Capítulo 2

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Oker estaba desesperado, hacía una semana que había perdido el único trabajo que los mantenía a su hijo y a él.

El único trabajo que le había dado una estabilidad.

Oker abrazó a Kyle que jugaba con un viejo juguete de uno de los hijos de Lea. Ella había sido la que le había convencido de que trabajara en su lugar.

La beta le había asegurado que era un buen trabajo, nunca había nadie en las oficinas. Era muchísimo trabajo para una sola persona, pero Oker se esforzaba mucho para que nadie se quejara nunca y pudiera mantenerlo.

La habitación que le alquilaba a Lea, era algo que pronto no iba a poder mantener.

Su mundo, de nuevo se le derrumbaba.

—Papi, papi, mira —le llamó su hijo, sus ojos oscuros tan diferentes de los suyos estaban llenos de la alegría de los niños, inocentes, sin tener que preocuparse por nada.

Oker le sonrió y asintió mientras le mostraba como jugaba.

Estaba casi seguro de que había sido aquel estúpido alfa. Como odiaba a esos tipos que se pensaban mejor que los demás.

Como le había doblegado con su voz de alfa, y como podía hacerlo sin que Oker pudiera hacer nada. Como le había insultado, y como había conseguido que Oker perdiera lo único que tenía para sobrevivir.

Los odiaba, odiaba a todos los alfas, o a casi todos.

Kyle era alfa, y aunque hubiera deseado que fuera beta, se alegraba muchísimo de que no fuera Omega como él. Oker no le deseaba a nadie ser omega, o al menos ser un omega como él.

Evitó recordar, trataba de mantener su pasado bloqueado, por él y por su hijo que no tenía culpa de nada.

Ahora tenía que pensar en otras cosas, por ejemplo en cómo poder encontrar otro empleo.

Lea había sido despedida también de la empresa y ambos estaban en muy malas condiciones.

Sabía que no podía estirar más los muchos favores que esa beta había hecho por él.

Apoyó su barbilla sobre las rodillas, mirando lo que para él era su hogar.

Cuatro paredes, con una cama donde dormían su hijo de cuatro años y él, una cómoda desvencijada, y un pequeño lavabo.

No era mucho, pero él era feliz con eso. Teniendo en cuenta de donde había venido antes, aquello era un palacio para ellos dos.

Los amplios pasillos de un lugar que solo habitaba en sus recuerdos fue de nuevo bloqueado. Oker no pensaba en ello, no podía hacerlo.

Un omega como él, usado y con una cría, era lo más bajo en la escala social. Ni siquiera eran considerados ciudadanos, no tenían derechos, no tenían sanidad, no tenían nada.

Si no hubiera sido por Lea, lo más seguro es que ambos hubieran muerto, o hubieran deseado estar muertos.

La conoció cuando trató de recibir ayuda al ponerse de parto.

Le echaron como una rata del hospital y acabó dando a luz en un callejón a las espaldas del edificio.

Lea lo había visto entrar, era limpiadora en aquel hospital, y lo encontró medio desangrado.

Lo ayudó, lo llevó a su casa y lo atendió.

Hacía tanto que no se sentía una persona que tembló ante los cuidados de la mujer.

Su hijo era un alfa, y Oker lloró durante días.

Lea era una beta sola con tres hijos también betas, y era la primera persona que había sido amable con Oker desde que su mundo se había destruido.

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