¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Apolo estaba pensativo en el sillón mirando un punto fijo. Su mente no está al cien porciento ahí, se mente se encontraba en otro lado.
La pregunta que Remus le había hecho lo había dejado pensando. Había huido del lugar sin siquiera saber que decir. No sabía si estaba enamorado de Marlene.
¿Acaso estaba enamorado de Marlene McKinnon?
Eso rondaría en su cabeza por meses. Movió ligeramente la cabeza, estaba pensando demasiado en ello. Debería simplemente dejar todo atrás y dejar que su corazón decidiera por si solo. Estaba enamorado de Lily Evans y eso el lo sabia. O acaso...¿Estaba enamorado de Marlene? En ese momento no lo sabía, pero si sabía que las respuestas llegarían a el por por arte de magia.
El no tendría que buscar las respuestas a su corazón, el lo haría solo.
Suspiró, de nuevo estaba pensando mucho en ello. No tendría porque hacerlo, las respuestas llegarían a el fácilmente.
Se encontraba en la sala común de Ravenclaw, estaba esperando a Mary, una chica de Gryffindor que había conocido recientemente y que le había parecido agradable.
—¿Problemas con el corazón?—pregunto Mary, llamando su atención.
—No, solo...no importa. —en definitiva necesitaba a su mejor amiga.
—Bien. —dijo Mary no muy convencida. —Si necesitas algún concejo puedes pedírmelo, después de todo yo soy cupido entre nosotros dos.
—Claro...¿Entonces, nos vamos ya?—dijo Apolo. Su vida era privada y la única persona a la cual se lo contaría estaba enojada con el. Necesitaba a Meissa.
—Claro que si. Solo venía a dejar una bufanda que Xenophillus Lovegood me prestó en el partido pasado y no le devolví.
—Mary.
—¿Si?
—No te pedí ninguna explicación.
—Eso ya lo se, es solo que... necesito hablar con otra persona sobre esto. Nada fuera de lo común pero no le voy contando mi vida a cualquiera. Y aunque se muy bien que tú no eres cualquier persona no quisiera contarte esto. —dijo Mary mientras se sentaba frente a el. —Mi vida es privada, Apolo.
—Y creeme, yo tampoco tengo pensado contarte mis problemas es solo que...—Apolo simplemente se queda en silencio. Ninguna palabra sale de su boca. Tal vez solo necesitaba de alguien que lo conociera a la perfección.
—Si no quieres decirme está bien—Mary tomo su mano por encima de la mesa—No estás obligado en nada. Ni mucho menos a contarme tu vida, pero si tú decisión es otra con gusto aceptaré.