Oker usó el dinero que le prestó Lea para llegar hasta la dirección que el alfa le había dado, Kyle estaba dormido con su pijama bajo un abrigo que había visto tiempos mejores.
Una mala corazonada le hacía ir apretando el volante de su viejo coche, en su mente, una y otra vez lo mismo, ¿qué opciones tenía? ¿Y si solo era una trampa para sacarlo de su casa y venderlo a cualquier burdel?
¿Y si quería arrebatarle a su hijo?
¿Y si solo quería un esclavo sexual?
Pero bajo todas esas estaba la que le hacía pisar el acelerador, ¿Y sin era real y podía ganarse la vida honradamente?
Aparcó en una zona de altos edificios, Oker evitaba deambular por las calles, su aroma, ese que repugnaba a este alfa, atraía a otros, y nunca con buenas intenciones.
Tomó a su hijo que solo se quejó bajito cuando lo cargó para apoyar su mejilla en su hombro.
Con la capucha de una sudadera demasiado grande para él, Oker se ocultaba a sí mismo, sacó la tarjeta para ver el número aunque lo había memorizado durante toda la noche en la que no fue capaz de dormir.
Llamó, y automáticamente la puerta se abrió. Oker temía que hubiera algún tipo de conserje que le echaría a patadas de un lugar como aquel. Pero no había nadie, llamó al ascensor con el corazón golpeando con fuerza contra su pecho.
No era ningún delincuente, pero se sentía como uno.
Las puertas del ascensor se abrieron, y Oker entró, seguía con la mirada gacha, pero la alzó para contemplarse en uno de los espejos del pequeño habitáculo.
Su aspecto era horrible, ojeroso, demasiado delgado y con ropas gastadas, pero era su cara de terror lo que peor le quedaba.
Trató de relajarse, no quería parecer un estúpido Omega muerto de miedo sin opciones, aunque fuera la realidad. Se lo habían arrebatado todo, y eso, eso al menos tendría que ser capaz de controlarlo.
Cuando sonó la campanilla de que había llegado a la planta, una de las más altas, las puertas se abrieron y Oker salió.
Conocía los lugares como ese, lujosos, brillantes y casi muertos.
Viviendas de alfas de alto nivel en el centro de la ciudad.
Repasó todos lo números hasta dar con la puerta a la que debía llamar.
Solo fue una señal, y la puerta se abrió, sin darle opciones a arrepentirse.
—¿Por qué le has traído?—preguntó molesto el alfa.
No le dio opción a replicar, lo metió en su casa, cerrando la puerta a su espalda.
—No tenía dónde dejarlo, seguirá durmiendo y yo trabajaré —¿Por qué tenía que sonar tan miserable?
—Ese niño debería estar en una guardería.
Las sentencias eran fáciles emitirlas, pero normalmente el que lo hacía no le importaban los motivos de la otra persona.
Oker no tenía dinero para pagar una guardería, pero los alfas tenían la educación gratuita a partir de los 5 años. Momento en el que Oker le llevaría a la escuela.
Sabía que tendría muchos problemas cuando llegara ese momento, pero Oker había aprendido que no podía luchar contra cosas que aún no pasaban, solo podía luchar contra el día a día.
Y eso era lo que hacía al callar una respuesta que nadie le había pedido.
Solo abrazó a su hijo con fuerza.
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Omega
RomanceIvory no soporta a los omegas, Oker tiene motivos para odiar a los alfas. Ambos acabarán enredados en una historia más compleja de lo que ellos hubieran querido, pero quizás es lo que habían estado necesitando. Omegaverse. Mundo moderno. Desigualdad...