Oker le había pedido un poco más de tiempo, habían tomado en serio que no hubiera una relación laboral entre ellos, pero hacía que una vez que los esperaba en la puerta de la escuela, no tuviera una excusa para subir a su casa con Oker.
Habían ido a tomar café, le había comprado dulces a Kyle, pero a Ivory aquello le parecía ya insuficiente, lo quería todo con Oker.
—¿Podemos ir a hablar a casa? —preguntó Ivory, desesperado el miércoles de esa misma semana.
Oker asintió y toda su inquietud se esfumó momentáneamente, lo embadurnó con su olor y fueron andando hasta su apartamento.
El olor de Oker se estaba yendo de allí y nada más entrar, Ivory le abrazó con fuerza, no quería asustarle pero le necesitaba y el omega se abrazó a él cubriéndole de sus propias feromonas.
El jadeo de satisfacción fue completamente suyo, así es como quería pasar el resto de su día.
Ahora comprendía porque en su trabajo eran tan indulgentes con los alfas enlazados, aquello era superior a ellos.
—Mañana voy a una asesoría en la asociación, si vamos a hacer esto quiero hacerlo bien —confesó Oker.
Ivory le miró, entendía sus reticencias.
—Lo que necesites.
—Cuando le pregunté a Kyle si le gustaría vivir aquí contigo, él me preguntó si tu serías su padre, Kyle está muy apegado a ti, y no quiero que sufra.
Ivory le miró mientras aún le sostenía en sus brazos, se frotaban levemente para capturar el olor del otro.
—Yo lo siento como mi cachorro, creo que casi desde el principio, antes incluso de darme cuenta de que tú eras mi omega. Si tú me dejas, me gustaría ser su padre.
Oker comenzó a temblar en su abrazo y lo trató de calmar.
—Necesito hacer esto bien —repetía una y otra vez— tengo que hacer esto bien.
Lo cargó en sus brazos hasta llevarlo al sofá, se sentó con el omega sobre él.
—Lo estás haciendo bien, eres un buen padre, omega.
No podía calcular el tiempo que estuvieron así, pero fue Oker el que se separó.
—Tienes que ir a trabajar —le dijo con un puchero demasiado bonito para que a Ivory le importara su trabajo.
—Tengo que estar con mi omega —contestó él, ganándose un beso de Oker que le gustó muchísimo. Desde la noche de la fiesta no habían vuelto a besarse.
El omega repitió el beso de nuevo, no, Ivory no iba a ir a trabajar a ese ritmo. Sobre todo cuando el siguiente beso fue él el que lo comenzó.
Oker se agarró de su cuello e Ivory le ayudó a pasar una de sus piernas sobre su regazo, a horcajadas sobre él.
La postura era todo lo que estaba bien para él, lo quería siempre así, agarrado de su cuello, besándole y con su cuerpo bien pegado al suyo.
No podía evitar excitarse, estaría muerto si su omega frotaba su trasero sobre su entrepierna y esta no se endurecía. Para su completo disfrute, Oker estaba húmedo.
Ivory solo lo acarició levemente, nada de tirones, nada de volcarlo sobre el sofá, bajarle los pantalones y hacerlo suyo.
Así estaba bien, realmente bien.
—Yo ...—gimió Oker.
—Yo también —contestó Ivory—. Así está perfecto.
Oker tenía los labios rojos e hinchados, los ojos acuosos por el placer que sentía, sus mejillas eran manchas rojas y su respiración estaba entrecortada.
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Omega
RomanceIvory no soporta a los omegas, Oker tiene motivos para odiar a los alfas. Ambos acabarán enredados en una historia más compleja de lo que ellos hubieran querido, pero quizás es lo que habían estado necesitando. Omegaverse. Mundo moderno. Desigualdad...