Capítulo XVIII

1.3K 90 5
                                    

𝙻𝚎́𝚊 𝚆𝚘𝚕𝚏𝚏

Lunes 05 de junio 2023

— ¡Ya llegue!, ya llegó por quien lloraban — sonrió y los chicos blanquearon los ojos.

— Ya cállate y sube al auto — Lando se subió a la camioneta.

— ¿Como iremos? — Carlos pregunto.

— No lo sé, pero Léa no manejará — dijo George y lo mire mal.

— Yo lo haré — Max sonrió y George negó.

— Tu no iras con Léa — Daniel lo miro — tu iras con nosotros.

— El francés está loco, no manejará con Léa a su lado — Lewis habló — Carlos irá con George porque si, así que queda Charles. Charles manejará el coche de Léa.

— No/si — los dos nos miramos y los chicos rieron.

— Léa, no hay opciones — Daniel rio y negué.

— Lewis puede manejar — sugerí.

— Lewis es mi copiloto — Daniel me miro — Charles no te hará nada y si lo hace. No saldrá con vida — tocó mi hombro — no te preocupes.

— Ya que — subí al coche y Charles me miro.

— Tu no manejarás — dijo y me levantó sentándome en el asiento del copiloto.

— Pero si es mi coche — chille y los chicos rieron.

Luego de que todos estábamos en los carros, nos dirigimos al supermercado. Para hacer las compras y demás.

— ¿Así que no querías ir conmigo? — dijo y desvíe la mirada.

— Cállate — murmure.

— ¿Sabes que los chicos harán que duerma contigo?  — lo mire confundida — Daniel me contó, como dormiremos.

— Dormiré con Lewis — aclaré, en verdad no sabía con quién iba a dormir, pero en definitiva no iba a dormir con Charles.

— Lewis ama dormir solo, Max y Daniel dormirán juntos eso es seguro, no te dejarán dormir con Lando y tampoco con George por que pasas mucho tiempo con él ya. Solo queda Carlos y Pierre. Carlos tiene novia no querrá dormir contigo y Pierre... Todos conocemos a Pierre y de lo que es capaz, así que queda descartado.

— Créeme no dormiré contigo — aseguré, pero de verdad su teoría era muy buena.

— Ya lo veremos, nena — sonrío, levantó un poco mi vestido y colocó su fría mano en mi pierna, haciendo que mi piel se erizara.

— Saca tu mano de mi pierna — intenté sacarla, pero su mano se aferró a mí muslo.

— ¿Porqué debería hacerte caso? — siguió manejando con una mano — ni que fuera la primera vez, que tocó tu cuerpo.

Una sonrisa traviesa se apoderó de su rostro y mis mejillas estaban rojas como dos tomates.

— Cállate o que quitaré el privilegio — sonríe triunfante cuando su cara se torno sería.

— No te atreverías — me retó.

¿Quién cree que soy?

— Oh, claro que lo haré — y de un manotazo saque su mano de mi muslo, colocando mi bolso en medio de ambos — Te arrepentirás.

IL MIO AMULETO | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora