xvii 𝗜 capítulo diecisiete

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Cuando Quintina le dijo que había llegado una visita para ella, Jimena no esperaba bajar y encontrarse al mismísimo Fabio Boticceli en medio de la sala de su casa

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Cuando Quintina le dijo que había llegado una visita para ella, Jimena no esperaba bajar y encontrarse al mismísimo Fabio Boticceli en medio de la sala de su casa.

Iba elegantemente vestido, con un traje negro y zapatos de diseñador, y ese día había elegido atar su largo cabello dorado en una cola de caballo baja. Con una mano sostenía un ramo de rosas rojas, mientras que con la otra miraba la hora en su reloj de pulsera.

—Fabio, ¡qué sorpresa verte por aquí!

—Hola, amore—la saludó con dos besos: uno en cada mejilla—. Espero que no te moleste que le pediera tu dirección a Leandrito. Me moría por saber cómo vive mi nueva estrella. Y, déjame decirte, no está nada mal, ¿eh?—giró sobre su eje, admirando embelesado la decoración de la casa.

Jimena le dedicó una pequeña sonrisa, juntando las manos frente a ella.

—En realidad, esta es la casa de mi hermana Sarita y su esposo Franco, quien a su vez es el hermano de mi esposo. Óscar y yo solo viviremos aquí hasta que nuestra casa, que ya está en construcción, esté terminada.

—Y cuando eso suceda, tengo la intención de llevar a cabo algunas renovaciones para este lugar. ¿Qué les parece?—dijo Franco, entrando por la puerta de la mano de Sara. Parecía estar de un excelente buen humor, lo que Jimena decidió atribuir a su hermana mayor.

Rápidamente, la menor de las Elizondo hizo las presentaciones correspondientes. Como la mayoría de sus nuevos conocidos, a Fabio le pareció graciosa y maravillosa la idea de tres hermanos casados con tres hermanas, mientras que Sarita estaba feliz de conocer finalmente al hombre con planes para convertir a su hermana en una gran estrella.

Ni ella ni Franco tenían mucha idea de moda, pero escucharon con paciencia todos los elogios que el señor Boticceli no se cansaba de rendir al talento de Jimena. Luego trató de convencer a Franco para que se convirtiera en modelo, alegando que con su físico y el azul de sus ojos, seguramente tendría mucho éxito entre el público femenino; pero recibió una cortés negativa ya que el menor de los Reyes no se veía desfilar por una pasarela.

—Bueno, si los negocios no funcionan—murmuró Sarita al oído de su esposo—, no descarto convertirte en portada de una revista para ganar algo de dinero.

—No es una mala idea, la verdad—Franco se cruzó de brazos, decidido a seguirle el juego—. Estar rodeado de chicas en bikini no me parece el peor trabajo del mundo.

—De paso, yo también podría conocer a uno de esos hombres musculosos que promocionan ropa interior. ¿Me los presentarías, amor?

Él la miró fijamente, mordiéndose el labio inferior. Estaba a punto de decirle que el único hombre que podía ver en ropa interior era él, cuando recordó que no estaban solos. Jimena y Fabio intercambiaron miradas y alguna que otra risita de complicidad. Sarita se sonrojó.

LOS HEREDEROS〘franco reyes & sara elizondo〙Where stories live. Discover now