Lectores:
Probablemente muchos han escuchado acerca del día de los Santos Inocentes que se celebra el 28 de Diciembre de cada año, donde recordamos la penosa y atroz matanza relatada por San Mateo en el Nuevo testamento, en la cual todos aquellos niños menores de dos años son asesinados en Belén, para así, asegurar la muerte del Mesías.
Pero este no es un relato religioso, ni nada parecido. Es simplemente una historia, por medio de la cual he logrado acomodar aquel suceso de la biblia con hechos que se ajustan a una realidad no tan lejana a la nuestra, donde al igual que esos niños, Santos e Inocentes, muchas personas mueren sin ser culpables de algún delito.
Cuando alguien fallece, y su muerte se veía venir, que en la mayoría de los casos ocurre por una enfermedad crónica o terminal, la familia alcanza a asimilar dicho suceso. Sin embargo, ¿qué ocurre con las familias de todos aquellos que no tienen planeado morir? He aquí explícita una situación similar, donde se presencia como todo puede cambiar de la noche a la madrugada de un 28 de Diciembre.
Que normal es escuchar lamentarse a las personas por la muerte de otros. Presenciar comentarios como "¡Pobre de él! Era tan joven..." ¿Pobre de él? ¿Pobre de un muerto? ¡Pobre de su familia, de sus amigos, de sus seres amados! No hay acto más egoísta en este mundo que morir. Nadie más sufre por nuestra muerte que aquellos que nos amaron en vida, y que a pesar de estar muertos, aún lo hacen. Ahora es tu turno, muere y sé testigo de como le has jodido la vida a quienes quisiste, sin siquiera poder gritar que eres... Inocente.
Mientras leen tal vez en lo más recóndito de sus mentes visualicen esa reconocida frase que dice "Nunca sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes". Ahora yo les propongo cambiarla por: "Nunca sabes lo que tienes, hasta que te mueres".
Un consejo de mi parte: "Al igual que con estos personajes, en su vida no confíen en alguien que tenga una lengua bien conectada a su cerebro... A veces no la tienen conectada al corazón".
A partir de este momento deja de hablar Willy Jefferson, y empiezan a narrar los protagonistas de esta historia. Así como en sus vidas, no se dejen envenenar, no sólo lean las letras: descubran el mensaje detrás de cada palabra.