Capítulo XI

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𝙻𝚎́𝚊 𝚆𝚘𝚕𝚏𝚏

Barcelona, España.

Después de ese momento, todos volvieron a la pista incluyendo a Charles.
Estaba ebria, pero no lo suficiente para no saber lo que hacía, había provocado a Charles.
Todos habían prometido darme mi espacio para bailar con otros chicos, hasta que apareció un moreno con una bella sonrisa, musculoso y bastante atractivo. Me invitó a bailar y con gustó acepté. Los chicos se habían acercado al ver lo pegada que estaba bailando con el moreno.

— ¿Cómo te llamas? — pregunte curiosa, mientras lo miraba.

Me di cuenta de que los chicos ya estaban demasiado cerca, así que intente no coquetear con él o Max y Lando lo alejarán y se enojarían conmigo.

— Marc querida — me sonrió — ¿Cómo es tu nombre?

— Mi nombre es...

— NO — Max lo miro mal.

— Mi signo es...

— NO — Lando lo siguió.

— Mi número es...

— NO — George se paró mi lado.

— Ya vete, español — Pierre lo miro serio.

— Si, será mejor que te vayas — Daniel sonrió.

— Y la dejes tranquila — Charles hablo.

Marc simplemente río y se largó. Sabía que iba a ser un problema salir con ellos, desde un principio se mostraron protectores y celosos. Pero no pensé que tanto.

— Verdammte Idioten, ¿warum lassen sie mich nicht in Ruhe?. "𝘔𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘰𝘴 𝘪𝘥𝘪𝘰𝘵𝘢𝘴, 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘮𝘦 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘯 𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘻" — hable molesta y Mick río.

— Qué dijimos de hablar con otro idioma que no sabemos — Daniel me miro.

— Mick ¿Qué carajos dijo? — Pierre miro al alemán.

— Dijo que son unos idiotas y que la dejen en paz — río.

— Claro que te dejaremos en paz, cuando te alejes del estúpido español — Lando me miro mal.

— ¿Qué les sucede con él? — pregunté.

— Acaso ¿no sabes quién es? — Yuki preguntó y negué — Es Marc Marquez, el piloto estrella de las motogp — blanqueo los ojos.

— Es un imbécil — murmuró Pierre.

— Con razón dijo que eran unos idiotas — mentí — y mis perros guardianes.

— QUÉ DIJO, QUÉ — Max comenzó a caminar en dirección al chico y lo detuve.

— Es broma Max, tranquilízate — se alejó y se sentó en la mesa, junto a los demás.

— No juegues con eso — Alex me miro — se podría decir que Max es su enemigo número uno.

— Pero es muy agradable ¿Qué tiene de malo? — los mire incrédula.

— Si, si muy agradable. Pero es un cabrón — Carlos respondió.

Luego de esa pequeña escena, volvimos a la mesa. Cansados de bailar, intenté hablar con Lando y Max, pero ambos me ignoraban.

— Vamos chicos, dejen de ignorarme — supliqué.

— Ya déjalos Léa no te perdonarán — Daniel rio.

— Cállate Ricciardo — lo mire mal — acaso ¿no me quieren ya? — pregunté y de inmediato me miraron.

— Claro que te queremos — Lando hablo.

IL MIO AMULETO | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora