebeldes sin causa, no querían hacerle caso, y preferían su atesorada independencia.

Rachell caminó hasta el estacionamiento; justo en el momento que su marido bajó el auto, lo abrazó, acariciándole con energía la espalda, porque sabía que debía estar agotado y de alguna manera quería erradicar tanta tensión.

Abrazados se permitieron derramar algunas lágrimas, inevitablemente les dolía el asesinato de Priscila, como les dolería que algo malo le pasara a cualquiera de los chicos que asistían a la academia, y que habían visto crecer a la par de Elizabeth.

—No dejan de pasarlo en las noticias —dijo Rachell con la cabeza elevada para mirar a su esposo, mientras le limpiaba con los pulgares las lágrimas, solo delante de ella él se permitía esas muestras de debilidad.

—¿Cómo está Eli? —preguntó, sosteniéndole la cabeza a su esposa y plantándole un beso en la frente.

—No está bien, recibió la noticia apenas llegamos a casa, Bruno le avisó por teléfono y desde ese momento se encerró en la habitación, pero me encargué de hacerle compañía y hace unos minutos la dejé dormida.

—Quiero hablar con ella.

—Mejor déjala descansar un rato, así también te relajas un poco... Voy a pedir que te sirvan la cena.

—No tengo hambre.

—Sé que no, pero debes alimentarte.

—Antes quiero ducharme.

—Está bien. —Caminaron al salón.

Samuel saludó a su tío y a Sophia, no pudo subir inmediatamente a ducharse, sino que se quedó conversando con ellos por un rato, explicándoles lo sucedido y la teoría que hasta el momento él tenía.

Nadie lograría quitarle de la cabeza que no era ningún asesino serial, posiblemente uno solo era el encargado de asesinar a las chicas, pero con la ayuda de otros, llevaban a cabo todo el macabro plan de secuestrarlas y documentar a través de fotografías los días de cautiverio, presentando cronológicamente el desgaste físico de las víctimas.

Los pocos minutos que tenía pensado compartir con su tío, se convirtieron en casi una hora, hasta que fue Reinhard, quien le pidió que subiera a ducharse, porque necesitaba relajarse, ya que era notable la impotencia que gobernaba a Samuel.

Rachell lo acompañó hasta la habitación, y mientras Samuel se duchaba, pensaba en cada una de las palabras que él había dicho sobre el asesinato de Priscila. Sabía que tenía que contarle lo ocurrido con Violet, pero no quería preocuparlo más.

MARIPOSA CAPOEIRISTA (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora