Capítulo VI

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𝙻𝚎́𝚊 𝚆𝚘𝚕𝚏𝚏

Montecarlo, Mónaco.

Después de mi primera noche de sexo, con un sexy piloto. Estoy en graves problemas, no puedo mantenerme de pie. Así que llamé a Carlos y le dije, lo que el piloto monegasco me dijo. Antes de que Charles se fuera, le pedí que dejará la puerta abierta, para que Carlos pudiera entrar.

— Léa ¿Qué te sucedió anoche? — me miró — Lewis dijo que cuando volvió, ya no estabas.

— Oh, no me sentía muy bien, entonces volví al hotel — mentí.

— Me hubieras dicho y te llevaba yo — se sentó a mi lado — ahora ¿cómo bajarás a desayunar?

— No lo sé — dudé.

— ¿Si quieres, puedo cargarte hasta el comedor? — sugirió y asentí.

Carlos me cargo bajamos al comedor, todas las miradas estaban sobre nosotros.
Cuando llegamos estaban los chicos desayunando, incluso George, cuando vio que Carlos me traía. Se levantó de golpe.

— ¿Por qué Carlos te carga? — me preguntó mientras Sainz, me sentó al lado de George.

— Tuve un problema y no puedo caminar — mentí, todos comenzaron a hacer preguntas, tras pregunta.

— ¿Cómo que no puedes caminar? — Lando preguntó.

— ¿Qué te sucedió? — Lewis era el más preocupado.

— ¿Te caíste? — Daniel me observó.

— ¿Estás bien? — Pierre me miró curioso.

— Solo me caí y me golpee las piernas — hable tranquila.

— Y que te paso en el brazo — Lando tocó mi abrazo lastimado y me queje.

—Un idiota intento llevarme a la fuerza y me quedo el brazo así — los chicos cambiaron sus rostros a unos serios.

— ¿Por qué no lo sabíamos? — Max me miro.

— Porque no era necesario — intente evitar el tema, pero no lo logré. Asi que tuve que contarles todo lo que paso, evitando la parte donde Charles aparece claro.

— No volveremos a dejarte con Lewis más — Daniel lo miro serio.

— No fue su culpa — los mire.

— Si vuelves a salir con nosotros, ten por seguro que no, nos despegaremos de tu lado — Mick me sonrió.

— Hola chicos, ¿Por qué esas caras de preocupación? — preguntó mientras se sentaba con nosotros, justo la persona que no quería ver, que hacía en el hotel, tiene su propia casa.
Estaba sentado frente a mí con una sonrisa triunfadora.

—Léa no puede caminar — Carlos respondió.

— ¿Así, qué te paso Léa? — preguntó con esa estúpida sonrisa de egocéntrico.

Simplemente lo mire, pero no respondí. No le daría con el gusto.

— Si quieres buscamos una silla de ruedas — Alex habló — de esa forma no te tendrán que cargarte.

— Está bien — hablé, Alex, Daniel y George fueron a buscar la silla de ruedas.

— ¿Qué pasó anoche? No te vimos en toda la noche — Max le preguntó a Charles.

— Me fui con una chica — me miró, como podía ser tan descarado para decir que se fue con una chica — pero eso no importa, no creo que la vuelva a ver.

IL MIO AMULETO | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora