Capítulo 27

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—¿Y esa asociación es segura? —le preguntó Ivory a Oker, mientras este dejaba sus cosas al día siguiente al llegar.

—Sí, es un lugar estupendo —dijo el omega.

Ese tal Olson era miembro de la asociación, por lo tanto no era un sitio tan "estupendo", pensó Ivory.

El estómago le quemó al recordarlo, había llamado el día anterior al trabajo, estaba sorprendido que aún se lo mantuvieran, pero para su asombro, esas cosas eran más comunes de lo que él había pensado.

Al parecer, sus compañeros tenían vidas y en ellas ocurrían cosas. Ivory se dio cuenta de que había sido la ausencia de una vida más allá la que le había otorgado el estatus de empleado modélico.

Pero cuando se dio la vuelta para ir a recogerlos, verlo con aquel alfa le hizo querer atacarlo, tener sus instintos tan a flor de piel era agotador.

La relajación de Oker y Kyle alrededor de ese alfa le molestó, no quería verse a sí mismo como a un cachorro al que no le gustaba compartir sus juguetes. Pero si el alfa no era una amenaza, estaba sacando las cosas de quicio.

Lo podía entender, de hecho lo entendía, eso no hacía que le gustara la sensación. Pasaron la tarde los tres juntos, aunque Oker se escabullía para terminar sus tareas.

Cuando se fueron, Ivory se sintió muy solo.

—Os voy a acompañar a la escuela todos los días. —No tenía que hacer una vigilancia desde lejos, ya no.

—No es necesario, alfa. —Contestó el omega.

Era extraño como desde la mañana anterior, las cosas entre ambos habían cambiado. El omega no se encogía, lo miraba a los ojos, aunque su lenguaje verbal fuera el mismo. Respetuoso, con la distancia de un empleado y su empleador.

Sus cuerpos ya no reaccionaban como antes, sobre todo el de Ivory. La fuente de su rechazo se había evaporado, y la necesidad de cercanía constante lo había suplantado.

Tenía que contenerse, porque en el fondo, ellos no eran nada. No eran familia, aunque sus instintos le atormentaran cada cinco minutos. Tampoco eran pareja, Ivory no había tenido nunca una. En ese terreno estaba completamente verde.

Entonces, ¿qué opciones le quedaban?

Amigos, ¿era eso posible?

Sus cuerpos, como desde hacía días se aproximaron, y compartieron sus olores. Él no tenía por qué acompañarlos, y el omega no tenía por qué  aceptarlo.

Pero los tres salieron andando rumbo al colegio y Kyle le dio la mano todo el camino.

Vio entrar a la escuela al cachorro, y solo quedaron el omega y él de vuelta. Tampoco había discusión en ello, lo dejaría en su casa, sabiendo que estaba bien.

Para su sorpresa, no era el único en hacerlo. Visualizó a varias parejas en un camino de vuelta, salvo que sus manos estaban entrelazadas y hablaban de sus días con naturalidad.

—Gracias. —El omega tenía su llave en la mano, listo para entrar.


—Vendré a recogeros.

—Alfa —protestó levemente el omega en un tierno puchero, y por primera vez, sin nada más que ellos dos, sintió algo que no había sentido nunca.

La ternura se esfumó de su vida y de sus sentimientos el día en que su padre murió. Como si alguien le hubiera arrancado ese sentimiento, y ni siquiera fuera digno de sentirlo.

Su mundo de privilegios también tenía un coste, y él lo había pagado caro, anestesiando todo a su paso.

Pero esa ternura tenía que ver con algo más, miró sus labios, Ivory solo había besado en el ímpetu de la pasión, del deseo por entrar en otro cuerpo y saciar su necesidad.

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