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Ese test tiene una reacción inesperada. En un momento el líquido de Athena se vuelve completamente negro, en cambio el de Bloom, completamente blanco. Pero tras unos segundos ambos se vuelven de un rojo profundo. Un tono prácticamente idéntico.

Athena mira a Bloom y Bloom a Athena. Ben toma una gota de cada uno y los coloca en la plaqueta. Las gotas quedan completamente inmóviles. Pero tras unos segundos, ambas se unen de repente, formando una sola.

Athena se lleva la mano a su boca y dos grandes lágrimas brotan de sus ojos. Ben y Farah se miran y Bloom abraza a Athena rompiendo en llanto en sus brazos. Athena sigue en shock. No termina de creer lo que acaba de suceder.
Por primera vez desde que llegó a Alfea, Bloom siente que su corazón está tranquilo, aunque lata más rápido que nunca. Por primera vez siente que alguien le ha dado las respuestas que buscaba.

—Necesitáis hablar... —dice Farah cuando ambas se separan haciendo un gesto a Athena dando a entender que estará en su despacho si la necesita.
Farah estrecha su mano en señal de apoyo y abandona el invernadero. Tras agradecer a Ben, Athena y Bloom también salen del lugar.
—Si necesitas tiempo para pensar... Podemos hablar por la mañana —dice Athena.
—Quiero saberlo todo. Si... si pudieras contármelo ahora te lo agradecería...
—Vamos a mi habitación. Apuesto que está más tranquila que la tuya —dice Athena.
—Seguro que sí. Pero me ha venido bien tener compañía...

Ambas llegaron a la habitación de Athena. Bloom pudo notar que esta era gigantesca, era del tamaño del ático que compartía con sus amigas ahí en Alfea, con la diferencia de que esta era solo para ella. Con su propio baño, salón, cocina, balcón y una habitación donde se encontraba su cama, inmensa.
—Guau... sí que se lo montan bien los profesores en Alfea...
—Tenemos nuestras ventajas. Ponte cómoda, por favor... ¿Quieres algo de tomar?
—¿Tienes una cerveza?
—Claro. —Athena saca una cerveza de la nevera y se la pasa a Bloom.
—¿No quieres?
—No me gusta la cerveza —dice Athena sirviéndose una copa de vino para tratar de relajarse.

Bloom se sentó en el gran sofá y Athena en un sillón de una sola plaza frente a este.
—¿Cómo? ¿Cómo lo supiste?
—Por la llama del dragón —dice Athena conjurando una llama en la palma de su mano. —Es hereditaria, la única manera de que al tuvieras era que... fueras mi hija.
—¿Por qué... por qué no me buscaste?
—Yo... Yo no quería ser madre Bloom... Es... Es complicado... Rosalind... Rosalind es mi madre, tu abuela... Era, más bien...
—¿Qué?
—Yo... cuando te concebí... Abusaron de mí... yo era muy joven y mi madre no destacaba por su nobleza... Ella... ni si quiera quiso castigar a quien lo hizo. A si que lo castigué yo... —dice Athena tomando un trago a su copa. —Yo le asesiné, le calciné... Rosalind, mi madre, ocultó mi embarazo y mi asesinato. Para ella las apariencias eran todo... No importaba nadie más. Solo aparentar y matar quemados... Cuando naciste ni si quiera me permitió saber tu sexo, te me arrebató y desapareció contigo. Nunca supe cómo llegaste a Aster Dell, ni si de verdad lo hiciste. Quizá es algo que se inventó para que no te encontrara. No me extrañaría... Nunca me contó que hizo contigo... Tiempo después lo único que pude averiguar es que eras una niña. Pero no sabía dónde estabas, ni si quiera si estabas viva. Conocía a mi madre... No me habría extrañado que te matara siendo un bebé... Era... Era un ser terrible... No quise buscarte porque no quería saber si la hija que una vez tuve estaba muerta... Prefería vivir en incógnita. Además, en caso de que hubieras estado viva, como lo estás, creí que merecerías algo más que lo que yo podía ofrecerte en aquel tiempo... Pero yo no renuncié a ti, Bloom. Yo jamás lo habría hecho... Solo... No tuve elección

Bloom se halla completamente descompuesta. No sabe que decir o cómo reaccionar. Le han pillado muchas emociones de golpe.
—¿Cómo murió Rosalind?
—La calciné... Cuando me contó que había asesinado a Farah... o eso creía... Su cinismo, su frialdad... despertaron mi ira como hacía años que no pasaba... El mundo es un lugar mejor sin ella.
—Yo también... También la hubiera calcinado si me hubiera enterado de que... trató de matar a Farah. Al principio no lo veía pero... Siempre quiso lo mejor para mí... Es muy... Es muy buena. Me alegra que esté bien, que haya vuelto...
—A mí también...
—Sigues... ¿Sigues sin querer ser madre? —pregunta Bloom con algo de temor. Athena nota la inseguridad en su voz.
—Me da miedo no ser la madre que mereces. O la que esperabas... Farah confía en mí, pero yo... Si me aceptas, yo... Me gustaría estar a tu lado... Sé que no he estado durante tu infancia y... Me gustaría cambiar eso... Sé que no puedo pedirte que me quieras como a una madre, sé... que los que consideras tus padres están en el primer mundo pero... Si me permites me gustaría tratar de hacer lo que no he podido hasta ahora, pero si me pides que desaparezca de tu vida... lo entenderé y lo aceptaré. Olvidarás que existo si es lo que quieres... Solo...

Antes de que Athena pueda terminar, Bloom la interrumpe.
—¿Puedo... Puedo darte un abrazo?
—Claro que sí —dice Athena levantándose y abrazándola.
—No vuelvas a desaparecer, por favor —ruega Bloom abrazándola con fuerza.
—No lo haré... No lo haré.

Cuando se separan. Athena limpia las lágrimas que corren por las mejillas de Bloom.
—No sabes las ganas que tenía de encontrarte —dice Bloom volviendo a abrazarla. —¿Crees que... que... podrías conocer a los padres del primer mundo? Les conté... todo. Sé que querrían conocerte... Cuando todo esté más tranquilo aquí...
—Claro. Sin problema... Me encantaría conocerlos.
—¿Puedo... Puedo llamarte mamá?
—Sí... Claro... Como tú quieras. Lo siento... esto es nuevo para mí...
—Ey lo... lo entiendo...
—Deberías ir a descansar, ha sido mucha información de golpe...
—Sí... Creo que... necesito dormir un poco... Buenas... buenas noches mamá.
—Buenas noches Bloom.

Athena deja un beso en la cabeza de Bloom y esta se marcha. No tarda en mandar un mensaje a Farah, quien aparece a los pocos minutos en la habitación de Athena.

—¿Qué tal ha ido?
—Diría que bien...
—Seguro que sí. Ambas os merecéis ese ápice de felicidad.
—Le conté todo... ¿Crees que me he pasado? ¿Habrá sido demasiado información?
—Creo que Bloom merecía saber la verdad de una vez y tú merecías quitarte ese peso. Está bien, ambas necesitabais esa conversación.

OUR FATE (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora