Capítulo II

3.1K 127 0
                                    

𝙻𝚎́𝚊 𝚆𝚘𝚕𝚏𝚏

Montecarlo, Mónaco.

Nací y crecí en Berlín, hasta que me llevaron a un internado en Hamburgo.
Llegué hace un año de Alemania, siempre fui fanática de las carreras de autos lo tengo en la sangre, pero jamás fui a una, siempre las veía por mi laptop. Le pedí a mi padre poder acompañarlo a la carrera de Mónaco. La cual es mi favorita.

Era mi regalo de cumpleaños mi padre nunca se negó a mis deseos, pero sabía que él no estaba de acuerdo en llevarme a la carrera. Él es demasiado sobre protector, no quiere que sufra por un hombre y menos por un corredor de fórmula uno. El acepto con una condición, que yo no me acerque a ningún piloto, con la única persona que podía hablar era George, mi padre no confiaba en él, pero era el único que conocía.

Tuve una relación con George, capaz se pregunten como lo conocí porque nunca vine a las carreras y todo eso, pues George vivió un tiempo en Alemania, cuando me dejaban salir del internado iba a un café donde nos conocimos, para serles sincera no estaba enamorada de él, solo quería vivir un poco la vida y tener una relación. Ese día charlamos, le di mi número de teléfono, hablábamos todos los días, nos juntábamos cada vez que me dejaban salir y algunas veces me llevo a su casa, pero nunca pasó nada porque el decía que era pequeña.
Hasta que un día mi padre fue a Alemania de visita y me vio con George en la cafetería besándonos, se enojó muchísimo y me obligó a terminarle.
Al salir del internado decidí que me mudaría a Italia, pero estaría un año con mis padres. Ya tengo un departamento, le comenté la noticia a Susie y ella lo compró.
Solo falta papá, se lo diré cuando lleguemos a la casa después de la cena.

De camino al hotel

— Te dejé venir a la carrera y a la cena. Lo único que te pedí fue que no hablaras con los pilotos y lo hiciste — papá estaba enojado, muy enojado — solamente te pedí que no te acerques a ellos.

— No voy a enamorarme de ninguno, todos me llevan cuatro, cinco o tal vez siete años de diferencia, nada más quiero hablar con ellos — hable triste.

— Pues no te permito, si veo que hablas una vez más con Leclerc o cualquiera volverás a Suiza — habíamos llegado al hotel.

— Quiero vivir en Italia, tengo un departamento ahí — solte a quemaropas, estaba nerviosa, claro que lo estaba. Sabía que no iba a tener una buena reacción.

— ¿Cómo que a Italia Léa? Con que permiso te irás de casa — me miró.

— Ya soy mayor de edad y no tengo que pedirle permiso a nadie — lo confronté.

— No vas a irte a ningún lado, volverás a Suiza con tu madre y hablarás con ella — se agarró la cabeza — no puedo con esto, hace un año volviste de Alemania y ¿ya te quieres ir?

— Susie me apoya en mi decisión — empecé a sollozar y lo miré.

— Tu madre me escuchará, no debió sacarte del internado — se lamentó.

— YO NO QUISE IR A ESE LUGAR, SUSIE ME ENVÍO AHÍ, SOLO PARA DESHACERSE DE MÍ, AL IGUAL QUE TÚ — comencé a llorar y mi padre me abrazo.
Si tenia cambios de humor muy repentinos.

— Lo siento hija, no quise decir eso, sabes que te enviamos ahí por tu bien. estoy demasiado estresado con la carrera y me desquite contigo — se disculpó y lo abrace fuerte — hablaremos mañana lo de Italia, ahora vamos a descansar.

— Sé que lo hicieron por mi bien, está bien — después de esa pequeña discusión con mi padre, entramos al hotel y yo me fui a mi habitación.

Domingo 28 de mayo 2023

IL MIO AMULETO | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora