Capítulo IV

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𝙻𝚎́𝚊 𝚆𝚘𝚕𝚏𝚏

Montecarlo, Mónaco.

Después de George saliera del cuarto, busqué algo que ponerme. Subí al ascensor y me encontré con el piloto español.

— Léa ¿Qué haces sola? — me preguntó.

— George está en el lobby esperándome — le respondí.

Tuve una charla agradable con el chico, es muy divertido. No quería desobedecer a mi padre, pero ellos no me harían nada así que me deje llevar.


Cuando por fin llegamos al lobby, las puertas se abrieron dejando ver a un George medio enojado, después de una pequeña charla donde George me decía que no debía acercarme a ellos, llegamos al comedor.
Donde se encontraban la mayoría de pilotos, luego de molestar lo suficiente a George para sentarnos con ellos, aceptó.
Comimos y charlamos. Carlos preguntó si iríamos a una fiesta, luego de prometer de que no me pasaría nada y que ellos me cuidarían. George finalmente aceptó rendido, cada uno subió a su habitación para cambiarse, antes de eso él me dio las llaves de su carro, sabía manejar, pero no creo que lo utilice.
Después de unos minutos estaba lista, tenía puesto un vestido rosa pegado al cuerpo, con una pequeña bolsa blanca de brillos, tacones, un par de accesorios y un maquillaje elegante pero simple.
Carlos tocó mi puerta y me miro de pies a cabeza sorprendido.

— ¡Wow! Estás deslumbrante, pero creó que es un poco corto el vestido — me analizó.

— ¡Oh vamos! No es corto, es perfecto — lo miré.

— No estoy seguro, pero ya vámonos — comenzamos a caminar en dirección al ascensor — si tienes frío te presto mi chaqueta — me miro y yo asentí.

— ¿Dónde es la fiesta? — pregunte una vez en el coche.

— Es en una discoteca — respondió — también irá Charles — me tensé al escuchar el nombre de aquel chico que me parecía lindo, pero era mayor que yo.

— Oh y los demás — lo observé manejar.

— Ellos ya están en la fiesta, no te preocupes — me respondió, mirando al frente.

— Tú serás mi niñero hoy — el río por el comentario.

— En realidad lo seremos todos, nos pusimos de acuerdo para vigilarte toda la noche — reí — no es cierto o tal vez si lo es.

Al llegar, entramos por la puerta trasera, para que ningún fotógrafo me viera, era un ambiente raro, no había ido a una fiesta así jamás.
Después de unos minutos subimos a la vip, donde se encontraban todos los pilotos. Que al verme quedaron sorprendidos.

— Sabes, te luce muy bien el rosa — Pierre fue el primero en decir cumplidos.

— Me gusta el vestido — Daniel me observó.

— Estás preciosa, ahora entiendo a tu padre — Max río.

— Por favor, basta de cumplidos — los miré avergonzada.

— Como usted mande, jefa — Lando río, por el comentario de Alex.

Después de unos cuantos tragos, pensé en soltarme un poco más. Baile con los chicos, escuché a Lando llorar por una chica, los chistes de Daniel, las miradas raras de Pierre y más cosas.

IL MIO AMULETO | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora