— ¿Un diseñador de moda famoso? ¡Eso es increíble Jimena!Sarita se levantó para abrazar a su hermana menor quien desbordaba de felicidad mientras le contaba a Leandro y a ella la increíble noticia. Como aún era la hora del almuerzo, el centro de moda no estaba tan atiborrado como de costumbre, lo que les permitió encerrarse en una oficina para charlar más tranquilamente.
—Y no es un diseñador cualquiera—agregó Leandro con una radiante sonrisa en los labios—. ¡Es el mismísimo Fabio Botticelli! Oh, he estado siguiendo su trabajo durante mucho tiempo. Tiene unos diseños que son increíbles y, además, es muy guapo.
—Bueno, ya sabes que eso último no me importa—explicó Jimena—. Pero me alegro mucho de que se haya interesado en conocer mis diseños.
Leandro la miró como si acabara de decir algo grosero.
—Mi niña, solo porque estés casada no significa que estés ciega—se puso las manos en las caderas—. ¿Qué hay de malo en que mires?
La más joven de los Elizondo hizo un mohín. No dijo nada, pero Sara podía adivinar lo que estaba pensando. Después de todo, ella también vivía bajo el mismo techo que Óscar. Sabía lo volátil que podía ser su cuñado cada vez que se ponía celoso.
—Jimena tiene razón—decidió intervenir—. Que sea atractivo o no es lo de menos. Lo importante es que esta jovencita de aquí finalmente podrá demostrar el enorme talento que tiene—sonrió y palmeó cariñosamente el muslo de su hermana—. Estoy muy orgullosa de ti.
—Gracias, Sarita.
Leandro tomó una revista de encima de su escritorio y se dejó caer en una silla. En ese momento, una de las trabajadoras del centro llamó a la puerta. En una mano llevaba una larga tela azul mientras que en la otra sostenía un par de tijeras.
—Leandro—dijo—, quería saber si te gusta esta tela para empezar a trabajar en el vestido que encargó la señorita Sofía Quevedo.
Escuchar el nombre de esa mujer hizo que todos los músculos de Sara se tensaran. Su disgusto debió ser demasiado evidente porque Jimena frunció el ceño y Leandro la miró con curiosidad.
—Sí, Martica, esa tela es perfecta...
La mujer asintió y volvió a cerrar la puerta detrás de ella mientras se iba. Hubo unos momentos de silencio, seguidos de varias miradas inquisitivas.
— ¿Tienes algún problema con esa mujer, Sarita?—Jimena quiso saber.
— ¿Yo? Ninguno.
Recostándose en su silla, Leandro se rió en tono jocoso.
—Mi amor, hasta un perro disimularía mejor que tú. Vamos, suéltalo. ¿Qué te hizo esa pobre e inocente señorita para que pusieras esa cara de mustia en cuanto la oíste mencionar?
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LOS HEREDEROS〘franco reyes & sara elizondo〙
Fanfiction🐎 𝗜 Franco Reyes y Sara Elizondo disfrutan de sus primeros meses de matrimonio y están más felices que nunca. Todo parece ir muy bien hasta que la inesperada llegada de una nueva familia terrateniente a San Marcos empieza a sembrar dudas en la may...