Capítulo XIX

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𝙻𝚎́𝚊 𝚆𝚘𝚕𝚏𝚏

Venecia, Italia.

Lunes 05 de junio 2023

Hable unos minutos con Carlos, mientras él doblaba su ropa.

Minutos después Lando se despertó, gracias a que lo tire de la cama.

— ¡Oye! Eso me dolió — se quejó, mientras se sobaba el trasero.

— Ya deja de quejarte — respondí.

— Déjame dormir tranquilo — chilló.

— Lo haré cuando termines de acomodar tu desorden — hable saliendo de la habitación, para ir al cuarto de Lewis y George.

— Por los menos algunos si acomodan su ropa — dije cuando entre al cuarto de los chicos, el cual estaba bien acomodado.

— George solo tiro su ropa en el armario — George miro mal a Lewis.

— No tenías que decir eso — solté una carcajada y me senté en la cama de Lewis.

— Acaso ¿no saben lo que es el orden? — pregunte.

— Jamás tendrás orden, si estás con ocho hombres— Lewis asintió cuando Carlos entró al cuarto.

— Tendrán que aprender, si conviviremos una semana juntos — respondí y salí del cuarto.

Cuando entre en mi habitación Max, Daniel, Charles y Pierre estaban viendo la televisión. Me dirigí al closet, para poner buscar ropa, porque quería darme una ducha.

— ¡Pierre! — grité — ven ahora mismo.

Este asomo su cabeza por la puerta y sonrió inocente.

— Tu sonrisa no me conversará, tonto — hablé con los brazos cruzados.

— ¿Qué pasó, querida Léa? — preguntó, dejando ver todo su cuerpo por el marco de la puerta.

— ¿Qué pasó? Dime tú que pasó querido Pierre — señalé su parte del armario que estaba toda mal ordenada.

— Yo no veo nada, pequeña — blanqueé los ojos y con mi dedo le indiqué que se acercará.

— Ven aquí — hablé y él se acercó, mientras tanto todos los chicos estabas viendo la escena desde afuera del closet — ves esto — miré su ropa — esto no tiene que estar así.

— Pero si está bien — sonrió.

— No, Pierre — golpeé su brazo — acomoda tu ropa.

— Está bien, pero no me golpees. Te demandaré — me advirtió.

— Cállate antes de que me dé un ataque — masaje mi sien.

— ¡No juegues con eso pequeña Wolff! — Daniel hizo un megáfono con sus manos alrededor de su boca.

— Ustedes que hacen ahí, dejen de ser chusmas — grite, inmediatamente todos fingieron ver televisión y negué con la cabeza.

IL MIO AMULETO | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora