Oker no pudo dormir esa noche, separarse de su hijo era algo que le atemorizaba.
Pero que otro hubiera tomado la decisión por él era algo que le quemaba por dentro.
Entendía el punto, realmente podía entender que podría ser lo mejor para Kyle, pero ese frente aún pensaba que tenía un año para abordarlo.
Cinco años era el tiempo que tenía para que Kyle fuera solo suyo, en el momento en el que el alfa pusiera un pie en el mundo real, todo cambiaría.
Sabía que era lo que tendría que hacer, sabía que era lo que Kyle se merecía. El mundo tenía sus reglas, y a él le había tocado el peor lado de ellas, pero su hijo alfa tendría otras oportunidades.
Él las quería para su cachorrito, pero aún no estaba preparado para perderlo.
No es que tuviera muchas referencias, no conocía a ninguno como él, pero sabía el rechazo que provocaba. Sabía que lo mejor para Kyle era que no le relacionaran con un omega usado, había visualizado como haría para que Kyle pudiera ser lo suficientemente autónomo para dejarlo a una distancia prudencial para que no le vieran a él.
Sabía que los demás niños alfas hablarían de sus vidas y de sus padres, él tendría que enseñarle a no hablar de él.
Y sobre todo sabía que un día tendría que separarse, cuando los instintos de su hijo se desarrollaran por completo, cuando el rechazo por su padre fuera un impedimento para él.
Lo tenía fuertemente apretado contra su cuerpo mientras su cachorrito dormía sin darse cuenta de que para que él tuviera una vida, Oker tenía que quitarse de en medio.
Y aquello le aterraba, ¿qué era él sin Kyle? Sin el motor que su hijo era para él, lo único que lo había mantenido vivo y arriba.
Los escenarios en su mente eran malos, le gustaría saber de sus logros, saber que su vida iba bien, pero a una la distancia prudencial que no ensuciara la vida de su hijo.
Él nunca sería el abuelo que conocería a sus nietos, el que los colmara de cariño y los consentiría, él no sería nada y una lágrima rodó por su mejilla.
Hizo cálculos de su pequeño capital, algo le decía que el alfa no había tenido eso tan en cuenta como él creía. Pero iría y oiría lo que le proponían, en el fondo sabiendo que nadie le hablaría a él, que yendo con un alfa, al menos, su hijo tendría una opción de ser aceptado.
Al año siguiente, Kyle se cambiaría de centro por uno de los gratuitos disponibles.
Miró el reloj de su vieja habitación, era hora de ponerse en marcha, dio unos suaves besos en la frente a su hijo, respirando su conocido olor infantil.
Kyle se quejó por ser despertado, pero no había discusión, lo aseó, vistió y lo cargó hasta el coche destartalado que le facilitaba tremendamente la vida. Ni siquiera podía imaginar hacer ese trayecto en transporte público.
Una vez más, frente al portal, con el terror de que un grupo de alfas lo encontrara allí afuera, la puerta se abrió y entró lo más rápido posible.
Arriba, el alfa le esperaba, pero esta vez no le dijo nada de Kyle, solo le dejó pasar.
—Volveré a las 4 —fue lo único que dijo antes de irse.
Oker asintió, no era un idiota, y ese alfa podría ser muchas cosas, pero era serio y no iba a olvidar lo que habían hablado.
Sus tripas se retorcieron de ansiedad todo el día, él vivía al margen de la sociedad, y ese mismo día haría su primera incursión tras casi 5 años, las manos le sudaban de pura ansiedad.
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Omega
RomanceIvory no soporta a los omegas, Oker tiene motivos para odiar a los alfas. Ambos acabarán enredados en una historia más compleja de lo que ellos hubieran querido, pero quizás es lo que habían estado necesitando. Omegaverse. Mundo moderno. Desigualdad...