Capítulo 18

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Oker esperó volver a hacer el mismo camino que el día antes, pero para su sorpresa cuando el alfa regresó los tres fueron andando hasta el centro educativo.

Raramente paseaba, era demasiado peligroso. Le hubiera encantado ir al parque con Kyle, pero ese tipo de actividades las hacía Lea por él. Bajaba con sus hijos al parque más cercano a su casa cuando podía.

De las compras, también se ocupaba la beta, iba lo más pegado al alfa que podía sin invadir su espacio personal.

Casi hubiera preferido ir en coche aunque solo fuera una calle, notaba algunas miradas sobre él, pero las feromonas de su alfa prácticamente los cubrían a Kyle y a él.

Kyle iba entre ellos dos, buscando la protección del alfa inconscientemente, del mismo modo en el que él lo hacía.

Pero nunca soltó su mano, sabía que su hijo estaba desarrollando una relación fuerte con el alfa, y casi temió que en un momento así le rechazara a él, por ir con Ivory.

Pero no lo hizo.

Ante el edificio que parecía cerrado, Oker se estremeció y no pudo evitar pararse, haciendo que el alfa le mirara.

Kyle se pegó a su cuerpo, decía la verdad, no iba a permitir que otra vez lo hicieran sentir mal.

—Puedo quedarme fuera —dijo Oker, pero el alfa negó con la cabeza.

—Quieren hablar con su padre. Es un buen centro.

Oker miró a su hijo. Le había hecho una promesa, una que en el fondo no sabía si podría cumplir. Pero la que tenía claro que cumpliría sería vengarse de ese alfa, le envenenaría la comida si era necesario.

Los tres entraron, y en la recepción los estaba esperando un omega.

Era joven, bonito y estaba sonriéndoles a él y a Kyle.

—Bienvenidos, el director les está esperando en su despacho.

No se le escapó la mala mirada que le echó al alfa, aquello parecía completamente el mundo al revés.

En el corto trayecto que duró el recorrido hasta la dirección, el omega no paró de hablar con el cachorrito.

Le preguntó su nombre, su edad, lo elogió por lo grande que era a sus cuatro años, y se dio cuenta como el pequeño alfa se relajaba a cada paso.

—Es porque me como mis verduras —contestó Kyle, arrancándoles una sonrisa, y no solo a los omegas, sino también a Ivory.

Vistos en ese momento, podían pasar como una familia que iban a inscribir a su cachorro a la escuela, ambos se miraron, pero Oker rápidamente se enfocó en su hijo que había soltado su mano. Confiado y contento.

Llegaron a la puerta sobre la que había un rótulo que ponía "dirección" y el joven omega les hizo pasar.

La sonrisa se esfumó de sus ojos en cuanto miró al alfa, pero entraron antes de que este pudiera gruñirle, algo que le sorprendió a Oker.

—Bienvenidos —dijo un omega que podría tener la edad de su abuelo—. Kyle, qué gusto conocerte, he escuchado mucho hablar de ti.

El niño miró a su padre y enrojeció. El tono del omega no podría decirse que fuera dulce como el de todos ellos, pero sí era agradable, y eso no lo esperó.

—Bien, ahora que ambos están aquí, hablaremos de la educación de su hijo.

Aquel omega pensaba que Kyle era hijo de Ivory, y este no había hecho nada para desmentirlo. Y Oker se calló, quizás por ese motivo los estaban aceptando.

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