━━━XI: The Olympus

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Chapter eleven The Olympus

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Chapter eleven
The Olympus






llegaron al Olimpo, Percy ayudó a Marlene a bajar del pegaso. Annabeth se acercó a ella y la ayudo como pudo.

—Esta bien, puedo so...

—No podes Mar, no seas terca, déjanos ayudarte—dijo Percy—dejaste tu super escuela mágica para ayudarnos, ahora déjanos a nosotros.

Marlene se dejó ayudar a regañadientes.

En la penumbra del alba, las antorchas y hogueras hacían que los palacios construidos en la ladera reluciesen con veinte colores distintos, desde el rojo sangre hasta el índigo. Por lo visto, en el Olimpo nadie dormía nunca. Las tortuosas callejuelas se veían testadas de semidioses, de espíritus de la naturaleza y diosecillos menores que iban y venían, unos caminando y otros conduciendo carros o llevados en sillas de mano por un par de cíclopes.

El invierno no parecía existir allí. podias percibir la fragancia de los jardines, inundados de jazmines, rosas y otras flores incluso más delicadas que no sabría nombrar. Desde muchas ventanas se derramaba el suave sonido de las liras y de las flautas de junco.

En la cima de la montaña se levantaba el mayor palacio de todos: la Resplandeciente morada de los dioses.

Una vez los pegasos se fueron, los semidioses se quedaron mirando el Olimpo en silencio. Cada uno en su propio mundo. Marlene no podía evitar pensar en cómo estaría Harry y si habían atrapado a Sirius Black.

A la par, avanzaron dentro, Marlene apoyada en Percy.

Doce grandes tronos formaban una U alrededor de la hoguera central, igual que las cabañas en el campamento. El techo relucían todas las constelaciones, incluso más reciente: Zoë la cazadora, avanzando por los cielos con su arco.

Todos los asientos se hallaban ocupados. Los dioses y diosas medían
unos cuantro metros de altura.

—Bienvenidos, héroes—dijo Artemisa.

Muuuu—Marlene se sobresalto.

—¿Que carajos es eso?— le susurró a Percy.

—después te cuento— susurró devuelta.

Marlene vio a Grover de rodillas en el trono de Zeus, cuando alzo la vista los miro sorprendido.

—¡Bravo! ¡Lo hicieron!

Iba a correr su encuentro cuando recordó que le estaba dando la espalda a Zeus y levantó la vista para solicitar su permiso.

—Anda, ve.—le dijo Zeus sin prestarle atención. El señor de los cielos miraba fijamente a Thalia.

Grover se acercó trotando. Ninguno de los dioses decía nada. El redoble de sus pezuñas en el suelo de mármol resonaba por toda la sala.

Grover le dio aparatosos abrazos a Annabeth y Thalia. Se tiro sobre Marlene y la abrazo con fuerza, la hija de Apolo se desastabilizo un segundo, pero le devolvió el abrazo.

𝐒𝐮𝐧𝐬𝐡𝐢𝐧𝐞; 𝙃.𝙋 .𝙋𝙅𝙊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora