Fin.

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Tras varios días, Alfea se reconstruye, pero Athena sigue igual. Ben la mantiene. Está viva. Pero no emite el menor signo de vivacidad. Esto consume no solo a la propia hada, sino a las que la rodean, invadiéndolas de tristeza y dolor por el estado en el que se encuentra.

Los días son largos, dolorosos y tediosos. El dolor se acopla en el pecho de todos y cada uno de los seres queridos de Athena.

—Te dije que fueras a recargarte... —dice Farah con lágrimas en los ojos. Ha pasado cada día y cada noche junto a ella. No ha querido separarse ni un segundo del día de su lado. —Que reclamaras tu poder en el círculo de piedra... Eres una cabezota innegable... Pero... Incluso eso lo echo de menos... Alfea está... Triste y desolada... ¿Qué hago yo aquí sin ti? No concibo una vida sin ti, Athena. No puedes dejarme... Te lo ruego... —dice estrujando su mano, como si así pudiera hacerla sentir más sus palabras, como si fuera a recibir, de ese modo, una respuesta, deseando más que cualquier otra cosa recibir el más mínimo signo de vivacidad. —No conozco un mundo en el que tú no estés...

—Me gusta... Cuando te dejas el pelo suelto... Te... Te favorece mucho... —dice con dificultad y con voz tenue. Haciendo que Farah levante la vista de inmediato quedando totalmente asombrada a la par que agradecida con el destino por permitirle escuchar la voz de su hada una vez más.
—¿Athena? ¡Athena! —exclama abrazándola. —¡Ben, Ben ha despertado!

El hada de tierra corre hasta las mujeres nada más escuchar a la directora.
—Déjame examinarla —dice el botánico en cuanto Farah se aparta un poco. La directora retrocede unos pasos mientras Ben observa los reflejos y el estado del hada que acaba de despertar. Corroborando que su salud es fuerte y que parece que todo progresa correctamente. —Parece que todo está bien. ¿Te sientes mareada? ¿Recuerdas algo?
—Algo mareada sí... Y débil... Farah... ¿habéis encontrado a Rosalind? ¿Ya te han ascendido?
—¿Cómo que...
—Athena ¿qué es lo último que recuerdas?
—Estábamos en... Aster Dell... Pero ella nos dijo que había desalojado el pueblo y no... Luego huyó... ¿La habéis encontrado?

Farah queda paralizada ante el comentario de Athena. De pronto siente que la fantasía que había construido a su alrededor ha comenzado a desmoronarse.

—Athena... tenemos que hablar contigo... Mejor esperar a que...
—¡¿Ha despertado?! —dice Bloom corriendo dentro del invernadero evitando a las hadas. —¡Mamá! —exclama y la abraza con fuerza.
Athena queda completamente perpleja ante el acto por parte de la adolescente.
—Bloom ella no... —trata de decir Farah.
—No recuerda... —dice Ben interrumpiendo a la directora.
—¿Qué? —pregunta Athena. —¿Qué está pasando?
—Bloom por favor déjanos hablar con ella... Te avisaremos cuando...
—Claro... —dice apenada abandonando el lugar deseando que logren hacer a su madre recordarla de nuevo.
—No entiendo qué...
—Has tenido una fuerte contusión y veo que... Has perdido parte de tu memoria...
—¿Qué?
—Desde Aster Dell han pasado... más de dieciséis años... —dice Ben.
—¡¿Qué?!
—Athena cálmate —pide Farah desbordante de delicadeza y cariño.
—¿Pero cómo voy a calmarme? Voy a volverme loca... Necesito que me expliquéis qué ha pasado...
—Ta han atacado, mi amor, y...
—¿Cómo me has llamado?
—Farah deberías dejar de hablar —dice Ben.
—¿Farah? —vuelve a preguntar Athena.
—Ben... soy un hada de la mente... ¿Crees que podría?
—¿Traspasarle recuerdos? Puedes intentarlo. No tienes nada que perder.

Farah se sienta frente a Athena y toma sus manos en las suyas, la mira directamente a los ojos y estos se iluminan.
—Déjanos solas —pide Athena a Ben. En el momento en que este abandona el invernadero, una gran ráfaga se crea dentro del mismo. Los ojos de ambas hadas están iluminados, Farah está transmitiendo recuerdos a Athena y esta está activando intencionadamente sus poderes debido a la sobrecarga de información.

—¡No puedo...! —exclama Athena notando como los recuerdos golpean su mente.
—Claro que puedes —dice Farah estrujando sus manos. —¡Confío en ti! ¡Solo un poco más!
—Farah voy a desmayar...

En ese momento Athena cae sobre la directora inconsciente y todos los objetos que volaban al rededor de la hadas debido al huracán que se había creado dentro del invernadero caen al suelo y el viento cesa de inmediato.
—Athena ¿Puedes oírme? —dice Farah con preocupación.
—¿Qué ha pasado? —pregunta Ben entrando rápidamente.
—No lo sé Ben. Quizá la he forzado demasiado, quizá...
—Está bien... —dice Ben tomando el pulso de Athena. —Está bien solo ha sido una bajada de presión.

Ben coloca unas gotas de algo en la boca de Athena y segundos más tarde esta abre los ojos.
—Me va a explotar la cabeza —dice.
—¿Te sientes bien? —pregunta Farah.
—Sí, sí cariño, estoy bien. ¿Qué ha pasado con Sebastian? ¿Ha muerto?
—¿Lo recuerdas? ¿Me recuerdas?
—Claro que te recuerdo ¿qué pasa?
—Es una larga historia. Te quiero muchísimo, Athena —dice Farah abrazándola.
—He tenido un sueño rarísimo —dice Athena. —No recordaba nada y cree un huracán dentro del invernadero y...
—Sumamente raro, sí —ríe Ben.
—Verás, mi amor, no ha sido un sueño, despertaste del combate sin recordar nada y acabamos de realizar un hechizo de transmisión de energía para devolverte los recuerdos. Has vuelto a desmayarte y ahora has despertado —dice Farah.
—Creo que necesito unas vacaciones —afirma Athena.
—Ya somos dos —dice Ben.
—Tres —añade Farah.
—Añadid una más —dice Bloom entrando al invernadero. —¿Me recuerdas, mamá?
—Oh Bloom, claro que sí —dice abrazándola con fuerza.
—Sigo sin creer que al fin haya podido encontrarte...
—Yo también, mi pequeña valiente. Nada va a volver a separarme de ti, te lo prometo.

Tras unos días, Athena se encuentra casi completamente recuperada. Farah y Bloom se Han encargado de ayudarla y hacerla sentir como en casa.

Athena, Farah y Bloom van a conocer a los padres adoptivos de esta última y resultan ser tan encantadores como parecían. Pese al nerviosismo de Athena, Farah consigue controlar la situación y hacer que se relaje.

Y con el paso de los meses, Alfea está cada vez más cerca de volver a ser lo que era. Sus estudiantes estaban unidos de nuevo. Y los profesores volvían a ser un equipo. Todo se había calmado y la felicidad volvía a rebosar en aquel lugar.

OUR FATE (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora